Título: Argentina. Revisión de la Defensa 2001 - Consideraciones acerca del Marco Estratégico

CONSIDERACIONES ACERCA DEL MARCO ESTRATÉGICO
Escenario Mundial
Como sucede en muchos países del mundo, la Argentina se encuentra en materia de Defensa en un proceso de transición producto de los cambios en el orden mundial.
Con la desintegración del bloque soviético se produjo la conclusión del conflicto Este-Oeste, lo que introdujo nuevos factores en las relaciones de poder entre los estados, a saber:
- nuevo escenario mundial con las primeras modificaciones en el mapa europeo en más de cuatro décadas y sus consecuencias;
- fortalecimiento de la Organización de las Naciones Unidas, especialmente del rol del Consejo de Seguridad por la búsqueda de consenso y la autolimitación del uso del veto por parte de sus miembros permanentes;
- nuevos consensos entre las grandes potencias para la actuación combinada para la preservación de la paz;
- nuevos roles en este ámbito para potencias medianas y pequeñas;
- la expansión de la OTAN en Europa y el incremento de su importancia como pactos de poder a escala mundial;
- reaparición de antiguos conflictos étnicos, raciales, religiosos y territoriales, antes sofocados por la disciplina impuesta por los bloques y, consiguientemente, el estallido de guerras regionales e internas.
Pese a la conclusión de la Guerra Fría y a la significativa reducción de la inversión en armamento, los países de la Alianza Atlántica se encuentran abocados a procesos de reestructuración de sus organizaciones para la Defensa por su creciente rol protagónico en el mantenimiento de la paz mundial y por el impacto sin precedentes que el avance de la ciencia y la tecnología tienen en el instrumento militar.
En ese sentido, y como forma de economía de medios, la mayoría de los países desarrollados se encuentran abocados a programas de optimización que implican recortes en funciones secundarias como la administrativa, de manera tal de concentrar el gasto en las ramas operacionales y en investigación y desarrollo.
En el orden internacional, es necesario señalar que si bien existe una correlación de importancia entre el poder y la seguridad, es también importante "distinguir la proyección de poderío de la proyección de seguridad", ya que la opinión pública se inclina por la seguridad, más que por las exageradas manifestaciones de poderío que suelen ser desestabilizadoras.
Hoy estas manifestaciones de poderío están al alcance de muchos Estados, ya que el Tratado sobre Armas Convencionales en Europa y el colapso económico de la Europa del Este facilita el equipamiento descontrolado de países en desarrollo y de organizaciones que con muy diversos intereses desafían a los estados en el monopolio de la fuerza.
Por todas estas razones, es necesario replantear el debate sobre la cantidad y la calidad del Gasto en Defensa, su eficacia y su eficiencia con relación al gasto público global, a la situación que actualmente se vive en el marco regional, al compromiso argentino de contribuir con la preservación de la paz mundial y a la probable evolución de las amenazas no convencionales que se desataron con la finalización de la guerra fría.
Estados Unidos de América ha emergido como la potencia que ejerce la supremacía indiscutible en materia militar, tanto convencional como nuclear, aunque en materia económica y tecnológica encuentre serios rivales en una Europa en proceso de unificación, en Japón, que tras una década de bajo crecimiento comienza a resurgir, y en especial en China, que se erige como un nuevo polo de poder.
Los cambios en el escenario internacional han determinado que de una situación de bipolaridad política y militar se pasara a otra situación caracterizada por unipolaridad militar -determinada por el claro predominio de Estados Unidos de América -aparentemente susceptible de no variar en el corto plazo- y multipolaridad política y económica, con la presencia de otros actores significativos.
La consolidación de la Unión Europea como alternativa de poder económico y tecnológico a Estados Unidos de América avanza parsimoniosamente.
Por su parte, la Federación Rusa, busca reposicionarse como factor de poder mundial y constituye sin duda otro motivo importante de análisis desde el punto de vista de la paz mundial debido a su situación política interna, constituyendo un significativo actor desde el punto de vista militar y especialmente en materia de armas nucleares
En Asia, la atención estratégica está puesta en la República Popular China, ya que este país se está convirtiendo en un actor de creciente importancia política, económica y militar.
China crece en poder e influencia; mantiene una capacidad nuclear que le posibilita alcanzar América del Norte; no detendrá su programa de modernización de armamento; ha decidido acelerar su desarrollo atómico y ha declarado que no permitirá que ninguna nación "amenace sus intereses estratégicos o altere el equilibrio internacional".
También Corea del Norte, India, Pakistán, Irán e Irak, han evidenciado sus capacidades para fabricar armamento nuclear y vectores de entrega. Es por estas razones que hoy la preocupación estratégica de occidente se sitúa en Medio Oriente y Asia Central.
Desaparecido el conflicto Este-Oeste y rota la contención que representaban el equilibrio estratégico y la disciplina interna de los bloques, diversos conflictos han hecho su aparición en el mundo, a veces respondiendo a situaciones o aspiraciones que datan de décadas atrás, otras respondiendo a intereses actuales.
Las tensiones internas constituyen hoy una fuente importante de conflictos internacionales, tales como: catástrofes humanitarias, confrontaciones étnicas o religiosas, migraciones masivas, flujos de refugiados que superan las capacidades de contención de los países que los reciben, son actualmente parte del escenario internacional.
Lo cierto es que el cambio fundamental que presenta hoy el mundo en el ámbito estratégico es de creciente interdependencia en materia de seguridad. La erupción de un conflicto armado afecta de diversas maneras la seguridad de los países de la región en que se hallan situados y muchas veces, en menor pero perceptible manera, la seguridad de otros países. Esto habla de la creciente necesidad, por parte de todos los Estados de asumir globalmente responsabilidades.
Pese a que las amenazas a la paz aparecen como de menor entidad que en el pasado, han ganado en imprevisibilidad y variedad. Una observación objetiva del escenario internacional permite advertir que las amenazas mayores para la paz, en la posguerra fría, son los Estados inestables transformados en agresores, las guerras regionales y los conflictos étnicos, raciales y religiosos, ya sean interestatales o, lo que sucede más frecuentemente, intraestatales.
Asociado a este tipo de conflictos, pero dotado de dinámica y funcionamiento propios, el terrorismo internacional continúa siendo una fuente constante de riesgos e, indirectamente, una amenaza a la paz del mundo.
También son caracterizados como nuevas amenazas para la paz: el narcotráfico, las migraciones ilegales y masivas y el deterioro ambiental.
La desaparición del Conflicto Este-Oeste trajo aparejada un significativo incremento de las Operaciones de Mantenimiento de la Paz (Peace Keeping Operations) organizadas y dirigidas por Naciones Unidas. Si bien este tipo de misiones habitualmente surgían de la solicitud de ambas partes contendientes, pronto comenzaron a plantearse situaciones en las cuales las partes en conflicto no solicitaban la intervención de la Organización, pero tal intervención resultaba imperativa para preservar la paz y la estabilidad en la región o en el mundo, o para evitar o limitar una catástrofe humanitaria. Surgieron así, las Misiones de Imposición de la Paz (Peace Making o Peace Enforcement), que cuentan con la legitimidad que otorgan las Naciones Unidas.
Por todas estas razones, el diseño del instrumento militar de los países desarrollados está cambiando profundamente. Las Fuerzas Armadas constituidas por gran cantidad de efectivos e importantes reservas, derivadas del servicio de conscripción; y grandes concentraciones de blindados, entre otros aspectos, tienden a ser sustituidas por Fuerzas Profesionales surgidas del reclutamiento voluntario, con un número significativamente menor de efectivos, pero dotadas de alta movilidad y poder de fuego, con medios aéreos y navales para posibilitar su despliegue donde fuera requerido. Se incrementa el énfasis hacia el accionar conjunto y combinado.
Ello motiva que sea necesario abandonar la concepción basada en el despliegue extendido, que en el teatro europeo respondía a la necesidad de no ofrecer blancos fáciles para el devastador ataque nuclear, y que en otros casos se justificaba en la necesidad de vertebrar vacíos geopolíticos o como única manera posible de neutralizar potenciales agresiones externas ante carencias de inteligencia y movilidad estratégicas adecuadas.
En ese sentido, actualmente existe una clara tendencia a la concentración y a la conformación de fuerzas de despliegue rápido con gran capacidad operacional y ductilidad para neutralizar los nuevos riesgos.
El sustrato de esta concepción radica en poseer la dinámica y las capacidades que permitan anticipar la aparición de las amenazas, conocer con precisión sus debilidades, hacer opacas las propias vulnerabilidades, y de ser necesario, neutralizarlas en forma oportuna con el mínimo gasto y los menores riesgos para propios y terceros.
Este modelo demanda una ventaja tecnológica y ella implica una inversión en la actualización de los medios operacionales y en su capacidad de inteligencia, comando y control, lo que sin dudas da marco a la racionalidad del paradigma que impulsa cambiar cantidad por calidad.
Por todo lo expuesto los Estados necesitan Fuerzas Armadas más reducidas en número pero concentradas y con capacidad para controlar territorios más amplios en tiempos más breves con tecnologías más desarrolladas.
Todos los factores hasta aquí mencionados están relacionados con la Política de Defensa de nuestro país por cuanto indican tendencias y contribuyen a determinar las necesidades en este campo.
El marco hemisférico y regional
El marco regional ha variado fundamentalmente. La consolidación de los valores asociados a la democracia representativa, la economía de mercado y los derechos humanos en muchos países del área contribuye de manera substancial a reforzar el marco de estabilidad y seguridad deseado.
En los últimos años las antiguas relaciones de tensión imperantes en el Cono Sur del continente americano, entre Argentina, Chile y Brasil, han sido sucedidas por la superación de las hipótesis de conflicto, fundamentalmente por el fuerte y significativo proceso de integración regional que se concretó en la constitución del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay y la suscripción de acuerdos entre el MERCOSUR, Bolivia y Chile, sustituyendo las antiguas actitudes de rivalidad entre sus signatarios por acuerdos de cooperación.
En este sentido, es posible sostener que las democracias representativas posibilitan las condiciones propicias para el desarrollo y que la integración regional se ha convertido en una Política de Estado para los principales países del MERCOSUR.
La profundización de las relaciones económicas y comerciales y la interdependencia que por esta vía se ha generado, constituyen una sólida base para aumentar el clima de confianza mutua.
El nivel de conflictos tradicionales en el marco regional ha disminuido sensiblemente en los últimos años y son escasas las disputas pendientes de resolución.
Si bien continúa vigente el diferendo con el Reino Unido de Gran Bretaña por las Malvinas e Islas del Atlántico Sur, el diálogo y cooperación hoy imperante entre ambos países y la renuncia al recurso a la fuerza para solucionarlo han orientado el mismo a los ámbitos político y diplomático.
En cumplimiento de directivas gubernamentales, en concordancia plena con la Política de Estado que está llevando a cabo la República Argentina, las Fuerzas Armadas han tenido un rol significativo, contribuyendo a la generación de un marco de confianza mutua mediante la realización de ejercitaciones combinadas de creciente complejidad, intercambios profesionales sin reservas y emprendimientos cooperativos en el desarrollo y mantenimiento de medios, entre otras iniciativas de avanzada.
Amenazas no tradicionales
Actividades tales como la degradación del medio ambiente, el crimen internacional organizado, las amenazas a la institucionalidad democrática en países de la región, el tráfico ilegal de armas, el contrabando, las migraciones clandestinas y el narcoterrorismo constituyen amenazas no tradicionales. De todas ellas, el narcoterrorismo ha demostrado que su poder corruptor puede derivar en una influencia significativa en los gobiernos de los Estados. Su expansión está generando dificultades de compleja resolución:
- desde el punto de vista militar, actúa como catalizador de conflictos entre Estados y puede incluso provocar la intervención de poderes extra regionales;
- desde el punto de vista político, atenta contra el monopolio de la fuerza que detenta el Estado, toda vez que posibilita zonas liberadas en el territorio del propio país, o en territorio de países vecinos.
El narcoterrorismo también amenaza el capital social y la estabilidad de los países toda vez que sus recursos humanos se degradan por consumo, aumentando las tasas de criminalidad y la violencia urbana en los cinturones marginales de las grandes ciudades, afectadas por un desempleo estructural.
Desde el punto de vista ecológico degrada el medio ambiente, por la utilización de herbicidas químicos para combatir los cultivos y porque la producción de pasta de coca y base de cocaína, implica el desecho de toneladas de productos químicos que son arrojados principalmente a los ríos y cursos de agua.
Al narcoterrorismo le crea un ambiente propicio la pobreza extrema, la desigualdad social, la desigual distribución económica, la corrupción, el contrabando, las migraciones clandestinas, el daño a la ecología y la depredación de los recursos naturales. Por ello, el progreso y la cohesión social son complementarios de la Defensa y la seguridad. Esas nuevas amenazas afectan los niveles de seguridad estratégicos necesarios para el desarrollo y el crecimiento armónico de la Nación y de nuestros vecinos y aliados.
Las Fuerzas Armadas de la República Argentina, al igual que las de muchos países del mundo, desempeñan un importante papel de apoyo a otras agencias del Estado que tienen a su cargo los aspectos operativos de la lucha contra estas actividades ilegales.
La dinámica de las relaciones internacionales obliga a mantener una actitud de seguimiento permanente de la evolución estratégica. Esto es aplicable al marco mundial, regional y propio. Estar preparados para lo imprevisto parece ser la cualidad central del concepto de "vigilia estratégica" que se perfila como la doctrina prevaleciente.
Es necesario contar con Fuerzas Armadas de estructura flexible y potencial combinable para poder responder a amenazas fluctuantes, dinámicas y sorpresivas.
Las necesidades de la Defensa de una nación deben estar concebidas en función de un objetivo bien definido, individualizable a través de la definición de escenarios que permitan conceptuar su naturaleza y prever las dificultades antes de que éstas se presenten, para eludirlas. Esto se hace por una elemental economía de recursos, ya que el instrumento militar es oneroso para los contribuyentes, y porque el fin primordial de las Fuerzas Armadas no es la guerra sino prevenirla a tiempo.
La relación fines medios más conveniente para la elaboración de los escenarios y la adopción de las previsiones necesarias para anticiparse y prepararse para lo que viene, sólo pueden provenir de una exhaustiva Apreciación de la Situación Estratégica en la que el país está inmerso.
Podemos afirmar que, como sustrato de los intereses a los que la Defensa Nacional contribuye a dar sustento, prevalecen los intereses nacionales, el bienestar de la población, la preservación y fortalecimiento de la democracia representativa, la economía de mercado (bajo manos regulatorias y de defensa de la competencia preestablecidos) y los derechos humanos. Estos valores y principios, propios de nuestra tradición política, sintetizan los derechos y libertades fundamentales incluidas en nuestra Constitución Nacional y en los instrumentos internacionales a los que aquella otorga jerarquía constitucional.