Título: De los golpes a la cooperación: una mirada a la mentalidad profesional en el Ejercito Argentino - Crisis de los valores técnico-profesionales y de la perspectiva internacional: la guerra de Malvinas
4. CRISIS DE LOS VALORES TÉCNICO-PROFESIONALES Y DE LA PERSPECTIVA INTERNACIONAL: LA GUERRA DE MALVINAS
La autoridad: capacidad de liderazgo
Sobre la base de lo anticipado en el capítulo anterior, pueden profundizarse algunas ideas relacionadas con la crisis de la mentalidad profesional en el Ejército Argentino. En todos los órdenes, el principio de la autoridad se basa en dos actitudes que de ella emergen: el mando, y la obediencia. Si ejercer la actitud del mando resulta natural en aquellos que poseen o esperan poseer determinadas responsabilidades, más compleja resulta de explicar la actitud de obediencia. ¿Por qué un hombre obedece a otro? En cualquier orden cotidiano (trabajo, estudio o aún en la vida religiosa, por creencia en una autoridad suprema, humana o divina), puede argumentarse que la obediencia se basa en motivaciones de dinero, conveniencia, admiración, etc. Pero, ¿por qué obedece un militar? ¿Cuáles son los resortes que llevan a una persona a poner su destino y el de su familia en manos de otro, a obedecer órdenes que pueden significar la pérdida de su vida?
Estas preguntas han desvelado a más de un teórico militar. Los intensos debates acerca del deber de obediencia, en instituciones militares como la argentina de este siglo, que colocaba la obligación militar por encima de las responsabilidades civiles o penales que dicho deber pudiera ocasionar, no pueden soslayar que tal obediencia debida requiere un mando debido. Y, aunque pueda parecer contradictorio, la eliminación del corsé del principio de obediencia debida coloca al mando en una posición más comprometida aún.
En la Argentina, como en la mayoría de las fuerzas armadas del mundo, cada Fuerza cuenta con reglamentación al estilo del citado Reglamento del Servicio Interno, cuyo objetivo es sentar en claro no sólo las obligaciones de los que obedecen, sino las de los que mandan. A partir de estas reglamentaciones, de los principios del honor, la caballerosidad, la camaradería, la sabiduría técnica y profesional, el Ejército construye durante su historia el sostén afectivo, ético y místico necesario para el ejercicio del mando. El que manda es un líder, y por ello obtiene la obediencia de sus seguidores. Predica con el ejemplo, vive las experiencias de sus subordinados, e informa a la organización de un espíritu propio, más allá de la estructura formal:
Dime, Capitán que vas a hacerte cargo, o que lo tienes, de una unidad, dime, amigo: al pensar en el mando que has de ejercer o que ejerces, ¿has inquietado muchas veces a tu imaginación preguntándole qué cosa es mandar? Porque si fue así y ella respondió a tu curiosidad diciéndote que mandar es dar órdenes o que mandar es hacerse obedecer, quiero yo decirte ahora que, si no te mintió, no te dijo la verdad enteramente; porque, en realidad, mandar una tropa no es ejercitarla diariamente en una penosa disciplina de subordinación jerárquica. Quien de buena fe piensa tal cosa, y considera como único deber el de subordinar a sus inferiores a sí, y subordinarse a sí mismo a sus Jefes, llega a hacer el servicio incompatible con toda iniciativa, y a ésta con toda idea de subordinación.
Quizá pudiera ser esto mandar, si la tropa no debiera tener un espíritu; mas ya de antiguo los grandes Capitanes sobresalieron precisamente, más que en estrategia o en táctica, en el conocimiento de ese espíritu, en saber usarlo o, quizá, en saber crearlo.
Y no por otra cosa te digo tratando de definir concisamente tal palabra, que mandar es preparar el alma de la tropa, y dar, luego, las órdenes en forma tal que se obtenga una ejecución tan pronta, tan inteligente y tan completa como sea posible.51
Aunque estas concepciones aluden a un mando más cercano al liderazgo que al dominio autoritario (retomando la conceptualización de Janowitz), en la práctica el ejercicio de la autoridad en el Ejército Argentino estuvo basado en la técnica de dominio. Las sucesivas conducciones de la Fuerza, y particularmente a partir de la época de mayor intervención política, dieron preferencia a la emisión de órdenes antes que a la aceptación de divergencias y/u opiniones, o al fomento de la iniciativa. Al tiempo que se construía un endeble liderazgo moral, sospechado muchas veces de ambiciones políticas, la estructura de dominio buscó la obediencia incondicional aún a costa de invadir campos que poco tenían que ver con el ejercicio profesional, como el de las opiniones políticas.
Contrariamente a lo descripto por Janowitz en el caso del ejército norteamericano, en el cual a partir de principios de siglo comienza a plantearse una nueva autoridad organizativa basada en la manipulación, la persuasión y el consenso colectivo, en el Ejército argentino fue abriéndose paso con mayor fuerza una pauta de autoridad basada en el dominio, al margen del espíritu vigente en los reglamentos. Así, muchos oficiales vieron detenidas sus carreras por no tener cualidades de ascenso político, o directamente terminadas, por no compartir los ideales políticos de la conducción. En el caso del PRN, esta técnica se aplicó aún más cruentamente. El deber de obediencia, en esta pauta organizativa, pareció ejercerse por distintas motivaciones: quienes encontraron en las órdenes la posibilidad de liberarse de frenos morales para desarrollar sus insanidades psicológicas; quienes lo hacían por convicción o por no contar con toda la información o porque sus destinos los mantuvieron protegidos de la represión más dura; o quienes obedecían por temor.
Cómo mandar y por qué obedecer se convirtieron sin duda en preguntas con respuestas muy confusas; hacía tiempo que los reglamentos eran libremente interpretados en función de los dictados de una misión salvífica superior. No extraña que este Ejército fuera a la primera guerra convencional de su historia con el germen de una grave crisis en el principio básico del ejercicio profesional. Tampoco extraña que un grupo de oficiales decidiera, en 1987, que estaba en su deber cambiar la conducción de la Fuerza. ¿O acaso no era parte del "aprendizaje" profesional el pensar que, en algún momento de la carrera, el oficial sería sujeto de una intervención política convocado por un destino superior a reglamentos o leyes?
Esta forma de dominio hace crisis en Malvinas. La ausencia de liderazgo, y la atónita comprobación de la incapacidad profesional de quienes habían conducido a la Fuerza a una obediencia a todo y contra todo, provocará el desplazamiento, en sectores de oficiales medios y suboficiales, a la adhesión a liderazgos carismáticos de tipo heroicos, contrapuestos con un dominio percibido como incapaz, autoritario y burocrático.
El conflicto armado
La Guerra de Malvinas fue el primer conflicto armado al que se enfrentó la institución militar argentina en toda su historia, al menos desde su reorganización como tal a principios de este siglo. Los hechos y los resultados de la Guerra produjeron un abrupto corte en la historia de las fuerzas armadas, dada la experiencia sufrida y las enseñanzas recibidas, principalmente en el terreno de la aptitud militar conjunta. Sin embargo, si bien afectó a todas las fuerzas, fue más pronunciado en el caso del Ejército.
No sólo la organización militar recibió el impacto. Las consecuencias de la derrota arrastraron consigo al Gobierno militar, y al año siguiente la convocatoria a elecciones dio origen a un período de gobiernos democráticos. Las experiencias de la intervención militar en la vida política, y de la Guerra de Malvinas, donde las Fuerzas Armadas mostraron sus deficiencias profesionales en el ámbito en que éstas pueden evaluarse -la guerra-, produjeron un replanteamiento de las misiones y funciones de los militares en la defensa nacional.
Cuando el 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaron y ocuparon militarmente las Islas Malvinas, habían terminado diecisiete años de largas e infructuosas negociaciones para recuperar la soberanía sobre las Islas, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833. En ellos, la Argentina había intentado sin éxito introducir en la mesa de negociaciones el tema de la soberanía, a pesar de que sucesivas resoluciones de las Naciones Unidas reconocían la presencia de Gran Bretaña en las Islas como una situación colonial e instaba a negociar el tema.
El año 1982 comenzó con una nueva Junta Militar en el poder (que contaba entre sus principales objetivos la solución del tema Malvinas52), y nuevamente el Presidente era del Ejército. Entre el 26 y 27 de febrero de 1982 se produce una nueva ronda de negociaciones en Nueva York, la última antes del estallido de la guerra. Finalizadas estas negociaciones, con el resultado de un nuevo fracaso para encauzar las conversaciones hacia acciones concretas (el Gobierno británico debía aún considerar el establecimiento de una "Comisión permanente negociadora"), la Argentina emite un comunicado en el que comienza a insinuarse que, dentro del Gobierno argentino, estaba ya considerándose la opción militar:
La Argentina ha negociado con Gran Bretaña con paciencia, lealtad y buena fe, durante más de 15 años, en el marco señalado por las resoluciones pertinentes de la ONU, la resolución de la disputa de la soberanía sobre esas islas. El nuevo sistema constituye un paso eficaz para la pronta solución de esa disputa. Por lo demás, si eso no ocurriera, la Argentina mantiene el derecho de poner término al funcionamiento de ese mecanismo y de elegir libremente el procedimiento que mejor consulte a sus intereses. 53
Un incidente en las Georgias del Sur (provocado, según algunas versiones oficiosas) desencadenó el conflicto y adelantó la resolución de la Junta de ocupar las Islas54. El 2 de abril de 1982, luego de dos semanas de situación de crisis in crescendo, se produjo la ocupación militar de las islas.
Para observar el comportamiento profesional en el conflicto, particularmente la conducción militar, planteamos dos fases del conflicto:
a) una fase previa, de planificación de la ocupación; y
b) el estallido de la guerra, donde confluyen las acciones militares y las negociaciones diplomáticas.
a) La ocupación. Directivas Estratégicas y Planes Militares
Existen diversas interpretaciones acerca de cuáles fueron los verdaderos motivos que llevaron a la Junta Militar que ocupaba el gobierno a invadir las Islas Malvinas. Algunas de las principales son:
- la certeza, luego del tiempo transcurrido en negociaciones, de que Gran Bretaña dilataría su postura respecto del tema soberanía, sumado a la creciente posición pro-isleña en el Parlamento británico;
- la necesidad de la Junta Militar de reforzar su poder en el ámbito nacional, frente al creciente fracaso político y económico del Proceso de Reorganización Nacional;
- el temor de que Gran Bretaña convirtiera las Islas Malvinas en una base militar en función de un nuevo despliegue estratégico de las superpotencias (la Iniciativa de Defensa Estratégica), del cual el Atlántico Sur sería uno de los teatros protagonistas;
Cualquiera sea la o las interpretaciones escogidas, el análisis del conflicto revela que la decisión de la ocupación y la correspondiente planificación no preveían lo que efectivamente después sucedió. Esto es, el enfrentar una guerra contra una de las organizaciones militares más poderosas del planeta, los fracasos diplomáticos frente a los foros internacionales, o el apoyo de los Estados Unidos a su histórico aliado. La decisión se basaba en un endeble supuesto: que la ocupación tendría un carácter transitorio, a fin de conducir a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones.
El 5 de enero de 1982, una reunión de la Junta Militar decidió la necesidad de iniciar estudios de factibilidad y conveniencia de la ocupación de las Islas. Fue una semana más tarde, el 12 de enero, cuando se tomó la decisión de iniciar el planeamiento.
La fase de planeamiento de la operación militar estuvo a cargo de la Junta Militar y del Comité Militar (con el Estado Mayor Conjunto como organismo asesor), y de una Comisión de Trabajo formada al efecto para analizar la previsión de empleo del poder militar, integrada por un oficial superior de cada una de las tres Fuerzas. En el caso particular del Ejército, fue protagonista directo quien sería uno de los líderes del movimiento carapintada, el Tte Cnl Mohamed Seineldín.55
La Comisión formada ad hoc fue la encargada de la planificación de la operación militar, y su trabajo debió cumplirse en el más estricto secreto. Esto impidió consultas básicas, como por ejemplo la de planes anteriores o información de inteligencia. Las etapas lógicas del proceso de planificación militar no estuvieron presentes en el inicio de la primera guerra que encararía la Argentina. Los documentos elaborados para la aprobación de la Junta Militar, en los cuales también intervino con posterioridad pero sin protagonismo el Estado Mayor Conjunto, fueron los siguientes:
- la Directiva Estratégica Nacional 1/82, que contenía los objetivos de tipo político y militar de ocupación de las Islas;
- la Directiva Estratégica Nacional 2/82, en las que se establecieron con mayor precisión las fases de la operación y las medidas políticas a adoptar por el Gobierno;
- la Directiva Estratégica Militar 1/82. La lectura de su Resolución permite apreciar claramente los objetivos perseguidos en ese momento por el poder político argentino:
Emplear parte del Poder Militar para CONQUISTAR, CONSOLIDAR Y ASEGURAR el objetivo estratégico militar {imponer a Gran Bretaña una situación militar de hecho, que dé solución definitiva al pleno ejercicio de la soberanía argentina en las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, e impida nuevos intentos de usurpación}, esto en el momento y circunstancia más oportuna, previa resolución del Comité Militar, y mantener simultáneamente las previsiones del caso Chile, a fin del logro de los objetivos políticos {consolidar la soberanía argentina en las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el Atlántico Sur}.56
- el Plan Esquemático de Campaña del Teatro de Operaciones Malvinas, estipulaba como objetivo "ocupar militarmente y mantener las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur". A pesar del objetivo "mantener", no contemplaba alternativas frente a una reacción británica.
Varias consideraciones conducen a concluir que en ningún caso se preveía el inicio de un enfrentamiento bélico:
- los planes elaborados no preveían la defensa de las Islas; esta previsión se adoptó recién el 12 de abril;
- la composición de las tropas enviadas, cuyas características no eran las adecuadas si el objetivo hubiera sido no sólo ocupar, sino también defender;
- el momento elegido, en cuanto a las condiciones climáticas, era el más inadecuado del año para pensar en operaciones de guerra en la zona del Atlántico Sur;
- estando en vigencia de acuerdo a la planificación la hipótesis de conflicto con Chile, y una eventual participación de éste en el conflicto, resulta impensable que los decisores argentinos pensaran en asumir una guerra en dos frentes. De hecho, gran parte de las deficiencias posteriores se debieron a que -temiendo el ingreso de Chile- no pudiera dedicarse el esfuerzo bélico a Malvinas.
b) La guerra con Gran Bretaña: acciones y negociaciones
El éxito militar de la ocupación se enfrentó pronto a tres circunstancias no previstas en la planificación anterior: la reacción de Gran Bretaña, la condena del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el apoyo de los Estados Unidos a las acciones de Gran Bretaña.
En cuanto comenzó a desarrollarse el incidente de las Georgias, Gran Bretaña dispuso la movilización de parte de su Flota de Tareas. Cuando la ocupación se hizo efectiva, la Flota fue enviada al escenario del Atlántico Sur, sorprendiendo a los decisores argentinos, que no esperaban una reacción de tal magnitud. Asimismo, el 4 de abril fueron sorprendidos por la disposición -por parte de los EE.UU.- de la base militar de la Isla Ascensión, fundamental para las aspiraciones británicas de lograr su presencia en los archipiélagos, dada la gran distancia existente entre el Teatro Malvinas y las Islas Británicas.
Las deficiencias en la planificación también se sintieron en el campo diplomático, donde la Resolución 502 de Naciones Unidas instando a la Argentina a retirar las fuerzas de las Islas reveló la necesidad de intensificar las acciones diplomáticas y las negociaciones con terceros países. De hecho, la intención de la ocupación -sentar a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones- no podía tampoco cumplirse sin una eficaz acción en el campo diplomático. La falta de operatoria previa desembocó en la Resolución 502, después de la cual la Argentina había pasado a ser país agresor.
La decisión de adelantar la ocupación (que estaba prevista en la planificación no antes de mayo/julio de 1982), sorprendió también a los jefes de las unidades militares. Esto motivó que fueran enviadas tropas sin la correspondiente preparación, y sin el equipamiento adecuado para las condiciones del terreno y el clima que deberían enfrentar.
En esta etapa del conflicto no se produjeron documentos de planificación, sino que las decisiones se tomaban en reuniones del Comité Militar, que eran transmitidas a los comandantes. De todas formas, la carencia de planificación anterior al conflicto supuso la toma de decisiones a medida que las situaciones ocurrían. A lo cual, en la comprensión de la desorganización del mando militar de la guerra, debe sumarse la competencia política entre los Jefes de la Junta Militar que atentaba contra la efectiva coordinación del poder militar.57
El objetivo estratégico inicial ("ocupar para negociar") fue modificado: "reforzar para dificultar el intento de reconquista por parte de Gran Bretaña". En una sucesión de acciones signadas por el cambio de objetivo -para el cual no existía planificación alguna-, se convocaron las reservas, se desactivó el Teatro de Operaciones Malvinas reemplazándolo por el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, y -el 12 de abril- se impartieron instrucciones para la elaboración del plan de defensa de las Islas.
Si bien continuaron las instancias de negociaciones, a través tanto de Naciones Unidas como de la acción de mediadores, el hundimiento del buque General Belgrano, fuera de la zona de exclusión británica, el 2 de mayo de 1982, significó un duro golpe a la alternativa diplomática, contribuyendo a profundizar el nuevo objetivo estratégico. Este hecho marcaría un corte en los hechos de la guerra, ya que después del mismo, la alternativa militar ocuparía el primer plano de las acciones argentinas. Su hundimiento sería además la revelación de dos hechos determinantes para la decisión de la Armada Argentina, respecto de no continuar empeñando la flota de mar en la guerra:
- la presencia de submarinos nucleares en la zona, y
- la utilización, por parte de Gran Bretaña, de información satelital, facilitada por los Estados Unidos.
La ausencia del poder naval argentino en la guerra, de características claramente aeronaval, marcaría desde el comienzo la participación argentina en una guerra en la que no podría triunfar, asombrando al mundo la capacidad de sus elementos para operar con tan escasos medios a su alcance. A esta dificultad debe sumarse la restricción supuesta por el manejo -por parte de los conductores político-militares- de dos teatros simultáneos: la guerra con Gran Bretaña, y la hipótesis de la intervención de Chile en el conflicto. Esto último determinó que gran parte del poder militar argentino permaneciera en disposición a un posible conflicto simultáneo en el sur del país, en el que Chile oficiaría de oponente.
Tanto en el plano militar como en el político, los dos meses que abarcaron las acciones de guerra estuvieron signados por deficiencias en la conducción, que hicieron más dificultoso aún el empleo de los medios a disposición de la Argentina.
La conducción militar de la guerra
Estalladas las hostilidades, la composición de la conducción militar argentina era la siguiente:
- el Comité Militar (COMIL), como órgano supremo de la dirección de la guerra;
- el Comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), a quien -aunque la operación fue considerada conjunta- sólo se le otorga autoridad de coordinación;
- el Comandante Militar Malvinas, dependiente del Comandante del TOAS, y encargado de la ejecución de las operaciones militares en el terreno;
- a la Fuerza Aérea, por su parte, se le asignó un Comando Aéreo Estratégico, independientemente de los comandos anteriores, cuya tarea se coordinaría a través del Estado Mayor Conjunto.
Esta cadena formal de mandos, sin embargo, fue pronto superada por la existencia de una cadena informal y paralela. Al mismo tiempo, por las fallas del sistema de planificación, las decisiones adoptadas eran en ocasiones contradictorias entre sí, o causaban superposición en las tareas de los distintos responsables. Las características de la conducción militar de la guerra establecerían una impronta cuyo fin natural sería la derrota de las tropas argentinas:
- el hecho de que no existiera un cuartel general que centralizara la información, ni un lugar físico donde el COMIL funcionara (incluso, la existencia de días en los que no se celebraba reunión), indica la desintegración de la conducción superior, siendo una constante que cada Comandante en Jefe asumiera decisiones unilaterales;
- esta misma autonomía de cada Jefe -y principalmente la del Presidente, a la vez Comandante en Jefe del Ejército- ocasionó la distorsión de la cadena de mandos, produciéndose superposiciones y contraórdenes. Cuando lo natural hubiera sido que el COMIL adoptara las decisiones superiores, y el Comando del Atlántico Sur planificara su ejecución, en la práctica las órdenes no tenían un cauce natural:
No sé si vale la aclaración acá, pero yo creo que uno de los problemas que tuvimos para muchas cosas, fue una cadena de comando que era bastante compleja y que en determinadas oportunidades, inclusive, uno no sabía si tenía que mandar un parte al Comando de Operaciones del Atlántico Sur o al Comandante del teatro de Operaciones Sur, porque él se ocupaba o debía ocupar de la logística (...). Pero yo recuerdo que en un momento determinado, dije 'Y bueno, se tendrá que enterar el mundo de que a mí me hace falta esto, pero yo hago un parte informativo al Comando en Jefe del Ejército, al Estado Mayor Conjunto y a todos', porque yo no sabía bien a quién tenía que recurrir.
Preguntado: ¿Quién era su superior el día catorce? {de junio, cuando se produce la rendición}
Dijo: Mi superior directo, yo entiendo que seguía siendo el Comandante del TOAS (...).
Preguntado: Concretamente, el día catorce, ¿de quién depende Ud. directamente? Porque Ud. se entendió directamente con el Comandante en Jefe, ya.
Dijo: Me entendí con el Comandante en Jefe por otra razón.
Preguntado: ¿Cuál?
Dijo: La razón fue que en ese momento, me pareció que la situación era tan urgente, que debía motivar en forma inmediata, quizás, una resolución política del Estado. Y que por esa razón yo debía llamarlo al General Galtieri antes que al General García (...).58
El 7 de abril Gran Bretaña anuncia la creación de una zona de exclusión marítima, a ser aplicada a partir del día 12. Desde esa primera semana de abril (mientras la llegada de la Flota británica era esperada para el 17 de ese mes), comienzan a elaborarse los planes contribuyentes al cambio de objetivo estratégico. Dichos planes fueron en general elaborados por los mismos Comandantes de las operaciones:
- El Plan Esquemático 1/82 del TOAS, cuya misión era impedir la recuperación de las Islas. A pesar de que asignaba tareas particulares a los componentes de cada Fuerza que operaban en Malvinas, otorgaba a éstas la responsabilidad por el apoyo logístico, reservándose a sí mismo (a través del Comandante Militar Malvinas) la coordinación. La inexistencia de una instancia centralizadora del apoyo logístico probaría prontamente ser una insalvable dificultad para las operaciones militares en las Islas, signadas por la carencia de recursos adecuados.
- El Plan de Operaciones 2/82, emitido por el Comando Aéreo Estratégico el 7 de abril, que naturalmente fijaba objetivos sólo para la Fuerza Aérea. Estipulaba la colaboración de su comando con el TOAS, cuyo Comandante sería autoridad de coordinación sólo para impartir la orden de ataque.
- El Comando Militar Malvinas, que por su naturaleza era un comando conjunto, no emitió un plan formal. En la práctica ofició la coordinación; y su Estado Mayor no contó con medios de apoyo, limitándose a una función de análisis y asesoramiento.
Las acciones militares sorprendieron al Estado Mayor Conjunto en la etapa inicial de planificación de la evolución del probable conflicto, que le había sido ordenada el 9 de marzo, independientemente de lo realizado por la Comisión de Trabajo citada en el punto anterior. Asimismo, tampoco fue consultada la organización conjunta acerca de la factibilidad de los objetivos perseguidos en cuanto a la "consolidación" de la conquista, teniendo en cuenta que el EMCFFAA era el encargado de planificar la eventual reacción británica. La consideración de las capacidades del enemigo tampoco estuvo presente en la fase de planificación, constituyendo una de sus más graves fallas.
Ahora bien, ¿cuál hubiese sido la secuencia lógica de planificación? Un análisis de la doctrina de planeamiento utilizada entonces por las Fuerzas Armadas, indica que técnicamente hubiese debido estar constituída de la siguiente manera:
- elaboración por parte de la Junta Militar de la Apreciación y Resolución de la Estrategia Nacional, documento que fija las hipótesis de conflicto y de guerra, a partir de los Objetivos Nacionales por ella determinados;
- elaboración por parte del Estado Mayor Conjunto, a partir del documento antecitado, de la Directiva Estratégica Nacional (DENAC), y -de ella derivada- de la Directiva Estratégica Militar (DEMIL);
- finalmente, y también por parte del EMCFFAA, elaboración del Plan Esquemático de Campaña, que guía el uso del poder militar en función de los objetivos prefijados.
Por cierto, este esquema técnico jamás hubiera podido ser cumplido. La introducción de consideraciones políticas en la estructura y comandos de las Fuerzas, característica de los períodos anteriores, había dejado de lado sistemáticamente la construcción de la capacidad técnica propia de la profesión. Prueba palpable de ello es la historia del Estado Mayor Conjunto, creado en 1948, para convertirse en el destino más odiado por cualquier oficial. Esta estructura y su capacidad de incidir sobre la composición, presupuesto y capacidades de los servicios particulares, propia de cualquier fuerza armada que se precie, en Argentina ha sido (y continúa siendo) una suerte de freezer para la carrera del oficial. En el caso de la guerra de Malvinas, el Estado Mayor Conjunto podría haber sido el órgano natural de la labor de planificación. En realidad, comenzó su actuación sobre los hechos, modificando y ampliando lo elaborado por la Comisión de Trabajo.
Un testimonio describe la situación desde el punto de vista militar:
Creo que, detrás de todo lo realizado por la conducción estratégica militar y operacional, así como de sus omisiones, existe una gran causa fuente, origen de todo: la conducción política militar superior no pensaba que se llegaría a la guerra (...). Por ello, antes del 2 de abril se relegó el planeamiento de la defensa y se dio prioridad al riesgo de una agresión de Chile sobre la de los británicos, y después del 2 de abril, ante el cambio de la situación, se improvisó, pero aún sin convicción. (...)
Además de esta interpretación sobre la apreciación del proceder del enemigo y consiguiente empleo del factor tiempo por parte del Comité Militar con el asesoramiento del Estado Mayor Conjunto, se pueden observar otros dos hechos negativos, generados por decisiones que competen a la conducción estratégica militar, o a la estrategia operacional que tiene la responsabilidad de formular los requerimientos del caso:
- Un Comando de Teatro de Operaciones, es el organismo donde más clara e integralmente se materializa la conducción de operaciones conjuntas. Sin embargo, el CTOAS no llegó a constituir, en ningún momento, un comando conjunto, integrado por las tres Fuerzas. Fue un comando específico de la Armada, con representantes de la Fuerza Aérea y del Ejército.
-La estrategia militar en la repartición de fuerzas asignó prioridad al TOS {Teatro de Operaciones Sur} (que era un teatro potencial), sobre el TOAS (que era donde se habría de librar la guerra. (...). Los medios de la Fuerza Aérea con real capacidad no fueron asignados al CTOAS, la Flota de Mar no fue arriesgada (...) y los medios más aptos del Ejército para la defensa de las islas quedaron en el continente.
(...)
{Respecto del Plan Esquemático del TOAS} 1) El orden de batalla no incluía medios aéreos en cantidad y calidad (...), que quedaron integrando la Fuerza Aérea Sur (FAS), dependiente del Comando Aéreo Estratégico (CAE), y que debería coordinar sus acciones con el CTOS y CTOAS, a través del EMC.
El riesgo de una eventual agresión de Chile constituiría una de las causas de esta resolución del Comité Militar, con asesoramiento del EMC (...).
En cuanto a razones doctrinarias, como fundamento para esta solución no resultan aceptables, primero por no existir aún doctrina conjunta sobre estos aspectos, pero fundamentalmente, porque frente a los hechos, las exigencias de la realidad son las que mandan. Este error es una causa principal de la ausencia de operaciones conjuntas (salvo algún reaprovisionamiento en vuelo y el ataque al HMS Invencible) y, lo que es más grave, de la inexistencia de una real batalla aeronaval (...).
Aquí podemos observar cómo un error que tiene su origen en la conducción estratégica militar se proyecta y acrecienta en la estratégica operacional. En efecto, la no asignación o empleo decidido de la masa del poder aéreo y naval en el TOAS, originó un evidente desconcepto: se pretendió defender unas islas ubicadas a 600 Km del continente, básicamente con fuerzas terrestres cercadas (...).
(...) faltaba, evidentemente, un auténtico espíritu conjunto que, sin embargo, un conductor superior podría haber impuesto. Así, las rivalidades y divergencias hicieron lo suyo (...).
4) (...) la claridad conceptual tendría que haberse abierto camino denominando y organizando el Comando de la Guarnición Militar Malvinas como un real comando conjunto, con su correspondiente estado mayor conjunto. Al no denominarlo {así} y asignar tareas directamente a los componentes, se afectaba la unidad de mando y la acción conjunta.(...)
5) El CTOAS (...) no centralizó el apoyo logístico que, consecuentemente, quedó a cargo de cada componente. (...) Cuando cada componente del Comando Militar Malvinas quedó sujeto al apoyo de su fuerza, se perdió la posibilidad de un empleo racional de los escasos medios, con particular incidencia sobre la función de transportes desde el continente (...)59
Hasta mediados de mayo y frente a las consecuencias del ataque al Crucero General Belgrano (que desnudó la intencionalidad de la política británica), la ruptura de la cadena natural de mandos se conjugó con un empleo limitado del poder militar, y una increíble incapacidad de algunos comandantes para diferenciar los aspectos morales de las ineptitudes profesionales:
En virtud de los conocimientos que posee este comando sobre los problemas operacionales existentes en el sector donde se desarrollan las operaciones militares, se eleva este informe y plan.
Algunas de estas ideas fueron expuestas a COATLANSUR antes y después de la reunión del Comité Militar, pero aún contando con su respuesta, entiendo es mi obligación como comandante ampliar dichos conceptos.
Tema: necesidad de recuperar la iniciativa en las operaciones y asegurar la continuidad de las mismas.
(...)
1) Se recibe información e inteligencia aceptable proveniente del nivel estratégico militar.
2) Al parecer existen limitaciones en el nivel estratégico operacional y el nivel táctico superior, para obtener información confiable y oportuna sobre el enemigo.
3) Los medios requeridos para satisfacer lo expresado en 2) (...) están bajo el control de un comando independiente (Fuerza Aérea Sur) que lleva a cabo operaciones visiblemente no coordinadas con COATLANSUR.
(...)
C.1. Si bien por información de COATLANSUR sabemos que hay limitaciones en los medios, que desconozco, pienso que poco a poco, estamos cediendo casi totalmente la iniciativa al enemigo, producto de la reticencia en el actuar desde el continente.
D. Campo Logístico
1) Hay un problema de logística de creciente magnitud (...) {se describen los problemas}.
Todo lo expresado, no afecta ni afectará el espíritu de esta guarnición militar conjunta, para hacer frente al enemigo, con todos los medios a su disposición y la máxima decisión, en procura del cumplimiento de la misión asignada.60
Por otra parte, el hecho de que las Fuerzas Armadas fueran al mismo tiempo gobierno, produjo una innegable confusión en la cadena de mandos, al introducirse consideraciones políticas en la actuación de los jefes militares. En este sentido, la incapacidad de los comandantes para transmitir con la severidad necesaria lo que efectivamente estaba sucediendo en el teatro de operaciones al Gobierno en Buenos Aires, fue en detrimento cierto de la búsqueda de soluciones a los acuciantes problemas de logística.
La rivalidad entre las fuerzas, aumentada por la crisis política del Gobierno militar, introdujo nuevos elementos en las decisiones militares de la guerra. Véase por ejemplo la siguiente orden dirigida a la actuación del Ejército:
- El plan de defensa en ejecución por usted elaborado respondió a la necesidad de disuadir un desembarco inglés.
- Dicho efecto se logró en Puerto Argentino pero ha quedado sobrepasado por cabeza de playa establecida.
- La Armada Nacional ha aportado su alta cuota de sangre en esta contienda.
- La FAA ha puesto de manifiesto su decisión a través del alto costo en vidas y material que significa su accionar.
- El Ejército aparenta mantener una actitud estática en una defensa, que de proseguir indefinidamente, languidecerá en sus posiciones sin tan siquiera llegar a combatir con la masa de sus efectivos.
- En sus futuras decisiones descansa el honor del EA.
- A fin de revertir esta situación le hago llegar las siguientes ideas rectoras a cumplir:
. Responde a exigencias de orden político internacional y nacional.
. Resulta imprescindible empeñar en combate al Ejército Argentino.
. Deberá adoptar de inmediato una actitud táctica ofensiva con efectivos muy importantes.
- Para ello desafecte efectivos significativos de las posiciones de defensa de PUERTO ARGENTINO y si fuera necesario, FOX y HOWARD, para empeñarlos lo antes posible contra la cabeza de playa. (...).61
También fueron características en el Ejército las decisiones superpuestas o unilaterales, sin que intervinieran los responsables directos del caso. Según testimonios de varios de los protagonistas, tal fue el caso del envío de la III Brigada de Infantería -con asiento en Corrientes- a las Islas Malvinas, causando problemas logísticos a las tropas ya asentadas, y de despliegue a la misma Brigada, que luego de preparativos y viaje agotadores encontró, además de un clima para el que no estaba adecuada, a un Comandante Malvinas que no sabía como disponer su empleo:62
A esta altura de los acontecimientos la situación de conjunto distaba mucho de aquella del 2 de abril (...). Los fundamentos políticos habían variado considerablemente, los factores estratégicos se estaban volcando rápidamente en contra. El plan de defensa (...) debe ser reestructurado para incluir en el dispositivo táctico a las nuevas unidades en transporte desde el continente.(...)
Así llegamos al 28 de abril con una nueva organización de las relaciones de comando de las fuerzas terrestres: Agrupación de Ejército Puerto Argentino y Agrupación de Ejército Litoral. Como dice el informe oficial {del Ejército Argentino} la sola disposición de más fuerzas no soluciona los problemas tácticos y se crean nuevos problemas de logística y movilidad.
Las razones políticas nuevamente se interponen dificultando la conducción de las tropas. Se decide la ocupación de la Gran Malvina, contrariamente a lo opinado por el Comandante del TOAS y del Comandante Conjunto de la Guarnición Militar Malvinas que previenen sobre el riesgo de empeñar fuerzas al Oeste del Estrecho de San Carlos.63
A partir del mes de mayo, las dificultades de operación de las fuerzas argentinas comienzan a ser definitorias. La doble acción británica (el bloqueo aeronaval, y el ataque terrestre con objetivo final Puerto Argentino) se intensifica. Sin embargo, las acciones de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval, y la resistencia de las fuerzas terrestres, retardan la consecución del objetivo británico.
Recién sobre el final de la guerra (el 24 de mayo), frente a las innumerables dificultades de coordinación y la superposición de los distintos comandos, que fue creado un comando conjunto: el Centro de Operaciones Conjuntas (CEOPECON). Sin embargo, se mantuvo la estructura preexistente, con lo cual sólo se sumó un nuevo comando. Por otra parte, el CEOPECON -cuyos integrantes no se hicieron presentes en Malvinas- dedicó su atención sólo a los problemas logísticos, y no a los de conducción:
La estrategia acumulativa británica se hace sentir en forma pesada sobre las distintas guarniciones argentinas en las islas: cañoneos, bombardeos, acciones de reconocimiento e intentos de desembarco, perturbaciones electrónicas creando falsas imágenes en las pantallas de los radares de defensa. Frecuentes alertas "rojas" van desgastando al personal. No llegan los buques que debían transportar las armas, vehículos y equipos pesados desde la Patagonia. El puente aéreo valientemente establecido por los pilotos argentinos logra paliar parcialmente esta limitación. Los niveles de abastecimiento disminuyen día a día. El clima es riguroso, las horas de luz escasas, la tierra transpira agua, las obras de fortificación están anegadas. Desde el 12 de mayo las tropas sólo hacen una comida fuerte por día.
(...)
El Comandante Conjunto Malvinas expone al Comandante del TOAS los problemas derivados de la superioridad a‚rea y naval inglesa y eleva al Comando en Jefe del Ejército el 16 de mayo un informe completo de la situación. (...)
Como consecuencia de este informe la Junta Militar ordena el 24 de mayo la constitución en Comodoro Rivadavia del Centro de Operaciones Conjuntas (CEOPECON) integrado por el Comandante del V Cuerpo de Ejército, el Comandante del TOAS y el Comandante de la Fuerza Aérea Estratégica. Esta estructura colegiada tendría en el futuro la misión de conducir las acciones de las Fuerzas Armadas en el nivel estratégico operacional.64
El impacto de la guerra en la mentalidad militar
La Guerra de Malvinas constituyó el acontecimiento crítico a partir del cual se produce un viraje en el devenir de la mentalidad militar en el Ejército:
- En el plano de los valores técnico-profesionales, diversos elementos constituyeron un fuerte impacto para la creencia en la capacidad de la institución para desarrollar sus tareas:
- La falta de una organización, mentalidad y adiestramiento conjuntos aparecen, en este sentido, como un factor determinante de la actuación militar. Las escasas operaciones combinadas que se realizaron no fueron producto de una organización conjunta, sino de iniciativas particulares y de un aprendizaje frente a las necesidades que demostró la capacidad de los combatientes argentinos.
- Asimismo, en el plano operacional se demostró la existencia de serias lagunas. Por caso, el teatro Malvinas, que no formaba parte de las hipótesis de conflicto, no era considerado en los "juegos de guerra" o en la planificación de prácticas destinadas a un teatro con sus características.65
- La falta de aplicación de elementos técnicos indispensables, como la adecuada planificación, resultó en este sentido otro golpe a la visión de la institución militar como aquella naturalmente organizada, en contraste con las instituciones civiles.
- La organización militar argentina enfrentó, con una conducción dividida, a un enemigo que no sólo era superior en los medios materiales, sino al "pionero" de la organización militar conjunta. El Estado Mayor Conjunto Británico, de relevante actuación en la Segunda Guerra Mundial y espejo en el cual se reflejó el Joint Chiefs of Staff norteamericano, efectuó la planificación y conducción estratégica del conflicto Malvinas por parte de Gran Bretaña. El poder político, por su parte, fue organizado inmediatamente con un Comité de Crisis, mientras por la parte argentina no se contaba con una conducción política superior integrada:
No existió, durante el desarrollo del conflicto, una conducción que centralizara, en forma orgánica, contínua y eficiente, el ejercicio de un comando unificado, con control de todos los factores que conformaban las situaciones de crisis.
El COMIL tampoco ejerció la autoridad de la que estaba legalmente investido, debido a las interferencias que, en mayor o menor grado, produjeron los Comandantes en Jefe según sus modalidades, personalidad y costumbres.66
- En el plano de los valores morales, los cuestionamientos al ejercicio de la autoridad fueron relevantes para el germen de la futura crisis:
- Las características del ejercicio de la autoridad y el mando, escasamente proclive a la iniciativa de los subordinados, y la excesiva autonomía de los integrantes de la conducción superior, fueron uno de los principales factores de la ruptura de la cadena de mandos, siendo la sensación remanente que cada parte actuaba por su cuenta. Se vulneró de esta forma uno de los principios básicos de la organización militar, cual es el ser una organización jerárquica y lógicamente organizada, que funciona en base a la transmisión clara del mando a través de una cadena. Al agregar la competencia interfuerzas, puede evaluarse las dificultades insalvables para una acción en conjunto:
El esquema de mando, aparentemente sencillo, se vio complicado por la intervención frecuente de los comandantes en jefe relativa a aspectos de la conducción de los niveles dependientes, con lo cual se vulneraba uno de los principios básicos de la conducción conjunta, ya que éste determina que el mayor nivel de jerarquía de cada fuerza no debe tener responsabilidad en la conducción de operaciones, porque su misión es capacitar sus medios para entregarlos oportunamente a los comandos operativos (...) ejecutando con posterioridad solamente su apoyo logístico. De esta forma, la interferencia a la acción de los comandos creados en el nivel estratégico operacional no sólo se producía de arriba hacia abajo, sino que también se verificaba de abajo hacia arriba, pues los niveles dependientes constataban que la mejor solución de sus problemas se lograba a través de la vía que conducía a sus respectivos comandantes en jefe, por lo cual el canal normal quedaba casi neutralizado. Esta situación repercutió sensiblemente en la coordinación de las operaciones, y aquella expresión que circuló insistentemente después del 14 de junio en la que se afirmaba que cada fuerza hizo su propia guerra, si bien no respondía totalmente a la realidad, tuvo un gran fondo de razón.67
- En lo referente a la actitud hacia la sociedad y hacia la política, puede deducirse que:
- La confluencia, en los mismos actores, del poder político y el militar, y la intervención en los asuntos políticos del país, produjo uno de los resultados que sin duda más impactó en las Fuerzas Armadas. En primer lugar, por la derrota en un campo específicamente militar, para el cual no se encontraron preparadas, dado el anterior desvío de sus funciones específicas. Y por otra parte, por la confusión y perjuicios que en el campo de la conducción de la guerra originaron la intervención de criterios políticos ajenos a la lógica de la operación militar.
- Por otra parte, los efectos de la guerra en la relación con la sociedad no tardarían en demostrarse, catapultando a las fuerzas armadas y particularmente al Ejército a la denostación pública.
- Respecto de las perspectivas:
- El modo de ver y comprender la realidad nacional cambiará radicalmente a partir de las nuevas condiciones de las relaciones cívico-militares, derivadas del acápite anterior.
- El modo de ver y comprender la realidad internacional se derrumba estrepitosamente. La ubicación en el bloque "occidental y cristiano" no encuentra argumento frente a la "traición" de los presuntos socios. Las fallas en la consideración de las hipótesis de conflicto resultaron así un fuerte impacto, al reformularse los conceptos mantenidos durante décadas respecto de enemigos internos, y respecto de posibles conflictos con los países limítrofes. En este sentido, la necesidad de una planificación de las necesidades y riesgos que enfrenta la política de defensa nacional, se ha convertido en el eje a partir del cual se elaborara posteriormente una nueva ley de defensa. La primera guerra de las Fuerzas Armadas argentinas desde la organización de principios de siglo, fue contra el único adversario que -ocupando una parte del territorio nacional- nunca había sido considerado como tal en el planeamiento militar.
51. VIGON, JORGE. Estampa de Capitanes {1927}. El Espíritu Militar Español {1950}. Ediciones Ejército, Madrid, 1979, pág. 15. Esta obra era una de las lecturas de los jóvenes oficiales al iniciar su carrera.
52. Así lo demuestran las instrucciones recibidas por el canciller Nicanor Costa Mendez al asumir su cargo: "Al hacerse cargo de la Cancillería, el Doctor Costa Mendez tuvo dos reuniones con el General Galtieri, en las cuales éste le impartió -entre otros temas- la directiva de activar al máximo las acciones diplomáticas tendientes al reconocimiento de nuestra soberanía en Malvinas, agregando que no descartaba que se tuviese que llegar a algo más que la diplomacia". JUNTA MILITAR. Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el conflicto del Atlántico Sur. Informe Final. Buenos Aires, 1983, punto 64. También, "El día 20-MAR-82, el Presidente Galtieri recibió al Doctor Eduardo Roca, recientemente designado embajador argentino en las Naciones Unidas. En esa audiencia, Galtieri le comunicó 'la decisión de ocupar las islas en el futuro, porque no quedaba otra salida'. Ibid, punto 73.
53. REPUBLICA ARGENTINA. CANCILLERIA. Comunicado, 2 de marzo de 1982.
54. Conocido como "episodio Davidoff" -por el apellido del empresario a cargo-, se produjo a partir del izamiento de la bandera argentina por parte de los obreros que formaban parte de la tripulación de dicha operación. Desencadenó una fuerte reacción británica, que exigió el abandono inmediato del lugar aduciendo la falta de autorización de esa misión comercial para encontrarse en ese territorio, a pesar de que existía un acuerdo formal con las autoridades argentinas acerca de las tramitaciones migratorias, y que el Consulado en Buenos Aires había autorizado la operación.
55. Ver SEINELDIN, MOHAMED ALI. Malvinas: un Sentimiento. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999.
56. COMISION DE ANALISIS... Informe Final, op. cit. pág. 143. Según esta Comisión, el principal error de esta planificación fue fijar como objetivo no sólo conquistar -como hubiera correspondido a la intención de negociar-, sino consolidar y asegurar, lo cual condujo a una escalada militar en la que Argentina necesariamente habría de salir perjudicada.
57. Uno de los ejemplos es citado por el entonces Canciller, Nicanor Costa Méndez: "Los integrantes del Comité Militar habían asumido en la reunión informal celebrada el día 24 (de marzo) una posición firme y precisa. El almirante Anaya lideraba el grupo. La Marina de Guerra consideraba que tenía cierta prioridad en la conducción de la política argentina en el Atlántico Sur y por tanto una suerte de primera responsabilidad en toda decisión que afectara las disputas que con Gran Bretaña y Chile mantenía la Argentina en la zona. El general Galtieri también asumía una posición enérgica, tanto porque ella acomodaba a su carácter y a su estilo, como porque creía que la fuerza por él comandada no le podía ir en zaga a la Marina en cuestiones de soberanía.(...)". COSTA MENDEZ, NICANOR. Malvinas. Esta es la Historia. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1993, pág. 143.
58. Declaración testimonial del General Luciano B. Menendez, Comandante del Teatro Malvinas, a la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico Sur, 20/4/1983.
59. AGUIAR, FELIX (Coronel RE). "La crisis y la guerra", en AGUIAR, FELIX R. Y OTROS. Operaciones Terrestres en las Islas Malvinas. Círculo Militar, Buenos Aires, 1985, págs. 37 a 39.
60. "Situación en las Islas Malvinas el 16 May 82", Mensaje del Gobernador Islas Malvinas (General Menéndez) al Jefe de Estado Mayor del Ejército. En ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO ARGENTINO. Informe Oficial Conflicto Malvinas. Buenos Aires, julio de 1983, tomo II. El subrayado es nuestro.
61. Mensaje del Comandante de Cuerpo de Ejército V al Comandante Militar Malvinas, 26 de mayo de 1982,en EJERCITO ARGENTINO. Informe Oficial..., op. cit., Tomo II.
Para observar las diferentes perspectivas, véase cómo describe Seineldín el "espíritu" de la Fuerza:
"A diario sentía que las Islas cada día me pertenecían menos.
"-Buenos días, mi Teniente Coronel. ¿Cómo está? Acabo de llegar con mi Unidad -me saludó un conocido Teniente Coronel, jefe de un Regimiento de Infantería; sus soldados, en largas columnas, avanzaban hacia Puerto Argentino, transportando sus pesadas cargas.
"-¡Bienvenido! Estamos cumpliendo con una de las misiones de mayor trascendencia del siglo (...).
"- Mi Teniente Coronel, quizás lo que voy a decir no le gustará, pero... Este desorden es el preludio de la derrota.
"Quedé conmovido y sin respuestas. En un primer momento rechacé lo que me decía (...). A pesar de ello, este embate entre dos formas de mando, una racional y la que yo ejercía, que era espiritual, me dejó muy preocupado y en estado de reflexión. Era la primera expresión negativa que escuchaba desde nuestra llegada a las Islas. Posteriormente, hubo otras; pude comprobar, casi a diario, que nuestra identidad nacional y religiosa no era la que suponíamos.
"Las diversas participaciones de las Fuerzas Armadas, para reemplazar a los gobiernos constitucionales, habían dejado sus ingratas consecuencias: nos fueron alejando, paulatinamente, de nuestra función específica. Este ambiente me fue obligando, lentamente, a aislarme en el seno de mi propia 'familia' del Regimiento 25 (...)." SEINELDIN, MOHAMED ALI. Malvinas: un Sentimiento..., op. cit., pág. 95.
62. Galtieri debió aún afrontar cargos ante la justicia civil por el envío de esta Brigada.
63. LANDABURU CARLOS A. (Coronel). La Guerra de las Malvinas. Círculo Militar, Buenos Aires, 1988, págs. 135-136. La decisión de enviar la III Brigada había sido tomada por el General Galtieri en una visita a las Islas el 22 de abril, sin consultar al Estado Mayor del Comando Malvinas, al TOAS, o al Comité Militar.
64. LANDABURU, CARLOS A. La Guerra..., op. cit., págs. 161-162.
65. Preguntado el General Galtieri en su declaración a la Comisión de Análisis de la Junta Militar, acerca de si había trabajado en algún ejercicio o asunto vinculado estratégicamente con la defensa de una isla, respondió
que no. Ver Declaración Testimonial del Tte Gral (R) L.F. Galtieri ante la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico Sur, 21 de abril de 1983.
66. COMISION DE ANALISIS... Informe Final, op. cit., pág. 765/66.
67. CERVO, FRANCISCO (Coronel). "La concentración y el despliegue de los medios", en Operaciones Terrestres..., op. cit., págs. 100-101.