Título: España. Libro Blanco de la Defensa 2000 - Capítulo VIII
CAPÍTULO VIII
EL SOPORTE ECONÓMICO DE LA DEFENSA
Durante la primera mitad de la década de los años noventa, la transformación del escenario estratégico provocó una revisión general a la baja de los presupuestos de defensa de los países occidentales en busca de lo que se ha dado en llamar el dividendo de la paz. España no ha sido una excepción a esta tendencia, y los presupuestos de defensa españoles han sufrido sucesivos ajustes y recortes que han dificultado la modernización de las Fuerzas Armadas y afectado a la actividad de la industria de defensa.
A este respecto es significativo que ya en el Preámbulo de la Directiva de Defensa Nacional 1/96 se afirmase que "como parte de su contribución a la tarea común de la defensa y consciente de las carencias actuales derivadas de las insuficientes dotaciones presupuestarias de los últimos años, se dedicarán recursos en una cuantía suficiente para la consecución de unas Fuerzas Armadas acordes con el papel que a España le corresponde ejercer". Por ello, al establecer los criterios sobre los recursos presupuestarios de la Defensa afirma que se deben asentar sobre "bases realistas para hacer posible la profesionalización gradual de los efectivos de tropa y marinería, así como para adecuar el armamento, material, equipo e infraestructura a las necesidades".
Un esfuerzo de Defensa solidario y efectivo
Kosovo ha reavivado con fuerza el propósito de reforzar el papel de la Unión Europea en el escenario internacional, confirmando aquellas palabras de Monet, quien, al hablar de Europa, decía que sólo se acepta el cambio ante la necesidad y sólo se ve la necesidad ante la crisis. Europa quiere dejar de ser escenario de lo que ocurre para convertirse en actor y por ello debe hacer frente a este reto mediante un esfuerzo de defensa colectivo de todos los países de la Unión que se comprometan a hacerlo, esfuerzo que ha de ser proporcionado a las capacidades económicas respectivas. Invertir en defensa es también construir Europa, sin que sea posible delegar en otros esta responsabilidad. La postura española debe ser solidaria en este ámbito con sus socios europeos.
Este esfuerzo revierte, en gran medida, en crecimiento económico a causa de la innovación tecnológica que implica y de su repercusión en la demanda global. Consciente de ello, España ha doblado en el cuatrienio 96-99 los gastos en inversión y desarrollo, y hace patente su compromiso de mantener e impulsar, en el marco de la política de seguridad europea, una industria de defensa moderna, eficaz y competitiva.
Se trata ahora de llevar el esfuerzo presupuestario al nivel que el interés nacional está demandando. Existe un nexo lógico entre el papel preeminente que España quiere desempeñar en el concierto internacional y el cumplimiento responsable de los compromisos adquiridos en seguridad y defensa, si se pretende ser un país con un peso acorde con nuestra Historia y nuestros intereses.
Situación actual
Conocidos los criterios fundamentales por los que ha de regirse el soporte económico de la Defensa, es conveniente hacer constar que en 1996 España disponía de unas Fuerzas Armadas que contaban con unos efectivos de 30.000 soldados y marineros profesionales y unos 150.000 procedentes del reclutamiento obligatorio.
El presupuesto de Defensa pasaba por un largo ciclo de reducción de los recursos desde 1990, en que contaba con un presupuesto no financiero de 869.992 millones de pesetas, hasta 1993 que sólo se cifró en 757.232 millones de pesetas. Posteriormente se inicia una tímida recuperación, llegando en 1996 a alcanzar la cifra de 865.972 millones de pesetas, inferior en 4.020 millones al de 6 años antes.
Es preciso hacer constar que se produjeron, además, importantes minoraciones en los créditos iniciales, al declararse durante varios ejercicios como "No Disponibles" los importes que aparecen recogidos en el siguiente cuadro, lo que motivó una reducción encubierta de las dotaciones de recursos para la Defensa por acuerdos del Consejo de Ministros.
[Ver Figura 1
]
Es a partir de 1997, al decidirse la profesionalización, la integración internacional y la modernización, cuando se aportan mayores recursos a la Defensa, que consolidarán en el año 2000 un incremento del 4%, con el fin de cumplir los objetivos señalados por el Gobierno.
[Ver Figura 2]
Pero no es sólo el presupuesto el único procedimiento empleado para allegar recursos a la Defensa. Para impulsar la modernización del material se ha recurrido a otro mecanismo de financiación, mediante la cooperación del Ministerio de Industria, que prefinancia el desarrollo de los tres programas principales de armamento: el avión EF-2000, las fragatas F-100 y el carro de combate Leopard. Esto significa una aportación de fondos a la industria, en la modalidad de créditos reintegrables sin interés, que ha supuesto un importe de 123.131 y 115.536 millones de pesetas durante los años 1998 y 1999, respectivamente, y una previsión de 140.515 millones en el 2000.
Asimismo se han declarado ampliables en las diversas Leyes de Presupuesto los créditos que financian la participación de Unidades españolas en Operaciones Internacionales de Paz, lo que ha supuesto anualmente un incremento medio de 20.000 millones de pesetas adicionales para el pago de retribuciones, gastos de vida y funcionamiento e inversiones de las fuerzas desplegadas en el exterior.
Tampoco debemos olvidar las autorizaciones concedidas por la Ley de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social, que permiten a la Gerencia de Infraestructura y Equipamiento de la Defensa atender a las necesidades operativas de las Fuerzas Armadas y financiar de forma indirecta su modernización con el producto de la enajenación de bienes muebles e inmuebles que sean puestos a su disposición por el Ministerio.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que los excedentes económicos generados por la enajenación del parque de viviendas militares se podrán aplicar a coadyuvar a la dotación económica de los procesos de modernización y profesionalización de las Fuerzas Armadas, una vez deducidos los gastos de apoyo a la movilidad geográfica.
Es importante destacar que los futuros presupuestos del Ministerio de Defensa deberán enmarcarse en la línea de estabilidad económica mantenida por el Gobierno como requisito fundamental para el progreso general de España y que básicamente persigue los siguientes objetivos:
- Afianzar nuestra incorporación a la Unión Monetaria, mediante la reducción del déficit público y la convergencia de los tipos de interés con los del resto de socios de la eurozona.
- Incrementar el nivel de empleo, clave de la convergencia real y sobre la que se asienta el presente y futuro de políticas como las pensiones.
- Mejorar el sistema de protección social y garantizar su futuro.
[Ver Figura 3]
El horizonte financiero
El escenario económico que se plantea el Gobierno prevé continuar reduciendo el déficit público; situar la inflación por debajo del 2%, meta y objetivo que coinciden con el techo establecido por el Banco Central Europeo para la Zona del EURO; y un crecimiento económico que supere en dos puntos porcentuales al estimado por EUROSTAT para la media de los once países que integran la Unión Monetaria, lo que amplía el diferencial respecto a años anteriores y acelerará el proceso de convergencia real con los países más avanzados de Europa.
Conociendo las previsiones del esfuerzo presupuestario, es el momento de concretar el horizonte financiero hacia el que debe moverse la Defensa en los próximos años.
La Política de Defensa, como política general, no es algo que incumba exclusivamente al Ministerio de Defensa. El gasto de Defensa es un gasto en seguridad y estabilidad, soporte y base ineludible de cualquier pretensión de bienestar económico y social. Por tanto, debe estar interconexionado con las actuaciones de los diferentes organismos de la Administración.
La Ley 44/82 de 7 de julio de Dotaciones Presupuestarias para Inversiones y Sostenimiento de las Fuerzas Armadas, prorrogada y modificada por las Leyes 6/87 y 9/90, resultó útil durante la década de los años ochenta para desarrollar el programa conjunto de inversiones, reposición de material, equipo y armamento, y sostenimiento de las Fuerzas Armadas. No obstante, a partir de 1991, al dejar sistemáticamente de cumplirse las previsiones establecidas en la Ley, se produjo una importante quiebra en el proceso de modernización, por lo que dicha Ley dejó de ser el marco adecuado para atender a la evolución y modernización de los Ejércitos.
Para alcanzar el horizonte financiero necesario que permita dotar de medios y modernizar las Fuerzas Armadas se establecerá una línea de actuación que, a medio y largo plazo, determine, dentro de las directrices económicas generales del Estado, unos compromisos que permitan validar y dar adecuado soporte a unos objetivos concretos y alcanzables, cuantificando las necesidades financieras del Ministerio de Defensa con objeto de que tengan cobertura adecuada en los presupuestos de cada año.
Este compromiso de establecer el soporte económico de la defensa debe tener un doble carácter, cuantitativo y cualitativo. Cuantitativo, porque no podrá asumirse sin inyectar fondos en el Sistema de Defensa, en términos absolutos. Cualitativo, porque la propia estructura deberá proporcionar ayuda a la financiación por vía del ahorro, como fruto de la mejora de la gestión y mediante la racionalización de la organización.
El esfuerzo cualitativo, o interno, aparte del ahorro que pueda generar, contribuirá decisivamente a mejorar la calidad de los Ejércitos, al establecerse como meta, una vez cumplido el objetivo de la plena profesionalización, la reducción progresiva del porcentaje de gastos en personal y el incremento de los fondos destinados a material.
Al final de la primera década del siglo se pretende converger en la distribución de gastos presupuestarios con aquellas naciones de la Alianza que aspiran a la excelencia de sus Fuerzas Armadas. De esta manera, la propia estructura de Defensa se compromete decisivamente, no sin un considerable esfuerzo, a favorecer la profesionalización en su más pleno sentido, es decir, Fuerzas Armadas profesionales, sí, pero mejorando significativamente los medios de que disponen.
El compromiso de carácter cuantitativo, o externo, para con el soporte económico de la Defensa se materializará en una mejora progresiva del gasto, de manera que, una vez finalizada la profesionalización, se llegue a converger en términos reales con nuestros socios de la Alianza y a alcanzar un nivel que nos sitúe, en los parámetros más significativos, en la media de los países europeos de la OTAN.
En este sentido, se considera como objetivo importante impulsar un marco financiero estable y realista que evite incertidumbres presupuestarias y marque las pautas que den adecuado soporte a los procesos de profesionalización y modernización. Ello permitirá llegar de forma paulatina a la profesionalización total de las Fuerzas Armadas, dar estabilidad a las adquisiciones de material, incrementar la cooperación internacional, aumentar gradualmente las dotaciones presupuestarias y promover la potenciación de la industria de defensa.
Este escenario debe basarse en la cuantificación de objetivos concretos para cuya obtención se establecerán las adecuadas previsiones de créditos, conjugando los intereses nacionales con las exigencias de una política común de contención del gasto público.
El esfuerzo es notable, los retos que se le ofrecen a España en los albores del nuevo milenio también lo son. La coherencia de los planteamientos en una sociedad madura como es la nuestra, sin duda, permite contemplar un futuro esperanzador para los propósitos trazados.