Título: España. Libro Blanco de la Defensa 2000 - Apéndice F
APÉNDICE F
LAS OPERACIONES DE PAZ Y AYUDA HUMANITARIA
Las Operaciones de Paz
Las operaciones de paz pueden abarcar, desde la simple ayuda humanitaria, hasta una compleja tarea de imposición de la paz entre bandos contendientes. Están basadas en los principios de legitimidad, multinacionalidad y uso limitado de la fuerza. Requieren también ciertas dotes de negociación y mediación, pero su verdadera eficacia depende indudablemente del legítimo poder efectivo que respalde el conjunto de las actuaciones. Esta legitimidad se deriva del consenso de la comunidad internacional, a través de las organizaciones de seguridad compartida y, en su caso, de la aplicación del principio de injerencia humanitaria, cuando la grave violación de los derechos humanos así lo demande.
Desde 1945, se han producido en el mundo más de cien conflictos. La primera intervención de Naciones Unidas tuvo lugar en 1948 en Palestina, cuando todavía España no formaba parte de la ONU, para supervisar la tregua tras el primer enfrentamiento árabe-israelí. Desde entonces hasta 1988 se registraron trece operaciones de esta índole.
Desde el final de la Guerra Fría, la actividad se ha intensificado, organizándose treinta y ocho operaciones de paz, diecinueve de ellas dirigidas directamente por Naciones Unidas, y otras tantas que, amparadas por una resolución del Consejo de Seguridad, han sido realizadas por distintas organizaciones regionales, como son la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, la Unión Europea, la UEO y la OTAN. La mayoría de ellas se han producido en la década de los años noventa. Como dato de referencia, la ONU ha organizado cuarenta y ocho operaciones, de las que mantienen todavía dieciséis activas, en las cuales participan setenta y cinco países con más de catorce mil hombres, sin contar los casi ochenta mil que se encuentran en la Antigua Yugoslavia.
Una importante diferencia entre las operaciones de paz de la primera época y las actuales es el carácter de los enfrentamientos. Si bien las primeras operaciones se emprendieron para mediar en conflictos interestatales como Palestina o Cachemira, en la actualidad suelen responder a conflictos de carácter interno, como ha ocurrido en los casos de Somalia, Ruanda y Sudán.
Otra de las características distintivas de las nuevas operaciones de paz es la intervención de importantes contingentes militares que hagan posible la labor de las organizaciones internacionales y permitan la actividad de las organizaciones no gubernamentales que, en muchos casos, se han convertido en la primera respuesta urgente a problemas humanitarios, en tanto se decide la intervención multinacional.
La posibilidad de tener que recurrir, en algunos casos, al uso de la fuerza para alcanzar la paz hace de los ejércitos uno de los instrumentos más adecuados para la realización de operaciones de apoyo a la paz y ayuda humanitaria. Aunque es evidente que no están diseñados para ello, no hay duda de que son las únicas organizaciones que tienen verdadera capacidad para llevarlas a cabo.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este tipo de operaciones ofrece ciertas singularidades. De una parte, exige un adiestramiento previo específico que familiarice a las unidades militares con unos cometidos que, por no ser los suyos naturales, les resultan extraños. Pero de otra, es necesario evitar el riesgo que supondría especializar a algunas unidades para su empleo casi exclusivo en operaciones de paz, ya que ello desvirtuaría el fin primordial para el que, como tales unidades militares, fueron concebidas.
Se debe, por tanto, tener presente que las unidades militares son aptas para operaciones de paz precisamente porque están preparadas para el combate, y esa es la clave de su poder disuasorio y de su eficacia.
Naciones Unidas
La Carta de las Naciones Unidas, en su Artículo 24, asigna al Consejo de Seguridad la responsabilidad primordial sobre el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, facultándola en el Capítulo VII para adoptar medidas de carácter coercitivo cuando esta paz se encuentre en peligro.
Naciones Unidas es la organización internacional que cuenta con mayor experiencia en el planeamiento, despliegue y dirección de operaciones de mantenimiento de la paz. No en vano han pasado cincuenta años desde que desplegó la primera misión de observadores militares en Oriente Medio, en junio de 1948, y más de cuarenta desde la primera operación de cascos azules en Suez, en 1956.
Esta preeminencia de la ONU ha sido reconocida por otras organizaciones internacionales que, al amparo del Capítulo VIII de la Carta, están asumiendo funciones delegadas por la propia Organización en el campo de la prevención y gestión de conflictos. En dicho capítulo, los Estados participantes reafirman su intención de fortalecer la paz regional mediante la participación en acuerdos regionales.
El Programa para la Paz, impulsado en 1992 por el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Boutros Ghali, racionalizó y consolidó los instrumentos específicos establecidos en el marco de Naciones Unidas para prevenir, controlar y poner fin a los conflictos. Estos instrumentos de gestión de las crisis, cuya denominación global es Operaciones de Apoyo a la Paz, se podrían definir como las operaciones de carácter multinacional, dirigidas por una organización internacional legitimada para ello y, normalmente, bajo los auspicios de Naciones Unidas, que tienen por objeto eliminar las amenazas a la paz y seguridad internacionales, empleando para ello medios pacíficos o haciendo el uso de la fuerza al nivel mínimo indispensable.
Las operaciones se articulan en una serie de medidas interrelacionadas entre sí, tales como la diplomacia preventiva, el establecimiento de la paz, el mantenimiento de la paz, la consolidación e imposición de la paz y la ayuda humanitaria. Estas medidas pueden ser llevadas a efecto con motivo de la resolución correspondiente establecida por las Naciones Unidas o por la OSCE que, a partir de la Conferencia de Helsinki de 1992, se constituyó en organización regional de la ONU, pasando a utilizar desde ese momento sus mismos principios.
Con el fin de atender, oportuna y eficazmente, a los requerimientos de Naciones Unidas para organizar operaciones de apoyo a la paz, surgió la necesidad de conocer previamente las fuerzas que cada país podría ofrecer para este tipo de misiones, capaces de desplegar con escaso margen de preaviso. La consolidación de esta idea ha sido el llamado Sistema de Fuerzas de Reserva (Stand-by Forces).
España firmó en 1999 con la Secretaría de Naciones Unidas el Memorándum de Entendimiento con vistas a formalizar nuestra participación en este sistema de fuerzas como un medio más para incrementar nuestro compromiso con las operaciones de apoyo a la paz. Nuestra contribución a este Sistema quedó señalada en el Apéndice E.
En este mismo sentido, el día 10 de junio de 1998, España se incorporó también como observadora a las reuniones de la Brigada de Alta Disponibilidad de Fuerzas en Espera de Naciones Unidas (SHIRBRIG), organización que cuenta actualmente con nueve miembros, encontrándose otros dos en proceso de incorporación. La contribución española se decidirá en 2000.
[Ver Figura 1
]
Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE)
La participación española en operaciones de paz no se limita exclusivamente a la ONU, sino que también contribuye a las iniciativas puestas en marcha por la OSCE, que, como ha quedado dicho, se declaró a sí misma como organización regional incluida en el Capítulo VIII de la Carta de Naciones Unidas. En el Consejo Ministerial de Roma de 1992, la OSCE estableció los principios por los que deberán regirse las operaciones de mantenimiento de la paz organizadas y dirigidas por esta organización.
Estos principios podrían resumirse en el respeto por la soberanía e integridad de los Estados miembro, el consentimiento de las partes, la imparcialidad y transparencia, el carácter multinacional, la unión al proceso político para la resolución del conflicto, la existencia de un mandato claro y de un plan para la retirada ordenada.
Los campos en los que la OSCE se ha mostrado más activa han sido el de la diplomacia o acción preventiva y el establecimiento de la paz. Merece destacarse la participación de miembros de las Fuerzas Armadas españolas bajo la cobertura OSCE en Bosnia y Herzegovina, Chechenia, Moldavia, Croacia, Georgia, Kosovo y Albania.
La contribución española
La Directiva de Defensa Nacional 1/96 afirma que, a partir del convencimiento de que nuestra seguridad se halla indisolublemente vinculada a la de los países vecinos, España se encuentra plenamente comprometida en la consecución de un orden internacional más estable y seguro, basado en la convivencia pacífica, en la defensa de la democracia y de los derechos humanos y en el respeto a las normas del derecho internacional, y que este compromiso se hace evidente con nuestra presencia y decidida participación en operaciones de paz.
España se incorporó a las misiones de paz en diciembre de 1988, al decidir el Gobierno contestar afirmativamente a la solicitud efectuada por la Secretaría General de Naciones Unidas para que un grupo de observadores militares españoles participase en la misión de verificación en Angola (UNAVEM).
Desde entonces, España ha promovido o participado en múltiples iniciativas humanitarias y de apoyo de paz surgidas en la comunidad internacional, particularmente en el entorno aliado. Esta generosa contribución española al mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo ha supuesto un importante esfuerzo para nuestro país y un alto precio tanto en sacrificio de vidas de militares españoles (son 19 los fallecidos en acto de servicio) como en coste material (supera los 177.000 millones de pesetas desde que se inició nuestra participación en 1988).
[Ver Figura 2]
La presencia actual de más de 3.000 militares españoles en operaciones de paz en diferentes partes del globo ha supuesto para España el lógico reconocimiento de la comunidad internacional como país responsable, capaz, fiable y comprometido con la defensa de los principios de las Naciones Unidas.
En este ámbito y con objeto de transmitir las experiencias recogidas en estos años, se han organizado y realizado en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Cruz Roja Española los primeros Cursos de Operaciones de Paz y Derecho Internacional Humanitario, en los que, junto oficiales españoles, han participado oficiales de países iberoamericanos, de Europa Oriental y africanos.
Las operaciones de ayuda humanitaria
En caso de catástrofes humanas, ya sean producidas por la naturaleza o consecuencia de conflictos bélicos, la comunidad internacional, presionada por las respectivas opiniones públicas, se encuentra con la necesidad de socorrer a las víctimas con urgencia y las más de las veces, bajo condiciones hostiles. La disponibilidad y la capacidad de disuasión de los ejércitos, nuevamente los convierten en los instrumentos más apropiados para esas tareas.
Las crisis humanitarias se caracterizan por ser imprevisibles y tener una fuerte repercusión no sólo donde surgen sino en el área colindante.
La saturación de los servicios públicos, el deterioro de las infraestructuras, los desajustes en los precios hacen insuficiente que el apoyo exterior se limite a salvar vidas. Resulta obligado transportar y distribuir las ayudas, proporcionar servicios vitales y facilitar asistencia sanitaria. Estos cometidos pueden realizarse por organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, la ausencia de seguridad del entorno hace obligatoria una presencia militar de protección.
La experiencia en la participación en misiones de paz es transportable a las operaciones de ayuda humanitaria. Sirva de ejemplo la actuación de nuestras fuerzas en la región kurda o en Centroamérica.