Las incertidumbres con las que el siglo XXI arribó a la historia humana han producido ingentes ejercicios de pensamiento. La ausencia de certezas respecto del comportamiento del sistema internacional en el futuro es una de las facetas de un cambio que es, en realidad, más profundo. Cambio experimentado por el hombre como sujeto de una civilización que ha perdido los marcos de referencia provistos por la modernidad, y que busca afanosamente nuevos parámetros de comportamiento individual y coexistencia social.7 El proceso de globalización y el pasaje a la posmodernidad han producido una importante cuota de desestructuración de arquetipos sociales y políticos, que exigen una actitud flexible y dinámica frente al vertiginoso suceder de las circunstancias. 8 Ello, tanto para los individuos como para los Estados y las organizaciones internacionales.
Escudriñar el mundo futuro en medio de un ambiente tan incierto dice relación con los miedos, por lo que no se sabe hoy, y por lo que vendrá. Desde la imagen apocalíptica de pueblos enfrentados unos contra otros, hasta los temores de una vuelta a la edad media, las imágenes acerca del mundo futuro que circulan en el imaginario colectivo tienen mucho que ver con la seguridad: sentirse y saberse seguro. Por ello, la seguridad en sus diferentes dimensiones es una de las variables que los teóricos intentan desentrañar, proponiendo cómo se comenzaría a prevenir, disuadir o resolver los conflictos potenciales, en ausencia de aquellos parámetros que regulaban tanto el comportamiento internacional, como el individual al interior de las sociedades.
Las corrientes más audaces del pensamiento estratégico en materia de seguridad se ubican en la descripción del crecimiento exponencial de algunas variables estructurales del actual modelo civilizatorio. Paul Kennedy, por ejemplo, presenta el crecimiento demográfico como el mayor riesgo que deberá enfrentar el mundo en el futuro.9 Desde otra perspectiva, un pensador clásico de la seguridad y las relaciones cívico-militares como Samuel Huntington advierte sobre el peso de la variable cultural en las relaciones interestatales. 10 Otros, como el canadiense Thomas Homer-Dixon11 o el norteamericano Robert Kaplan, observan los indicadores ambientales y postulan que allí es donde debe centrarse la atención.12 En el mismo marco post-convencional se inscribe Martin van Creveld, quien provocativamente postula en una controvertida obra que el pensamiento clausewitziano es un corsé que guía a los Estados a construir grandes ejércitos para conflictos que deben ser atendidos con otra estrategia militar, al tiempo que advierte que el hombre tiene una tendencia natural a la guerra.13
Más allá de la validez de estos postulados, los cuales han sido ampliamente discutidos con detalle por diversos analistas, produce una inevitable atención el hecho de que todos ellos pretenden alertar acerca de la relación entre las diferentes dimensiones de la seguridad. Al tiempo que las conclusiones han sido objeto de intensa crítica, no ha sucedido lo mismo respecto de la descripción o diagnóstico que estos trabajos hacen acerca de las características del mundo actual que se proyectarán en el futuro. En estos pensamientos pueden observarse dos aspectos comunes respecto de la naturaleza del conflicto potencial, planteados por los pensadores como derivados de dicho diagnóstico:
- La inevitabilidad: existe una visión pesimista respecto de las posibilidades de que el actual desarrollo de la civilización corrija espontáneamente las causas probables de conflicto. En ello se inscriben, por ejemplo, las hipotéticas luchas por el control de recursos naturales, las costosas alternativas que tendrá para la seguridad humana la superpoblación, o el escepticismo acerca de las emisiones de gases y desechos que alterarían radicalmente la calidad de vida de extensas regiones del planeta. O, en el caso de la lucha entre civilizaciones, la certeza de que las pautas culturales no sólo no se modificarán, sino que se harán más profundas.14 Sólo una acción drástica de los Estados y consecuentemente de los sistemas y organismos internacionales podrían introducir una pequeña cuña en la tendencia a un descontrol/daño mayor, sin olvidar por ello que gran parte de los factores están por diversos motivos fuera del alcance de marcos regulatorios estatales o internacionales. Previamente a la acción, claro está, se requeriría una suerte de "conversión" en la concepción del interés nacional de los Estados (esto principalmente, para los países centrales): pasar del sentido clásico de dicho interés, a considerar que el interés global es también objeto del interés nacional.
- Su carácter original de no convencional: los conflictos derivados de esta situación civilizatoria no poseen en su origen un carácter militar, ni se espera necesariamente que sean resueltos mediante el uso o amenaza del uso de la fuerza, sino antes bien por medio de la acción política tanto de instituciones como de actores de la sociedad civil. El recurso a la fuerza se mantiene como última carta con la que contaría el Estado para prevenirse y, llegado el caso, defenderse de un peligroso desarrollo de las fuentes de conflicto que pongan en peligro la vida o los bienes de los habitantes. Como ejemplo de ello, ocupación o depredación de espacios por parte de otros Estados.
Estas visiones aportan la posibilidad de unir el desarrollo de la civilización humana con sus consecuencias leídas en clave de conflicto potencial. Se unen a otros tipos de amenazas, conformando un esquema del mundo por venir en materia de seguridad. En este esquema, permanecen como posibles causas de conflicto tanto la acción de la criminalidad organizada que desafía el parámetro de convivencia social, como la posibilidad de que los Estados recurran a la fuerza para resolver tensiones o disputas de carácter convencional. Así, podemos plantear que el mundo de la próxima década verá el desarrollo de tres tipos de amenazas básicas a la seguridad:
- las amenazas sistémicas, derivadas del estado del desarrollo humano y las condiciones de vida sociales, económicas y políticas. Como ejemplo, la superpoblación, la escasez de recursos naturales, o las migraciones incontroladas;
- las amenazas criminales, ejecutadas por grupos nacionales o transnacionales, que operan desafiando el poder de control del Estado, y aún contra él: terrorismo, narcotráfico, corrupción económica organizada, tráfico de armas, etc.
- las amenazas convencionales, producto de tensiones o disputas entre distintos Estados, o entre un Estado (o grupo de) y la comunidad internacional, que pueden derivar en un conflicto militar.
Estos tipos de amenazas operan en las diferentes dimensiones de la seguridad, conformando un panorama del mundo de la próxima década. Proponemos aquí el uso de las dimensiones planteadas con anterioridad como metodología de análisis. La misma no pretende constituir un método científico ni arrojar conclusiones necesariamente válidas, por lo tanto no cabe esperar de ello exhaustividad. Es mas bien un ejercicio de pensamiento como forma de aproximación a una realidad compleja mediante la extrapolación de las tendencias actuales y los diagnósticos que elaboran distintos analistas y organizaciones.
Los principales desafíos a la seguridad de la próxima década se caracterizarían entonces de la siguiente manera:
a) Seguridad Militar / Estratégica:
- El Estado seguirá constituyendo la unidad política predominante, y luchará por detentar el monopolio de la violencia legítima. Las amenazas más serias provendrán del descontrol sobre la tecnología bélica nuclear, y del posible uso de la misma por parte de Estados (y grupos) que busquen tanto posicionarse mejor en la escena internacional, como debilitar a las naciones centrales, principalmente a los Estados Unidos. También, de las crisis de nacionalidades y las justificaciones étnicas para alimentar guerras que son a la vez actividad y fe en una causa para pueblos empobrecidos y carentes de destino.
- Aumentarán los desequilibrios de poder en el seno de las organizaciones internacionales como la ONU, provocando una mayor deslegitimización de las acciones de imposición de la paz. Estas serán principalmente de castigo contra los Estados clasificados como "disruptores" y el posible alejamiento de éstos de la comunidad internacional mediante acciones desesperadas.15 China y Estados Unidos disputarán en la ONU también su supremacía. Al mismo tiempo, las naciones que se encuentran en un lugar medio entre la centralidad y la "disrupción" podrían comenzar a plantearse la búsqueda de acuerdos para mejorar sus posiciones, mientras participan de las operaciones de paz como forma de lograr créditos (frente a potencias que enviarán la menor cantidad de tropas nacionales a ese tipo de operaciones).
- El sudeste asiático será el polo de la disputa por el poder estratégico entre China y los Estados Unidos,16 pero también el lugar donde podrían producirse alianzas internas para contrarrestar la amenaza del dominio chino. Africa quedará definitivamente abandonada a su suerte en la escena mundial, siendo el escenario de guerras interestatales, flujos de refugiados y desplazados por todo el continente y hacia Europa.
- La OTAN constituirá la alianza militar dominante, extendiendo sus acciones fuera del teatro Atlántico Norte por medio de una reforma del Tratado de Washington o mediante acuerdos con la Unión Europea Occidental para actuar por medio de ésta en otros teatros. Sus acciones rebalsarán el campo convencional, profundizando la tendencia actual de atacar cualquier causa a la estabilidad política y económica de las naciones que conforman la Alianza, mediante el uso de su poder militar. Al mismo tiempo, países europeos como Francia y Alemania profundizarán sus diferencias con los Estados Unidos, pero los juegos de poder internos en la Alianza cederán paso a la acción mancomunada cuando se trate de desafíos al poder de los países centrales.
- La continuación del desarrollo de la tecnología espacial con fines bélicos será fuente de tensión. El control del espacio será el nuevo campo de dominio de los Estados Unidos.
- El incremento exponencial de la tecnología militar hará inútil el esfuerzo de naciones pequeñas -y aún medianas- por contar aisladamente con una actualizada capacidad militar necesaria.
- El sudeste asiático será el polo de la disputa por el poder estratégico entre China y los Estados Unidos,16 pero también el lugar donde podrían producirse alianzas internas para contrarrestar la amenaza del dominio chino. Africa quedará definitivamente abandonada a su suerte en la escena mundial, siendo el escenario de guerras interestatales, flujos de refugiados y desplazados por todo el continente y hacia Europa.
b) Seguridad política:
- La democracia representativa continuará siendo el régimen político predominante, pero con fuertes crisis de legitimidad como modelo para los países periféricos que solamente recibirán de ella beneficios formales. A su lado crecerán rebrotes de autoritarismo, tanto fundamentalismos religiosos como militarizaciones. Dada la necesidad de contención en una época carente de valores referenciales, el islamismo crecerá como modelo alternativo en el oriente del mundo y en Africa, donde también crecerán desafíos al Estado por cuestiones étnicas y religiosas.
- La democracia se orientará a una mayor descentralización, por regiones y por temáticas. Los Estados deberán tener estructuras ágiles y flexibles a fin de manejarse en un ambiente cambiante.17 Existirá probablemente una mayor participación ciudadana en la cosa pública, aunque no a través de la política tradicional, sino a través de la participación en organizaciones de la sociedad civil (no gubernamentales), con las que el Estado se verá obligado a conciliar y producir políticas permanentemente. En los países centrales, continuará la tendencia a dirigir la participación a problemáticas específicas de la vida cotidiana y del ambiente global de la humanidad. En los países periféricos, la participación se canalizará a través de acciones solidarias como en la actualidad, pero también mediante la construcción de otras formas de representación y acción políticas, que surgirán como oposición a una democracia formal de partidos que se percibe como corrupta.
- En este último caso, y particularmente en Asia y América Latina, puede producirse la búsqueda y reclamo de que las fuerzas armadas se hagan cargo del gobierno, o que miembros de la institución reciban gran apoyo popular. Las ausencias en la institucionalización de los temas de defensa y seguridad por parte de los civiles puede conducir a percibir a los militares como los únicos agentes de cambio y organización, en situaciones de desorden, caos social, o serias amenazas a la seguridad (tanto convencionales como no convencionales).
c) Seguridad Económica:
- Las principales potencias disputarán los mercados, principalmente en el seno de la Organización Mundial de Comercio, donde también comenzarían a sentirse las presiones organizadas de grupos regionales de estados periféricos. La tendencia actual de cuestionamiento al modelo de libre comercio como motor de crecimiento económico continuará ganando adeptos entre los menos favorecidos. Frente al llamado Consenso de Washington (inflación cero, menor gasto público y libre comercio como promotores del crecimiento), se buscarán nuevos esquemas económicos.
- Las democracias emergentes continuarán, como en la actualidad, intentando sin éxito recibir las bondades del modelo de mercado y libre comercio como motor del crecimiento económico. Las brechas hoy existentes se ampliarán. Podría observarse también que, dadas las presiones antiglobalización y los conflictos potenciales derivados de la pobreza, las potencias centrales comiencen también a trabajar para aliviar dos de los mayores problemas de los países no desarrollados: la especulación y vertiginosa movilidad de capitales, y la deuda pública. Para sobrevivir y encontrar espacio en una economía global, se deberán atender al desarrollo de tecnologías particulares (principalmente, biotecnología con el uso de recursos -y posteriores patentes- de origen natural), a la producción de recursos humanos, y al combate a la corrupción política y económica que drena recursos.
d) Seguridad Social:
- La legitimidad de los Estados dependerá de la forma en que resuelva el dilema gasto público / cobertura del bien común. Se produciría, en este sentido, un retorno a la idea de dominio público como el espacio en el cual todos pueden cobijarse, quedando en su jurisdicción las más elementales necesidades humanas como las culturales que representan patrimonio y unidad del conjunto social. Con ello, también se intentará revertir la creciente tendencia psicológica al aislamiento y la falta de sentido y la anomia. Probablemente serán, como en la actualidad, los países europeos y Canadá quienes abogarán por una mayor humanización de la vida económica y social mediante el uso del concepto de seguridad humana.
- Las identidades y culturas nacionales deberán afrontar las derivaciones de las numerosas migraciones. La necesidad de renovar el crecimiento poblacional en los países desarrollados, y la de buscar mejores horizontes económicos chocarán con las resistencias culturales nacionales.18 Al mismo tiempo, y para algunos países como la Argentina, las migraciones tendrán un doble sentido: la incorporación de migrantes limítrofes no calificados, y la emigración de recursos humanos calificados.
- La educación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología representarán elementos clave para el mantenimiento del poderío de las naciones centrales, pero también la llave para el crecimiento de los países periféricos. Potenciados por la cooperación al interior de bloques regionales, podría en los próximos años marcar una diferencia sustantiva en las posibilidades de crecimiento de los países periféricos.
- La noción de condición humana se verá mayormente desafiada que en la actualidad, ello se reflejará en el campo de la salud y el trabajo. En regiones como Africa, Asia y América Central, las condiciones de vida serán paupérrimas. La extrema pobreza de grandes regiones del mundo contrastará con el consumo y la ostentación de riqueza en otras regiones. Mientras los avances científicos permitirán la prolongación (¿y clonación?) de la vida, en países sin recursos se agravará la mortalidad en todos los sectores de la población.
- La convivencia al interior de las sociedades se convertirá en un serio desafío a la gobernabilidad. Unida a la exclusión de aquellos que quedan fuera del sistema económico, se agravará la tendencia a la violencia social, en contraste con la violencia política vivida en décadas pasadas.19 La vinculación entre violencia y exclusión social hoy existente se reforzará aún más conforme avance la cultura posmoderna con pérdida de valores referenciales, y la ausencia de sentido de realidad provocada, en muchos, por el influjo de las drogas. 20 La tendencia actual presente en las democracias emergentes, que marca la ausencia de un sostén para la propia vida confrontado con el espectáculo muchas veces escandaloso de la corrupción política y económica, podrá dar lugar a serios conflictos entre grupos de la misma sociedad.
- Esta violencia se alimentará como hoy básicamente en tres fuentes: la actividad delictiva común (robos, homicidios), los conflictos sociales, y el accionar del crimen organizado. Sus desarrollos pondrán en jaque la idea misma del Estado como el Leviatán que resguarda a la sociedad de volver al estado de naturaleza, y el sistema y condiciones de la seguridad pública será una de las mayores demandas que deberán responderse. Crecerá el papel de la seguridad privada, y sentirse seguro podría en este marco constituir un bien al que accederían quienes tuvieran recursos para pagar por ello.
- El crecimiento de la tecnología de la información y el mayor acceso a la tecnología de armas de destrucción masiva facilitarán la actividad de los grupos criminales. Narcotráfico, terrorismo, corrupción económica y otras actividades ilegales desafiarán al Estado y obligarán a la acción mancomunada. Los países centrales y sus aliados verán peligrar su seguridad por el accionar de grupos (o naciones) terroristas, quienes encontrarán materia humana dispuesta en la desesperación por la falta de destino. También, como en Colombia y Bolivia en la actualidad, la población de países que pueden vislumbrarse sin destino se volcará a las actividades ilegales como medio de subsistencia.
- La educación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología representarán elementos clave para el mantenimiento del poderío de las naciones centrales, pero también la llave para el crecimiento de los países periféricos. Potenciados por la cooperación al interior de bloques regionales, podría en los próximos años marcar una diferencia sustantiva en las posibilidades de crecimiento de los países periféricos.
e) Seguridad Ambiental:
- La población del mundo llegará a los siete billones de personas. Ello hará que recursos naturales como el agua, el espacio físico, los recursos energéticos, y las especies vegetales propicias para la bioagricultura y desarrollos medicinales, pasarán a ser un factor de poder en los próximos años que los Estados deberán defender y aprovechar para mejorar su posición en el sistema. La posesión de estos recursos puede ser fuente de tensión, y de presión por parte de los países con poder económico y militar.21
- La cuestión de los daños a la atmósfera permanecerá prácticamente sin modificaciones, debido a la negativa de los Estados Unidos, China e India, de acordar reducir la emisión de gases producto de su consumo y desarrollo industrial. De ello se esperan mayores modificaciones climáticas.22 Al mismo tiempo, se redoblarán las presiones para los países que cuentan con grandes espacios forestados o selváticos, siendo el caso más virulento el del Amazonas. Para países como Australia, Argentina y Chile, el agujero de la capa de ozono continuará siendo un riesgo para la salud, ya que pasarán décadas antes de que comiencen a advertirse los efectos en la atmósfera de los acuerdos del Protocolo de Montreal, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono.23
El Cono Sur en América Latina y en el escenario global
Frente a las posibles características de la próxima década, resulta cuanto menos evidente la debilidad de los estados de América Latina para posicionarse con relativo éxito en ese escenario, con las tendencias actuales.
La década de 1990 fue testigo de una profunda transformación de la vida política y económica en la región. Abandonados los regímenes militares, la democratización sentó las bases de un nuevo tiempo, mientras el triunfo de la idea de mercado la convirtió en un lugar deseado para inversiones y oportunidades de comercio. Sin embargo, las vulnerabilidades de las economías latinoamericanas no sólo no disminuyeron sino que aumentaron, planteando nuevos desafíos principalmente en las dimensiones de la seguridad económica, política y social.24
Una de las explicaciones a ello es que, para la generalidad de los países de América Latina, el desafío supuesto por el proceso de transformación política global en las últimas décadas, se agudizó al superponerse con un proceso regional propio: el retorno a la democracia como régimen político. Los nuevos regímenes debieron adaptarse a una época de contínua transformación sin poseer aún la fuerza institucional necesaria para comprender y diseñar las mejores formas de adaptación al cambio. Así, la debilidad intrínseca de estos Estados se acentuó aún más. Luego de décadas de autoritarismo, el mismo concepto de democracia representativa debió ser nuevamente aprehendido como parte de la cultura ciudadana.
La vulnerabilidad natural de estas jóvenes democracias se vio aumentada por las dificultades de la clase política para hacerse cargo en una forma eficiente y servicial de la gestión gubernamental. En la década de 1980, un presidente fue destituído por cargos de corrupción en Brasil. En Argentina, en 1989 un presidente debió convocar anticipadamente a elecciones luego de que la situación económica de hiperinflación hiciera insostenible su permanencia en el poder; en 2001, otro expresidente argentino fue detenido por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia durante su mandato, y en República Dominicana y Paraguay se plantean casos similarmente resonantes de expresidentes sospechados de corrupción.
Al tiempo que se intentaba reconstruir el régimen político y restablecer las relaciones democráticas entre civiles y militares, en el Cono Sur de América comenzó a evaluarse la posibilidad de integración con los vecinos como la forma a través de la cual estos países, casi sin destino, podían encontrar un lugar en el escenario internacional. La integración como proceso político cuyo objetivo final es la formulación y puesta en marcha de políticas acordadas y/o comunes, en torno a problemas compartidos, por parte de entidades estatales soberanas, pasó a formar parte del lenguaje cotidiano de la vida política.
El Tratado de Asunción que dio origen al Mercosur fue la expresión de esta nueva mirada en las relaciones bilaterales y multilaterales. Si bien este proceso de integración no contempla hasta el momento la inclusión institucional de los temas de seguridad, en la práctica la integración económica y las relaciones de seguridad se han interrelacionado, actuando simétricamente una sobre la otra, en forma positiva. La rivalidad estratégica que guió las relaciones entre las naciones desde su mismo surgimiento en el siglo XIX (en el caso de Brasil y Argentina, traducía también la rivalidad anterior entre los imperios español y portugués) dio paso a una relación cooperativa. A través de ella, se entiende que puede mejorarse la posición nacional en el sistema internacional mediante la cooperación con quienes poseen intereses compartidos. En materia de seguridad estratégica, notables avances fueron produciéndose, hasta llegar al momento actual, en el que las propias fuerzas armadas se encuentran planteándose los beneficios de la acción combinada o conjunta. El Mercosur y las relaciones de integración económica constituyeron un factor poderoso a la hora de la superación de las percepciones de amenaza.. En un escenario impensado veinte años atrás, hoy las fuentes principales de energía eléctrica argentina están en manos de empresas chilenas, Brasil es el principal socio comercial de Argentina, y empresas argentinas conducen el gas a territorio chileno.
En la actualidad, el proceso de integración económica padece dificultades propias de la debilidad de las economías nacionales, principalmente en lo que se refiere a la relación entre Argentina y Brasil. Las diferencias en la balanza comercial, y las negociaciones por los aranceles con los que ambos países intentan proteger a su industria nacional, arrojan dudas sobre los pasos a seguir.25 La reafirmación de la iniciativa de integración económica a través del ALCA ha operado, durante el año 2001, como un llamado de alerta para el Mercosur. Invirtiéndose ahora la relación entre integración económica y seguridad, la transformación del ambiente de seguridad puede convertirse en uno de los principales arietes que impulsen el deseo de asociación, tal como en su momento la creciente integración económica impulsó la superación de las desconfianzas.
Sin embargo, esta relación ya no es simétrica como en décadas pasadas. Llegado el siglo XXI, para América Latina (y por ende, para el Cono Sur) las condiciones de gobernabilidad interna en los países de la subregión van camino a convertirse en un factor que condicione los avances hasta ahora logrados en materia de democracia y de integración. Entretanto, las perspectivas de la seguridad estratégica militar permanecen bajo la incógnita de los desacuerdos y diferentes perspectivas frente a la actitud a tomar respecto del hegemón regional, los Estados Unidos. 26 En este sentido, no cabe esperar en la próxima década un avance significativo de los proyectos de un sistema diferente de seguridad hemisférica, sino mas bien mejoras en el campo de la prevención de conflictos tradicionales, medidas de confianza mutua y permanentes tensiones por intentos de transformar a las fuerzas armadas de la región en policías militarizadas. Por otra parte, las diferencias internas en la región hacen difícil pensar en un esquema que comprenda a todos los países. Tanto las diferencias abismales de recursos militares entre América del Norte y el resto, como las diferentes problemáticas de seguridad dentro de este "resto", se traducen en escasos intereses compartidos que no justifican la enorme energía que debería invertirse para buscar estándares comunes.
No puede decirse lo mismo respecto de la subregión en la que se ubica nuestro país. Observando las características delineadas para el sistema global en el futuro, surgen desafíos y oportunidades que marcan una agenda común para la próxima década:
7. Para profundizar este tema puede consultarse BRUNNER, JOSE JOAQUIN. Globalización Cultural y Posmodernidad. Fondo de Cultura Económica, Santiago de Chile, 1998. Por ejemplo, "Las tecnologías disponibles y las ciencias en que se fundan, han cambiado para siempre nuestra representación de mundo y nuestra manera de estar en él, al costo sin embargo de destruir nuestras certezas y dejarnos sumidos en la perplejidad. Paradojalmente, el conocimiento nos ha vuelto más inseguros; no menos. Los miedos contemporáneos provienen, además, de observar lo que sucede a nuestro alrededor como resultado de la presión demográfica, el conocimiento aplicado a la producción y el irresistible avance de la modernidad. (...) Las ciudades continuarán creciendo, los suburbios urbanos tendrán más habitantes, los desplazamientos masivos dentro y entre países tenderán a aumentar. Todo esto produce temor e inseguridad: a la llegada de los bárbaros, a la violencia en las calles, a una competencia a muerte por el empleo." BRUNNER, JOSE JOAQUIN. Globalización..., op. cit., págs. 40-41.
8. "Lo que pasó con la idea de la modernidad (...) es que a partir de algún punto del camino la razón -el sujeto pensante convertido en autor soberano de la historia- terminó construyendo una jaula de hierro destinada a aprisionar a la sociedad y al individuo, y relegando a un segundo plano los peligrosos impulsos brotados de la crítica, la diversidad y el cambio inseparable de la historia. (...)
"Haciendo un esfuerzo de simplificación heroico, de aquellos que se requieren precisamente en casos de confusión extrema, podría decirse que el común denominador fundamental del postmodernismo es un proceso a la razón, cuya liberación frente a un mundo de autoridades constituidas se inició con la modernidad, y cuya pretensión totalitaria desvirtuó la potencialidad liberadora de esa idea dando lugar a la regimentación, la uniformidad y la deshumanización de las sociedades industriales avanzadas. (...)
"Si hay un rasgo central en las distintas versiones de la reacción postmodernista es el rechazo al discurso logocéntrico, al papel central de la razón y del sujeto pensante como autores soberanos de la historia, a la capacidad de los grandes paradigmas, ideologías o relatos para moldear o explicar en un sentido unidireccional ese proceso, y a la noción de que el lugar del hombre es la razón y no la historia. (...) A partir de los rechazos anteriormente mencionados, todas ellas subrayan la historicidad de los asuntos sociales; buscan un mejor equilibrio entre la idea y la experiencia, entre la razón y la práctica; privilegian la diferenciación sobre la uniformidaddel racionalismo moderno. Todas ellas procuran trascender el triple sometimiento de la realidad a su representación, de la vida a un modelo, de la sociedad a las instituciones burocráticas. Todas ellas tratan de percibir lo general, lo permanente y necesario de las cosas a través de lo particular, lo transitorio y lo fortuito. (...)". TOMASSINI, LUCIANO. La Política Internacional en un Mundo Postmoderno. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1991, págs. 27-28.
9. Ver KENNEDY, PAUL. Hacia el Siglo XXI. Plaza & Janes, Barcelona, 1993.
10. HUNTINGTON, SAMUEL. "La Reestructuración del Sistema Internacional: ¿Choque de Civilizaciones?", en revista Estudios Internacionales. IRIPAZ, Guatemala, julio-diciembre 1993, págs. 5-23.
11. HOMER-DIXON, THOMAS. The Ingenuity Gap. Knopf Canada, Toronto, 2000.
12. "Africa Occidental se está convirtiendo en el símbolo del stress demográfico, ambiental y social que se observa en todo el mundo, en el cual la anarquía criminal emerge como el verdadero peligro 'estratégico'. Enfermedades, superpoblación, crimen, escasez de recursos, migrantes y refugiados, la creciente erosión de los estados-nación y las fronteras internacionales, y el creciente poder de ejércitos privados, firmas de seguridad y carteles internacionales de la droga, están en la actualidad claramente demostrados se se observa a través del prisma de Africa Occidental." KAPLAN, ROBERT. "The Coming Anarchy", en Strategy and Force Planning. Naval War College Press, Newport, 1996, pág. 396.
13. "(...) el pensamiento 'estratégico' contemporáneo (...) está basado en una visión del mundo 'clausewitziana' que es obsoleta o equivocada. Estamos entrando en una era no de pacífica competencia económica entre bloques que comercian, sino de lucha entre grupos étnicos y religiosos. (...) A menos que las sociedades en cuestión deseen ajustar tanto su pensamiento como su acción a las nuevas realidades rápidamente cambiantes, llegarán más bien al punto en el cual ya no serán para nada capaces de emplear la violencia organizada. Una vez que esta situación se produce, su supervivencia como entidades políticas cohesionadas estará también puesta en duda". VAN CREVELD, MARTIN. The Transformation of War. The Free Press, New York, 1991, pág. ix. Más adelante dice: "Así como no tiene sentido preguntar 'por qué la gente come' o 'para qué duermen', luchar en muchos sentidos no es un medio sino un fin. A lo largo de la historia, por cada persona que ha expresado su horror por la guerra hay otro que encontró en ella la más maravillosa experiencia (...) al punto que luego ha pasado toda la vida aburriendo a sus descendientes rememorando sus experiencias. Op. cit., págs. 160-161.
14. No sólo Huntington se refiere a ello, también lo hace Kaplan al analizar el caso africano en el trabajo antecitado.
15. Para los Estados Unidos, "El potencial de conflicto entre estados y grupos de estados sigue siendo nuestro más serio desafío a la seguridad. A pesar de los esfuerzos, parece ser que más de uno de los que aspiran a un poder regional tendrán tanto el deseo como los medios para desafiar militarmente a los Estados Unidos. Iran, Iraq y Corea del Norte plantean actualmente este desafío, y no hay garantía de que estas amenazas disminuirán significativamente en el corto plazo. Otros numerosos poderes regionales han incrementado el acceso a la riqueza, tecnología e información, lo cual les ha dado potencialmente una mayor capacidad militar e influencia. Algunos pueden intentar llegar a ser dominantes en una región, intimidando a los aliados y amigos de los EE.UU., persiguiendo intereses hostiles a los nuestros, y desarrollando capacidades asimétricas, incluyendo armas de destrucción masiva nucleares, biológicas y químicas, y los medios para dispararlas. Con comunicaciones globales instantáneas, los agresores aún separados geográficamente podrían fácilmente coordinar acciones hostiles." UNITED STATES JOINT CHIEFS OF STAFF. A National Security Strategy for a New Century. Washington, 1997, pág. 9.
16. Análisis estratégicos hechos en los EE.UU. postulan también a India como una de las potencias que crecerá militarmente. Ver Global Trends 2015: A Dialogue About the Future with Nongovernment Experts. National Intelligence Council of the United States, Washington, diciembre 2000. Disponible en www.odci.gov/cia/publications/globaltrends2015/index.html.
17. "Los Estados exitosos interactuarán con actores no estatales para gerenciar la autoridad y compartir responsabilidades. Entre la actualidad y el 2015, tres desafíos importantes para los estados serán: manejar las relaciones con los actores no estatales, combatir las redes criminales, y responder a grupos emergentes y dinámicos en materia religiosa y étnica." Global Trends 2015: A Dialogue..., op. cit., pág. 26.
18. "La migración amenaza la identidad comunal y la cultura alterando directamente la composición étnica, religioso-cultural y lingüística de la población. La mayoría de las sociedades son resultado de migraciones humanas anteriores y realmente representan una suerte de mezcla. Muchas dan la bienvenida, hasta un punto, a la diversidad cultural que la migración aporta. Pero más allá de un cierto punto, la migración llega a convertirse en un problema de números. Cuanto mayor sea el flujo externo, amenazará la habilidad de la sociedad existente de reproducirse a sí misma en la vieja forma, lo cual puede crear fácilmente una presión política para controlar la inmigración. (...)." BUZAN, BARRY. "New Patterns...", op. cit., pág. 100.
19. "La pobreza está cambiando cualitativamente de semblante en estos brutales procesos cambiantes entre la inclusión y la exclusión: aumenta de manera preocupante y se fragmenta de varias maneras. (...) el hilo de la comunicación social entre los ricos que se globalizan y los pobres que se localizan amenaza con romperse porque entre los ganadores de la globalización, en la parte alta superior, y los perdedores de la globalización, en la parte baja inferior, ya no existen terrenos o palestras en las que poder luchar por la igualdad y la justicia." BECK, ULRICH. ¿Qué es la Globalización? Paidós, Barcelona, 1998, pág. 139.
20. "Las tecnologías disponibles y las ciencias en que se fundan, han cambiado para siempre nuestra representación de mundo y nuestra manera de estar en él, al costo sin embargo de destruir nuestras certezas y dejarnos sumidos en la perplejidad. Paradojalmente, el conocimiento nos ha vuelto más inseguros; no menos. Los miedos contemporáneos provienen, además, de observar lo que sucede a nuestro alrededor como resultado de la presión demográfica, el conocimiento aplicado a la producción y el irresistible avance de la modernidad. (...) Las ciudades continuarán creciendo, los suburbios urbanos tendrán más habitantes, los desplazamientos masivos dentro y entre países tenderán a aumentar. Todo esto produce temor e inseguridad: a la llegada de los bárbaros, a la violencia en las calles, a una competencia a muerte por el empleo." BRUNNER, JOSE JOAQUIN. Globalización Cultural y Posmodernidad. Fondo de Cultura Económica, Santiago de Chile, 1998, págs. 40-41.
21. Por otra parte, el sostenimiento del crecimiento económico global actual también necesitará un mayor consumo de energía. Ello convierte en valiosos recursos tales como el petróleo, reservas minerales, o aún la posibilidad de generación y derivación de energía eléctrica.
22. "El aumento de las temperaturas cambiará la distribución de los vectores del paludismo y otras enfermedades tropicales y perjudicará a los sistemas agrícolas vulnerables de muchas zonas del mundo. La elevación del nivel del mar supondrá para los países de baja altitud el riesgo de inundaciones graves, cólera y otras enfermedades transmitidas por el agua. También se prevé que los fenómenos climáticos graves aumentarán en frecuencia e intensidad, e influirán considerablemente en la salud de las personas, sobre todo en la de los pobres, que sufrirán de manera desproporcionada las consecuencias de esos fenómenos.". Ver NACIONES UNIDAS, COMISION SOBRE EL DESARROLLO SOSTENIBLE. Protección de la Atmósfera. Informe del Secretario General de la Comisión. Nueva York, Marzo de 2001, pág. 2.
23. En el mismo Informe, se dice que "El Convenio de Viena entró en vigor en 1985 y, junto con el Protocolo de Montreal (1987) y sus enmiendas subsiguientes, ha logrado reducir las emisiones de CFC en la atmósfera. Sin embargo, puesto que esos gases permanecen en la atmósfera durante mucho tiempo, el cloro de los CFC de la estratosfera no bajará de dos partes por mil millones en volumen hasta mediados de siglo. En consecuencia, se prevé que durante la primavera del Hemisferio Sur, los niveles de ozono de la Antártida seguirán siendo bajos durante algún tiempo." NACIONES UNIDAS. COMISION SOBRE EL DESARROLLO SOSTENIBLE. Protección..., op. cit., pág 4.
24. "Hoy los mercados globales, que ya no necesitan que se los defienda, han asumido un enorme poder por sí mismos. Las instituciones basadas en el mercado tienen su propio instrumento de poder -la capacidad de excluir. La amenaza de quedar aislado del favor del mercado ha introducido un nuevo set de 'checks and balances' en la toma de decisiones. (...) Las malas economías o las políticas pobremente construidas son disciplinadas mediante la exclusión del mercado. El castigo es rápido y brutal -el vuelo de los capitales a un ambiente más seguro y mejor anfitrión.(...)
"Los mercados globalizados también traen consigo una nueva gama de amenazas. (...) Las amenazas emanan del fracaso de un Estado para garantizar el imperio de la ley y un nivel básico de seguridad económica para sus ciudadanos, así como de los desafíos que surgen de la inhabilidad de los estados para controlar las actividades ilegales transfronterizas. (...) La habilidad para confrontar estas nuevas amenazas ha sido minada por la debilidad de los estados para manejar los asuntos de seguridad con recursos limitados." FRANKO, PATRICE. Towards a New Security Architecture in the Americas: The Strategic Implications of the FTAA. The CSIS Press, Significant Issues Series, Volume XXII, Number 3, Washington, 2000, págs. 21-22.
25. En la Cumbre del Mercosur organizada por el Foro de Davos en Buenos Aires en mayo de 2001, fueron notorios los planteos de las diferencias por el tema de los aranceles. Ver por ejemplo: "A mitad de los 90 el Mercosur concitaba un interés enorme (político, comercial, académico) en todo el mundo. Pero ahora, a seis años de ese momento, su esplendor menguó. (...)La tirantez de Argentina y Brasil, los socios fuertes, por las devaluaciones del real; la esgrima verbal entre el ministro Domingo Cavallo y funcionarios brasileños; las posturas frente al ALCA y, sobre todo, los problemas económicos de la Argentina, especialmente, y de Brasil, enfriaron el ritmo de integración y esto hizo eco en la reunión.". Diario Clarín, Buenos Aires, 23 de mayo de 2001, http://www.clarin.com.ar/diario/2001-05-23/e-01901.htm.
26. Así se refería hace algunos años a la forma en que la región encare la relación con los Estados Unidos un analista de dicho país: "Mientras Estados Unidos tenga una perspectiva global o eurocéntrica sobre sus intereses, América Latina seguirá recibiendo relativamente poca atención y se le asignará una bajísima prioridad en el pensamiento de los encargados de la formulación de políticas en Estados Unidos. (...) con el fin de la guerra fría, Estados Unidos retornará a las pautas tradicionales de sus relaciones con América Latina precisamente porque la región tiene poca prioridad para dicho país. Esto significa que Estados Unidos considerará a América Latina como un objetivo para las inversiones y el comercio, como una zona especial y privilegiada, en la cual es necesario marginar al máximo a las fuerzas externas hostiles, manteniendo además la mayor tranquilidad posible en la región. (...).
"No obstante (...) no cabe duda que estamos iniciando un período en el cual se abre ante América Latina -como región y como conjunto de países- un espacio en el sistema hemisférico que es mayor al que pudiera haber tenido en cualquier otro momento de su historia. (...) ¿De qué manera desempeñarán las naciones de América Latina sus roles en el nuevo mundo? Dependiendo de cómo dichas naciones definan su rol en los asuntos internacionales y de la forma en que calcen tales roles con el papel -aún no plenamente definido- que desempeñará Estados Unidos en los asuntos internacionales, se definirá el perfil de las relaciones hemisféricas en los años que se avecinan." TULCHIN, JOSEPH. "Estados Unidos y América Latina en el Mundo", en ROJAS ARAVENA y SMITH WILLIAM C. (eds.). El Cono Sur y las Transformaciones Globales. FLACSO - North South Center - CLADDE, Santiago de Chile, 1994, págs. 155-156.
27. Un ejemplo de ello ha sido el papel fundamental que cumplieran en julio de 2001 los apoyos y pedidos de los gobiernos de Brasil y Chile a la comunidad internacional, para auxiliar a la economía argentina.
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