Título: Relaciones civiles-militares en el siglo XX venezolano - Capítulo II - El protagonismo militar venezolano, velado primero y directo después: Del General y Jefe Supremo Juan Vicente Gómez al General de División Marcos Evangelista Pérez Jiménez, de una a otra dictadura
CAPÍTULO II - EL PROTAGONISMO MILITAR VENEZOLANO, VELADO PRIMERO Y DIRECTO DESPUÉS: DEL GENERAL Y JEFE SUPREMO JUAN VICENTE GÓMEZ AL GENERAL DE DIVISIÓN MARCOS EVANGELISTA PÉREZ JIMÉNEZ, DE UNA A OTRA DICTADURA
En la historiografía venezolana resulta sumamente interesante el que a pesar de la importancia histórica del Ejército, los escritos y estudios sobre éste son sumamente escasos. Buena parte del contenido sobre el tema militar se encuentra diluido, disuelto, con el tema político, en los textos que tratan sobre la evolución histórica venezolana del siglo XX. De allí surge mucha de la confusión analítica y conceptual. En parte esta situación, es un reflejo fiel de esa fusión militar-civil y político-militar que se ha venido comentando y analizando en páginas anteriores. Si antes se diferenció entre el caudillo y el dictador, entre caudillismo y dictadura militar, resulta ahora necesario, avanzar en el proceso de depuración conceptual, de clarificar términos empleados sin mucho esfuerzo de precisión analítica en la historiografía venezolana. Tal es el caso de militarismo y pretorianismo.
El problema básico es el contenido político del término militarismo. Una forma efectiva de descalificar ante un público culto, de orientación liberal, los gobiernos de facto que expresan las dictaduras militares iberoamericanas. Pero calificar de militarismo al gomecismo, es un error de apreciación conceptual e histórico.
El predominio político del Ejército venezolano durante casi toda la primera mitad del siglo XX fue velada. Ciertamente pretoriana era la realidad política venezolana de ese entonces, mas no era una genuina expresión de militarismo. Los gobiernos en nombre de las Fuerzas Armadas se inician desde 1948 y colapsan, inicialmente, en 1958. Una forma de pretorianismo, si buscamos ser conceptualmente precisos, actuante, manifiesto y gobernante.
Militarismo, durante estos años, sólo en la expresión coloquial y políticamente interesada. Pretorianismo, sin lugar a dudas. En todo caso, resulta, pues, necesario, avanzar en el estudio de esa peculiar fusión de intereses, tan venezolana, entre el sector militar, políticamente determinante y el sector civil y civilista. Para ello es indispensable la depuración conceptual.
El problema inicial que se debe superar es el de la polisemia. Como en el caso de los caudillos y el caudillismo, con el militarismo, tenemos un término que se vulgarizó, que se incorporó al leguaje coloquial, cotidiano, adquiriendo distintos significados. Esto obliga a un esfuerzo de depuración conceptual.
Sobre militarismos y pretorianismos: Superando la polisemia.
La expresión militarismo es de uso relativamente reciente. Es sólo durante el siglo XIX cuando se generaliza su uso en idiomas como el castellano, francés, alemán, etc. Si recurrimos a Enciclopedias del lenguaje o Diccionarios nos topamos con definiciones como la que ofrece Martín Alonso (1958, p. 2835): "Predominio del elemento militar o intrusión de lo militar en lo civil". Joan Coraminas (1976) concuerda con la idea recién expresada.
Durante el gomecismo no se produce el predominio de los militares, como militares, en los asuntos civiles. Más que una intrusión militar en la política civil, vemos la claudicación de lo militar y político civil ante la figura todo poderosa del dictador. Es éste quien personalmente asegura su dominio sobre la sociedad empleando o amenazando emplear la fuerza armada, ante determinadas y especificas situaciones en las que su poder personal peligraba. Pero el elemento militar, como institución, no tiene preeminencia sobre lo civil.
En esa Venezuela de las primeras décadas del siglo XX, así como existieron las "cachuchas militares" del gomecismo, existieron también las "luces civiles". Expresión de la fusión militar-civil, comentada en páginas anteriores. Podría hablarse de militarismo, en este sentido de las Enciclopedias y Diccionarios generales, sólo con el golpe de estado de octubre de 1945 y luego los gobiernos 1948-1958.
L. Radway (1967, p. 115), presenta un ya clásico comentario sobre la definición de militarismo:
... "es la doctrina o sistema que valora positivamente la guerra y atribuye a las fuerzas armadas primacía en el Estado y la sociedad. Exalta una función-la aplicación de la violencia-y una estructura institucional: la organización militar. Implica a su vez, una orientación política y una relación de poder." ... En ... "una sociedad plenamente militarizada" ... "las fuerzas armadas determinan unilateralmente el carácter de las instituciones básicas, la forma de gobierno, los deberes y derechos de los ciudadanos y la parte de los recursos nacionales asignados a funciones militares"...
Ofreciendo Radway, como ejemplos típicos de militarismo dos casos concretos. Uno es el de Japón durante la guerra contra China y la II Guerra Mundial. El otro ejemplo es el de Alemania en las etapas finales de la I Guerra Mundial. Nada más alejado de la realidad venezolana de Cipriano Castro, o la de Juan Vicente Gómez. Nunca se pretendió someter la sociedad en Venezuela a una suerte de metástasis militar y militarizante desde octubre de 1899 hasta diciembre de 1935.
Mauro y Chanaguir (1975) señalan al militarismo, según el uso corriente del vocablo en América Latina, como una: ... " tendencia de las instituciones militares y de los militares a extender su participación en el gobierno civil de una nación,"... Con la obvia consecuencia política del sustituir y desplazar del gobierno ... " a los elementos civiles."
Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez desplazan a los caudillos, Gómez desplaza a Castro, el instrumento que emplean para ello es, recurrentemente, el Ejército Nacional en efectivo proceso de formación. En pocas palabras, no se podía desplazar lo que no existía. Ni los gobiernos de Castro ni los de Gómez son expresión cabal del fenómeno del militarismo.
El gobierno de Gómez, como antes el de Cipriano Castro, no puede ser tipificado como uno que se amolde a los conceptos académicamente empleados para describir y caracterizar al militarismo. En el caso de Juan Vicente, desde 1908 hasta 1914, el proceso de formación de un efectivo Ejército Nacional avanza hasta consolidarse plenamente y el control que ejerce Gómez sobre éste le asegura su poder político.
Lo paradójico de estos tres primeros lustros del siglo XX venezolano, es que Ejército como tal carece de poder político, es quien personalistamente controla la estructura castrense el que se sirve de ésta políticamente. Será en octubre de 1945 y luego con los gobiernos en nombre de las fuerzas armadas, 1948-1958, que se podría referir a expresiones comunes en el mejor estilo del militarismo latinoamericano para el caso de Venezuela.
El estudio de Volker R. Berghahn (1981) es un erudito análisis de las diversas interpretaciones del militarismo desde la segunda mitad del siglo XIX. Este autor entiende la evolución del militarismo como fraccionada en dos momentos claramente definidos: antes y después del desarrollo de las sociedades de alta tecnología. En el caso venezolano tendríamos que ubicarnos en el primer estadio analítico del fenómeno.
En este estadio inicial del militarismo, las características básicas que señala Berghahn no se corresponden, de ninguna manera, con el caso gomecista ni con la evolución posterior de las Fuerzas Armadas venezolanas. Primero, no existen programas de austeridad nacional indispensables para desarrollar preparativos bélicos. Segundo, tampoco está presente el adoctrinamiento impulsado por organizaciones paramilitares en gran escala. Tercero, es inexistente el supuesto énfasis en la ideología militar y auto-exclusividad del área de influencia militar.
Una obra destaca en la producción intelectual seria sobre el tema militar latinoamericano. Se presenta en tres ediciones remozadas (1979-1997) desde que se publicó por primera vez: The Politics of Antipolitics: The Military In Latin America. Los compiladores del texto son Brian Loveman y Thomas M. Davis, Jr. Estos, son partidarios de la existencia de un fenómeno tradicional dentro de la realidad histórica Latinoamericano: la antipolítica militarista.
Según Loveman y Davis (1979 y 1997), desde la creación de los Ejércitos Nacionales latinoamericanos los militares van desarrollando un creciente desprecio por la política y los políticos civiles, responsables, según los militares, por el atraso económico y la inestabilidad política de sus respectivas naciones. En sectores civiles "conservadores" así como entre los militares "modernizadores" toma cuerpo la idea de que la solución inicial a todos los problemas de su país, radica en despolitizar la política. Creando para ello un sistema administrativo estable que imponga orden, obediencia y autoridad. Logrando así, poner fin al "desorden" nacional.
Aun cuando los autores mencionados en el párrafo anterior no estudian concretamente el caso venezolano, en las ediciones sus obras que hemos revisado, su idea referente a la Military Antipolitcs, en inglés) parece corresponderse bastante bien con la evolución histórico militar venezolana, de las décadas del siglo XX. La fusión militar-civil y político-militar que hemos mencionado como característica en la evolución del aparato militar venezolano, sería una expresión vernácula de la .
Las "gorras militares" y las "luces civiles" del gomecismo podrían encontrar su explicación en la antipolítica militarista. Para "despolitizar la política" era necesario acabar hasta con el nombre de los partidos históricos, como efectivamente se hizo. Una república nominal, donde el Ejército, gendarme del orden social, fuese el soporte del poder político concentrado en la persona de su Comandante en Jefe.
Los civiles que acatan la voluntad suprema del dictador se encargan de la administración de los asuntos del gobierno. Pero el poder se concentra en el dictador. Concretando, esa peculiar relación político-militar que se ha venido describiendo para el caso venezolano del gomecismo, y que lo sobrevivirá, se entiende también vía la antipolítica militarista.
El último libro publicado por Brian Loveman (1999) que se ha podido localizar presenta el sugestivo título de For la Patria. Politics And The Armed Forces In Latin America. La información referente al caso venezolano es muy limitada. Sobre las reformas militares implementadas durante los inicios del gomecismo, remite al conocido texto de Ángel Ziems (1979) y las ubica dentro del proceso hemisférico de modernización inicial de los Ejércitos latinoamericanos. Refiere a las acciones militares que llevan a la derrota de las guerrillas radicales, de orientación marxista-leninista, en los años 1960's y al proceso de profesionalización del ejército venezolano. Por lo demás la información referente a Venezuela se diluye en los análisis de conjunto sobre las relaciones civiles-militares y la evolución histórico-sociológica de las Fuerzas Armadas en América Latina, la cual estudia en cerca de 300 páginas de texto.
La lectura de este libro de Loveman es altamente recomendable ya que ofrece una visión académica seria e interesante, sin lugar a dudas, evidentemente, una obra de madurez intelectual, que busca analizar con rigor como se entienden a sí mismas las Fuerzas Armadas latinoamericanas. El autoproclamarse las creadoras y eternas defensoras de la Patria: es la igualmente autoproclamada sagrada misión de los Ejércitos latinoamericanos.
En párrafos anteriores se refirió al clásico escrito de Laureano Vallenilla L. Cesarismo Democrático: ... " 'General !Usted es la Patria!' le dijeron a Páez"... Lo que significaba en la realidad de los inicios de la segunda década del siglo XX en Venezuela: ¡Gómez Único! La expresión viviente de la antipolítica militarista en su versión primitiva e inicial en la Patria natal de Bolívar, una en el siglo XIX, la otra en los inicios del XX. Expresión personalizada de la simbiosis militar-civil y política-militar, la cual caracteriza los inicios de un proceso de evolución del Ejército Nacional en Venezuela. Esta auto-visión de la misión de las Fuerzas Armadas venezolanas sobrevive hasta nuestros días.
El aparato militar venezolano desde los tiempos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez presenta un definido carácter pretoriano. Así lo expuso Irwin G (1985), en un breve artículo. Otras investigaciones, como la del Coronel del Ejército venezolano Emilio Fuentes Latorraque, tipifican también con esta condición al naciente Ejército Nacional (1996). El término pretorianismo tiene un definido carácter polisémico, por lo que es necesario efectuar un obligado comentario sobre este tema.
Según la ya referida obra de Martín Alonso, la palabra pretoriano se emplea desde el siglo XVI como ... "soldados al servicio de un poder tiránico"... Para la Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana (1922) se entiende por pretorianismo: "Estado político en que los pretorianos o soldados tenían o tienen una influencia predominante." No es posible negar el carácter tiránico del poder del Castro-gomecismo. Como tampoco puede dejar de admitirse que el poder de ambos descansaba en el control que ejercían, cada uno en su momento de predomino político, sobre el Ejército Nacional venezolano en proceso ya de definida conformación como tal. La realidad gomecista es pretoriana, el Ejército Nacional se estructura como uno de carácter pretoriano.
Si recurrimos al criterio del Pretorianismo Oligárquico como lo entiende Samuel P. Huntington (1991), vemos que ambos conceptos se corresponden con la realidad venezolana de las primeras cuatro décadas del siglo XX. Se pasaría luego a un pretorianismo de masas, 1945-1948, para retrotraerse a uno de carácter radical hasta 1958.
La clave para entender la evolución política venezolana, según este criterio teórico, insistimos, el expuesto por Samuel P. Huntington, en su conocida obra El Orden Político en las Sociedades en Cambio..., es como los niveles de participación política superan los de institucionalización política. Las dos variables básicas de la fórmula serían: participación e institucionalización política. Así, la ecuación: Pp (participación política) > Ip (institucionalización política) = Pretorianismo, se cumple en Venezuela hasta finales de la década de los 1950's.
Los niveles de participación política los divide Huntington en tres: bajo, donde participan pequeños grupos, camarillas, sectores privilegiados; medio, cuando participan las clases medias, los sectores medios urbanos y rurales; y, finalmente un nivel alto de participación cuando las masas, las mayorías, irrumpen en la escena política. El pretorianismo oligárquico se caracteriza por un bajo nivel de participación política y su vigencia puede durar siglos. El pretorianismo radical puede durar décadas y el de masas sólo unos pocos años.
El gomecismo se corresponde con un pretorianismo oligárquico donde los niveles de participación superan la institucionalidad. Esto se explica en primer lugar porque la institucionalidad política del régimen es prácticamente inexistente, es tan de papel como las Constituciones y leyes de la República. Todo el poder se concentra en la persona del dictador, quien nunca puede efectivamente institucionalizar su poder, éste es una realidad personal y fáctica, de fuerza, depende de su control sobre el aparato militar. Cualquier intento serio por institucionalizar efectivamente el poder en la realidad gomecista, significaría el comienzo del fin del poder del dictador personalista.
La participación política también es baja, durante el gomecismo. Los partidos políticos son supuestamente una expresión soez, durante estos años, eliminada del vocabulario público de la época. Pero, lo sorprendente es que la participación supera la institucionalidad política, por ello es un sistema pretoriano. Esta participación política, es de pequeños grupos, de camarillas, palaciega y en no pocas ocasiones se expresa de manera violenta contra el régimen o dentro de éste. Es ésta la segunda razón que explica el carácter pretoriano del gomecismo.
La desaparición de las guerritas civiles, no significa el fin de la violencia física asociada a la participación política. Esta se mantiene, se expresa en la forma de intrigas palaciegas dentro del círculo de poder gomecista que llevan a situaciones como el asesinato del General Juancho Gómez y el exilio dorado de por vida del General José Vicente Gómez. Las acciones potenciales o realmente violentas de Ramón Delgado Chalbaud y otros Oficiales del Ejército. Las frustradas insurrecciones de Oficiales jóvenes en 1918 con el Teniente Pimentel a la cabeza y en 1921, con participación, también, de Oficiales egresados de la Escuela Militar. Los sucesos estudiantiles y militares de 1928. Son todos formas violentas de participación política.
En páginas anteriores se refirió al caso del General Eustoquio Gómez en el Táchira, las correrías de Arévalo Cedeño, el caso de Funes o el del General Peñaloza y otros militares que se convierten de un día para otro en enemigos del régimen y sufren las consecuencias de ello. Insistimos, todos los casos anteriores son formas violentas de participación política. La evidencia histórica conocida demuestra que durante el gomecismo la participación supera a la institucionalización política.
La muerte de Juan Vicente Gómez no altera de manera significativa los niveles reales de institucionalidad ni los de participación política. La historiografía venezolana tradicionalmente le asigna al año 1936 condiciones de divisoria de aguas entre la dictadura y el proceso democratizador. Se resalta el acuerdo político de febrero de 1936, la Constitución de ese año; el tránsito pacífico del poder de los Generales López Contreras y Medina Angarita; la creación de partidos políticos, tanto del gobierno como de oposición; el aumento gradual de la libertad de expresión, hasta manifestarse plenamente ésta durante el gobierno presidido por el General Medina Angarita; el regreso de los exilados políticos y la disminución de los presos por motivos políticos, hasta su extinción durante el medinismo; etc. Sintetizado, el sector civil se aprecia como cada vez más fuerte y como el actor político dominante. Luego de casi 40 años de dictadura parecería que resurge el sector civil y la civilidad política.
Todo lo señalado en el párrafo anterior es absolutamente cierto, la evidencia histórica es aparentemente concluyente sobre esto. Pero la institucionalidad constitucional era muy frágil, baja, en términos huntingtonianos. Tan es así, que la Constitución de 1936 colapsa como consecuencias del golpe de estado de 1945. El primer golpe de estado exitoso del siglo XX venezolano, luego del propinado por Gómez a Castro en 1908. La participación política real sigue siendo baja, los analfabetas carecen de derechos políticos, es decir, mucho más de la mitad de la población adulta del país. El mecanismo electoral estaba diseñado para garantizar al presidente de turno poder prácticamente elegir a dedo su sucesor.
Las libertades públicas aumentan de manera acelerada, desde 1941 hasta 1945, pero la participación sigue superando la institucionalidad y ello lo demuestra el golpe de estado exitoso de 1945. La participación política, cuando más, avanza tímidamente de baja a media. El pretorianismo, en el sentido que le da Huntington al término, permanece inalterado, cuando mucho se aprecia un movimiento o transito del oligárquico al radical.
El Trienio (1945-1948) marca no un salto fuera de la realidad pretoriana sino el avanzar del pretorianismo radical al de masas. Tan es así, que sólo dura como su nombre lo indica tres años. El Presidente Gallegos es derrocado por un exitoso golpe de estado. La participación sigue presentándose como superior a la institucionalidad política. Desde 1948 asistimos a un marcado gobierno pretoriano radical que colapsa en 1958. Sobre este tema se volverá en próximas páginas, sólo se procura resaltar por ahora, el carácter pretoriano dominante de la sociedad y política venezolana hasta inicios de los 1960's. Es desde esta década cuando la institucionalidad política se evidencia, por ahora, como superior a la participación política.
Para Frederick Mudell Wattkins (1933) tal y como lo reproduce y entiende Amos Perlmutter y Valerie Plave Bennett (1980 pp. 8-9 y 208 ):
"Pretorianismo es una palabra de uso frecuente para caracterizar una situación en la cual la clase militar de una sociedad dada ejerce un poder político independiente, recurriendo a la fuerza o amenazando recurrir a ésta" (Traducción libre de Domingo Irwin G: Dig. El texto en su idioma original dice: "Praetorianism is a word frequently used to characterize a situation were the military class of a given society exercises independent political power within it by virtue of an actual or threatened use of force.)"
La definición de pretorianismo propuesta por Frederick Mundell Watkins, se adecua a la realidad venezolana durante el gomecismo. Esto es así, ya que se cumple con la premisa del poder independiente de la clase o mejor dicho sector militar, representada por su comandante en jefe General Juan Vicente Gómez. El poder se mantiene por la fuerza, o la amenaza de emplear ésta. También colapsa debido a ella, como fue el caso del General Medina, de Gallegos y del General Pérez Jiménez. En todos estos casos no se puede apreciar el funcionamiento cierto de las instituciones políticas, por el contrario el poder depende en la práctica del uso real o potencial de la fuerza militar.
Si recurrimos al criterio de Amos Perlmutter, véanse cualquiera de los libros de este autor sobre el tema del poder político de los militares (1977, 1980 y 1981), encontramos no sólo la idea de pretorianismo expuesta por Frederick Mundell Watkins, sino también que la caracterización desarrollada por Perlmutter de ejército pretoriano tipo arbitro o "moderador" y de un pretorianismo actuante o manifiesto, se corresponde con la situación venezolana de los primeros cincuenta años del siglo XX.
Dentro de la trilogía de formas de gobiernos políticos pretorianos que propone Perlmutter, como tipos ideales weberianos, tenemos: la tiranía pretoriana o cleptocracia, la llamada oligarquía militar y el gobierno autoritario-corporativo. Aplicando estos modelos al caso venezolano, el gomecismo sería una tiranía pretoriana o cleptocracia, de ello no cabe la menor duda. Los gobiernos de los Generales López Contreras y Medina Angarita, la Junta cívico-militar del Trienio y los gobiernos 1948-1958 sí presentan dificultades ciertas para su ubicación dentro de estos modelos. A manera de hipótesis que no pretendemos demostrar, sólo ofrecer como eso, una mera hipótesis, tendríamos en realidad una especie de oligarquía militar desde 1936, para luego llegar a una forma peculiar de gobierno corporativo militar de 1948-1958.
Eric Nordlinger (1977) clasifica los ejércitos pretorianos en tres tipos básicos e ideales: Moderadores, Guardianes y Gobernantes. Los primeros actúan como un poderoso grupo de presión que ejerce un poder de veto sobre las autoridades políticas, pero sin pretender ellos tomar directamente el poder, son fundamentalmente conservadores, defensores del status quo, asumen el papel de supervisores del desempeño del gobierno. Los civiles pueden gobernar pero el gobierno es supervisado por los militares. Los ejércitos llamados guardianes son fundamentalmente "cirujanos de hierro", desplazan a las autoridades políticas civiles reteniendo el poder por varios años para intentar corregir males económicos coyunturales, permitiendo luego el retorno de las autoridades civiles al poder. Los pretorianos gobernantes procuran no solo controlar el gobierno sino también al estado, destruyen o tratan de destruir los antiguos centros de poder político e implementar proyectos económicos sumamente ambiciosos y hasta radicales.
Llevando el modelo teórico de Nordlinger a la realidad evolutiva del Ejército venezolano tendríamos que el papel preponderante desempeñado por éste, desde el momento que se estructura efectivamente como tal, se corresponde con el tipo llamado pretoriano moderador. Sólo durante el lapso 1945-1958 se pretendió llegar a conformar un ejército pretoriano del tipo gobernante, con resultados altamente perjudiciales para la institución castrense venezolana.
Si bien Gómez pone a su personal servicio la institución militar venezolana, no es menos cierto que él es uno de sus creadores, el representaba aparentemente "La Patria" y nunca actúo contra el Ejército Nacional, se sirvió de éste y el beneficio fue recíproco. Es precisamente durante el gomecismo que se consolida en la realidad militar venezolana el Ejército como uno de carácter pretoriano moderado. El golpe de estado contra el General Medina Angarita y luego contra el Presidente Gallegos, es una expresión del tránsito de ejército moderado a gobernante. Resultando de ello el desprestigio de la institución militar dentro de la sociedad venezolana, donde Fuerzas Armadas y dictadura parecían confundirse simbióticamente.
Concretando lo desarrollado en los últimos párrafos. Militarismo en el sentido académico del término nunca ha existido en Venezuela. Una vez dicho esto, es necesario aclarar, que tal y como se entiende el militarismo en el leguaje coloquial (es decir el de los diccionarios y enciclopedias generales del idioma), o bien asociándolo con intervencionismo militar en los asuntos de exclusiva competencia de las autoridades civiles (Mauro-Chanaguir,1975), es decir, el llamado genéricamente militarismo latinoamericano, en el caso venezolano sólo se manifiesta después del golpe de estado de octubre de1945 y se prolonga hasta 1958.
Lo que sí se desarrolla como una constante, aún presente, en la realidad militar venezolana es la llamada antipolítica militarista. El Ejército Nacional se estructura como tal teniendo como credo la salvación de la Patria ante enemigos internos que propiciaban la anarquía y el desorden. Es decir, los partidos políticos históricos, los enemigos personales de Cipriano Castro primero y de Juan Vicente Gómez después. Así como de enemigos externos que habían ya demostrado su poder violatorio del espacio nacional.
La fracasada incursión colombiana, de tropas de línea del Ejército de ese país, dirigida por el venezolano Rangel Garbiras en 1901, sobre San Cristóbal, en el Estado Táchira. Meses después, la malograda respuesta militar de Castro contra Colombia, ese mismo año. Luego, el bloqueo de las costas venezolanas por tres potencias europeas (el Reino Unido, Alemania e Italia) en 1902-1903. Fueron, todas, experiencias traumáticas para los venezolanos pensantes. Era evidente la necesaria formación de un efectivo Ejército Nacional que salvaguardara la Patria.
Una Venezuela que se expresaba políticamente de manera distorsionada y hasta aberrante, fue el resultado inicial del esfuerzo por frenar la anarquía interna y los supuestos peligros externos. Era la figura personalista del dictador, primero Castro y luego Gómez, el común denominador del poder. Paz, orden y trabajo se constituyen en el credo no sólo del gomecismo sino también del ya efectivo y operante Ejército Nacional.
La expresión pretoriano y pretorianismo califica al Ejército venezolano y a la realidad política venezolana, desde los inicios del siglo XX hasta poco más de mediados de siglo. Es una forma política que se corresponde con el pretorianismo oligárquico, primero, y luego radical y de masas según el criterio de Huntington. Pretorianismo tal y como lo entiende Frederick Mundell Watkins. Un ejército pretoriano de tipo árbitro y un pretorianismo latente en unos casos, manifiesto en otros, según los modelos teóricos de Amos Perlmutter. Un ejército pretoriano moderador que avanza hacia uno pretoriano gobernante si seguimos los criterios analíticos de E. Nordlinger. En síntesis, durante el gomecismo el fenómeno político-militar era el pretorianismo.
Desde el autoritarismo a los intentos iniciales de estabilización democrática en Venezuela: Partidos Políticos y Fuerzas Armadas.
En un corto folleto de sólo unas 30 páginas, curiosamente editado en Bogotá, Abraham de Lezama (1931), describe los adelantos logrados por la estructura militar venezolana durante 1920-1930. Al cotejar la información presente en el folleto con la data que ofrecen las Memorias de Guerra y Marina, resulta evidente que la fuente de los datos del folleto proviene de éstas. Lo interesante de esta publicación, en términos historiográficos, es que es la primera obra en la que, a través de las referidas Memorias se presenta una visión de conjunto sobre la realidad militar venezolana.
Viejas ideas y prácticas de los tiempos del Quinquenio de Guzmán Blanco (1879-1884), como el caso de la educación primaria elemental impartida en los cuarteles para la tropa; y otras acciones que resultan repetitivas para el lector familiarizado con el contenido de los documentos militares oficiales de los tiempos de Cipriano Castro, como el caso de las mejoras en los sueldos y las raciones de la tropa, son aspectos recurrentes tanto en el texto editado en Bogotá como en las Memorias de Guerra y Marina de los años 1920's, presentándose en ambos casos como aspectos novedosos y demostrativos del adelanto logrado en los asuntos militares en Venezuela.
En otras medidas y acciones se sigue la dirección ya trazada durante la etapa de consolidación del gomecismo como: reestructuración de la organización de los cuerpos de infantería del ejército en varias Brigadas, formadas cada una por cuatro Batallones, para 1929 existían nueve Brigadas; la Ley de Servicio Militar Obligatorio de 1926, con antecedentes jurídicos en leyes de la década anterior; Cursos de Perfeccionamiento, como el Primer Curso Superior de 1921, donde asisten 15 Oficiales Superiores, dictado por un grupo de Oficiales franceses, quienes también impartieron un curso elemental para 45 Oficiales subalternos; o el Curso Especial de Artillería de dos años iniciado en 1924. En números sin precedente para ese entonces, Oficiales venezolanos se gradúan en instituciones militares o efectúan cursos de perfeccionamiento en el exterior.
Según refieren las Memorias de Guerra y Marina del gomecismo, en 1919, terminan sus estudios en la Escuela Militar de Chile Juan Jones Parra y Rafael Alvarado Franco. Otros venezolanos estudiaban y se graduaban en prestigiosos institutos peruanos como la Escuela Militar de Chorillos, desde 1913-1915. En 1920 varios oficiales venezolanos son seleccionados para realizar cursos de perfeccionamiento y entrenamiento en los Estados Unidos de Norteamérica; como el Teniente-Coronel V. M. Velásquez, en la Escuela de Artillería del Fuerte Monroe, en Virginia; el Capitán Isaías Medina Angarita seleccionado para un curso de artillería de campaña en una instalación militar estadounidense en el Estado de Oklahoma; los Tenientes Roberto Clemente, para una Escuela de Señales en Kansas, A. Fernández y Luis Romero seleccionados para asistir a una escuela de aviación en un país extranjero.
Se avanza constante pero lentamente en el proceso modernizador de la realidad del Ejército venezolano. Con todas sus imperfecciones y limitaciones, nunca antes en la historia republicana criolla, desde los 1820's, Venezuela contaba como una organización y preparación en el Ejército comparable en términos reales con ésta de los 1930's. Añejas aspiraciones de los veteranos militares del siglo XIX venezolano, se venían implementando, poco a poco, desde los inicios del predominio político gomecista. Sobre este aspecto la evidencia es concluyente tal y como se presenta en las ya tantas veces mencionadas Memorias de 1910-1935.
La marina de guerra o Armada, mantiene su condición subordinada dentro de la organización castrense venezolana. En estas décadas de los 1920's e inicios de los 1930's sólo unas pocas nuevas unidades se incorporan a la escuadra, los cañoneros "Maracay" y "Aragua", así como el remolcador "Brión". Pero lo realmente novedoso de estos años es la creación de la aviación militar. Esta se inicia en 1920 en Maracay con instructores franceses y dependiendo, por supuesto, del Ejército.
Afortunadamente la Aviación Militar Venezolana cuenta con una excelente crónica escrita por el Coronel Luis H. Paredes (1970 y 1978). Desde la página 137 (la edición de 1978) se dedica el Coronel Paredes a describir la evolución la de aviación militar venezolana, desde 1920 hasta 1978 (página 677). Destacamos las páginas para que se evidencie no sólo el grosor de la obra sino el cuidado que puso su autor por recoger la información relevante y pertinente. A este excelente texto referimos para seguir la evolución de la aviación militar, desde los días pioneros, pasando por la incorporación a la era de los primeros aviones jet (inicios de los 1950's) hasta finales de la década de 1970.
La reiterada posición de las Memorias de Guerra y Marina asegurando la paz absoluta en la república sólo turbada por incidentes casi policiales, se rompe para finales de la década de 1920. Primero los incidentes de abril de 1928, al año siguiente las fracasadas acciones de guerra contra el gobierno de los Generales José Rafael Gabaldón en el Estado Portuguesa; la invasión desde Curazao a Coro comandada por Rafael Simón Urbina y la invasión del General Ramón Delgado Chalbaud por el oriente del país.
No referiremos a los sucesos mencionados en el párrafo anterior, ya que éstos han sido ampliamente reportados en la historiografía venezolana. Sobre los tres últimos, de corte caudillesco por su desarrollo, organización y financiamiento, en la medida que representaban un peligro para el Ejército mismo fueron derrotados. Sobre el primero sí consideramos prudente citar textualmente la Memoria (1928, página VI) sobre como en la madrugada del 7 de abril de 1928:
... "el Capitán Rafael Alvarado del Regimiento de Artillería No. 1, en convivencia (Sic) con el subteniente Rafael Antonio Barrios del Batallón acuartelado en Miraflores hizo sublevar parte de dicho Batallón, asesinando [...] al Capitán Ramón González [... y] al Coronel Aníbal García [...] Seguidamente marcharon hacia el cuartel San Carlos, del que contaban apoderarse mediante la complicidad del subteniente Agustín Fernández [...] fueron rápidamente rechazados y dispersados por el General Eleazar López Contreras, Jefe de la Brigada acantonada en Caracas, quien avisado de lo que se preparaba, logró entrar al Cuartel momentos antes, arrestando a Fernández y organizando rápidamente la resistencia [...] la aprensión de los comprometidos, entre los cuales se encuentran dos oficiales mas [Sic] y varios civiles."...
En los veinte años de hegemonía gomecista, para 1928, surgen de manera imprevista signos de agudo descontento dentro del sector de Oficiales militares jóvenes. El gobierno toma medidas inmediatas para controlar la situación, entre el 25 de abril y el 1 de mayo se crean 3 nuevos Batallones estratégicamente ubicados en Maracay, el Batallón "23 de Abril", en Valencia el Batallón "1 de Mayo" y en Güigüe el Batallón "Maracay". Los sabuesos gomecistas dan con los oficiales y civiles comprometidos, los cuales van a parar a las cárceles de la dictadura y, en el mejor de los casos, al exilio.
El año siguiente a los sucesos arriba reseñados, firma su última Memoria como Ministro de Guerra y Marina el muy civil y doctor Jiménez Rebolledo. Los expedicionarios que acompañaban a Delgado Chalbaud, ven como muere en batalla su jefe y fracasa su acción armada contra Gómez. Pero para superar el descontento dentro del sector militar no bastaba la represión, eran necesarias mejoras y reformas, éstas se comenzaran a implementar desde los inicios de la década siguiente.
Para 1930 se crea el Estado Mayor General, teniendo como primer jefe al General Eleazar López Contreras y entre los ayudantes al ya Teniente-Coronel Isaías Medina Angarita. Dos futuros Ministros de Guerra y Marina y Presidentes de la República. Con López Contreras ya de Ministro de Guerra y Marina, en 1933, se promulga nueva legislación militar, un Código de Justicia Militar y Naval, una nueva Ley Orgánica del Ejército y la Armada, así como otra sobre el Servicio Militar. Se reorganiza el Ejército en Brigadas, Regimiento para la artillería y Escuadrón para la aviación militar. Se reorganiza, igualmente, en 1931, el servicio de ingenieros militares.
Como dato curioso podemos mencionar como la Memoria de 1935 informa y presenta fotograbados de los carros blindados de combate construidos por Diques y Astilleros Nacionales de Puerto Cabello. Tal y como se aprecian en los fotograbados no pasaban de ser toscas "armaduras" montadas sobre la estructura de vehículos con motores de combustión interna, pero aún así, evidencian la capacidad de los ingenieros y mecánicos que laboraban en esa rentable empresa.
Para 1936 tenemos nuevo Ministro de Guerra y Marina, luego de un breve interinato del director de guerra Coronel Antonio Chalbaud Cardona, el igualmente Coronel Isaías Medina Angarita. El nuevo encargado del Poder Ejecutivo Federal, en la práctica, Presidente de la República, era el General Eleazar López Contreras. En la Marina de Guerra o Armada, no hay cambios significativos ese año. Otro tanto podemos decir de la aviación militar. El Ejército seguía organizado en 9 Brigadas de infantería y algunas fracciones sueltas, 1 Regimiento de Artillería y otro de Caballería, la Aviación Militar y los llamados Servicios Auxiliares. Pero las mejoras dentro de la realidad militar serán pronto visibles.
Los cambios dentro de la Armada son interesantes. En 1937 se compran dos cañoneros, bautizados como "General Urdaneta" y "General Soublette" y un bajel bautizado "El Leandro", que cumplirá el papel de yate presidencial. La Escuela Naval recobra su necesaria independencia educativa y física desde 1937, con una nueva sede en Maiquetía y en un anexo de ésta funcionaba la Escuela de Grumetes. Un nuevo edificio para la Escuela Naval estará operativo en julio de 1939, y la Escuela de Grumetes pasará a ser conocida como Escuela de Clases y Marinos de la Armada.
Dos Oficiales británicos cumplen funciones de instructores en la Escuela Naval, el Capitán de Corbeta Joseph Benedict Sharkey y el ingeniero mecánico y Capitán de Corbeta Henry R. Flower. Se reorganiza el Dique Astillero de Puerto Cabello. En abril de 1937 son enviados para cursar estudios en la Escuela Naval Argentina: Remigio Elías Pérez, Manuel A Vegas, Carlos Hernández Barreto, Oscar Mora Contreras, Oscar Paredes López y Carlos Bacalao Lara. Para Italia es enviado el Capitán de Navío Felipe Larrazabal, mientras ese mismo año regresa de un viaje de instrucción a bordo del buque escuela argentino "Presidente Sarmiento" el Teniente de Fragata Wolfgang Larrazabal.
La Aviación contará con una dirección general en el Ministerio de Guerra y Marina, desde diciembre de 1937. Se envían, ese año, para Italia, los Subtenientes pilotos Carlos Maldonado y Pablo Croce. En 1938 se crea el Regimiento de Aviación Militar No. 1. Una misión de aviadores italianos desarrollará labores de instrucción, prácticamente, hasta que por motivo de la II Guerra Mundial deban volver a país de origen.
La Línea Aeropostal Venezolana cuenta con los servicios de personal de la Aviación Militar. Repitiéndose así, en esencia, lo ocurrido con la Marina de Guerra y el dique astillero de Puerto Cabello. Empresas que cumplían funciones vinculadas con la actividad civil, pero que básicamente eran dependientes del personal militar bajo el mando del Ministerio de Guerra y Marina. Situación nada novedosa, ya que desde el siglo XIX tenemos ejemplos de esta muy venezolana vinculación de la actividad castrense con las necesidades civiles relacionadas al progreso de la nación. Por ejemplo, los estudios académicos militares imbricados en la práctica con la Universidad de Caracas; las Escuelas Náuticas formando también personal marinero civil; los zapadores construyendo carreteras; los estudios y aportes de la misión corográfica del Coronel Codazzi; las investigaciones científico-descriptivas del Oficial militar egresado de la Escuela Militar de los 1830's-1840's, Olegario Meneses y la histórica relación de los estudios de ingeniería y los militares.
Pero no sólo es en la Marina de Guerra y en la Aviación Militar donde las Memorias de Guerra y Marina, nos dejan entrever como el apoyo al gobierno del General López Contreras tenía como fundamento el desarrollo de mejoras técnicas dentro de la realidad militar. Se produce un aumento en los sueldos y raciones de la oficialidad subalterna de Subtenientes a Capitanes. Desde 1936, por iniciativa de López Contreras, opera con éxito una Sociedad de Socorro Mutuo para el personal castrense.
La disciplina se mantiene; dos Oficiales son retirados del servicio activo por "borracheros" [Sic] y otros tres porque " hicieron comentarios de carácter político y se expresaron mal de sus inmediatos superiores" (Memoria, 1938, p. XVIII). Un movimiento conspirativo de la joven oficialidad militar, en 1937, es develado y los identificados como comprometidos, son sometidos a sanciones disciplinarias y discretamente esparcidos en distantes guarniciones de la provincia venezolana.
Los esfuerzos por modernizar al sector castrense continúan durante esos años. Se crean Escuelas de Clases en Maracay (100 alumnos) y en La Grita (150 alumnos). Se crea la Escuela de Aplicación para Oficiales de Infantería. El Servicio de Intendencia se centraliza en Caracas, el de Transporte Militar se reorganiza como una entidad independiente. Se crea el grado militar de Mayor, intermedio entre Capitán y Teniente-Coronel.
En Chile se encuentran estudiando, para los 1930´s, el Capitán Antonio M. Arévalo, los Tenientes Hugo Fuentes y Oscar Mazzey (ingeniero), así como el Subteniente Raúl Castro Gómez. El Mayor Antonio Eleazar Niño es enviado para tomar un curso de artillería en Turín, Italia. Dos Alféreces estudian en la Escuela de Ingenieros de Quito. Ilustrativo de las mejoras, aunque no deja de ser folklórico, es como se suprime el uso de alpargatas en las tropas del Ejército siendo obligatorio en los cuarteles el uso de zapatos.
En las dos Memorias iniciales del entonces Coronel Isaías Medina Angarita como Ministro de Guerra y Marina, se dan a conocer el principio básico que orientaba, en lo político, al despacho a su cargo. Así, en 1938, señala que el esfuerzo general de la realidad militar venezolana se orienta ... "para el cabal cumplimiento del Programa de Febrero" (p. VII). Ese exitoso programa político, de acuerdo nacional, para lograr el transito sin violencia extrema desde la realidad dictatorial gomecista, hacia formas políticamente más racionales.
La Constitución de 1936 buscaba lograr una segunda edición, estilo siglo XX, de la realidad institucional republicana de 1830-1840. Una República de Notables que contara en la estructura militar como garante de la paz interior, pero que acatara una autoridad civil en formación. Una civilidad un tanto peculiar, el ex-Ministro de Guerra y Marina General López Contreras, Presidente de la República, sin una sociedad civil organizada políticamente y excluyendo de los mecanismos básicos de decisión política (elecciones) a la inmensa mayoría de los venezolanos adultos.
El argumento para implementar esta República de Notables bajo tutoría militar, era que el pueblo no estaba aún educado para ejercer sus derechos ciudadanos plenos, había que evitar la anarquía demagógica pero sin caer en la tiranía monócrata. Para ello era necesario evitar la participación política directa de la institución militar en el debate político público. Pero indirectamente, el régimen de López Contreras dependía del control que ejercía éste sobre la realidad militar. La simbiosis militar-civil y política-militar, cambia de chaqueta, de ropaje, del autoritarismo gomecista se pasa hacia formas más elaboradas desde el punto de vista republicano.
En 1939 dice Medina en la Memoria de ese año (pp. VII-VIII): "el cometido del Ministerio de Guerra y Marina se circunscribe en primer término a fomentar el desarrollo y perfeccionamiento de las instituciones militares" ... Por ello, señala de seguidas, que ... " Los Cuerpos de Oficiales hállanse entregados enteramente al ejercicio de la misión profesional al frente de sus tropas,"... En consecuencia, dice: ... "ajenos a cuanto no interese o convenga a su propia obra".
La añeja relación civil-militar y político-militar se desprende del personalismo gomecista y busca remozarse. Pero no resulta sorprendente que sea el Ministro de Guerra y Marina del gobierno de López, el próximo Presidente de la República. La influencia institucional del sector militar en la conducción política del país, resulta evidente. Para un civil, la Presidencia de la República parecía todavía inaccesible en 1941, el poder político real se concentraba en el Ejército.
Resulta interesante apreciar, tal y como lo reportan las Memorias de Guerra y Marina de la época, como hasta los inicios de la II Guerra Mundial las relaciones militares con Italia adquieren una cotidianidad sin precedentes en la evolución castrense venezolana. En 1939 se informa que partirán para esa nación ocho Oficiales y siete cadetes venezolanos, para seguir distintos estudios militares. Una misión naval italiana imparte cursos de artillería naval, mecánica, comunicaciones, señales, torpedos y armas submarinas en la Escuela Naval. En enero de 1939 se crea un curso de perfeccionamiento para Oficiales de la Armada.
Con el inicio de la guerra en Europa, regresan los militares instructores italianos a su país de origen. Pero su labor docente parece que sí influyó apreciablemente en el proceso de modernización de la marina de guerra venezolana, y para la oficialidad naval criolla la labor pedagógica de los marinos italianos dejó un muy buen recuerdo. En los años 50's la marina de guerra venezolana adquirirá en Italia varios "destructores ligeros" y un par de décadas después, astilleros italianos construyen para la escuadra venezolana fragatas misilísticas. Estas unidades aún prestan servicio activo en la Armada Nacional.
Desde 1938 comienza un proceso gradual de modernización en los batallones del Ejército, siendo el primero de éstos el Batallón Venezuela, que fusiona los antiguos Batallones Campo Elías No. 29 y La Victoria No. 35. En esta unidad prestan servicio la mayoría de los ex-alumnos de la eliminada, en ese año, Escuela de Clases de Maracay; la otra Escuela de Clases, en La Grita, continúa con su muy profesional labor.
La Armada continúa su proceso de modernización; así, son desincorporados del servicio activo el antiguo crucero, veterano de la Batalla de Cavite entre españoles y estadounidenses en 1898, "Mariscal Sucre", así como el cañonero "Orinoco" y el venerable transporte "Zamora". El remolcador "Veintitrés de Julio" se fue a pique. En julio de 1938 se crea una compañía de infantería de marina. Son enviados varios cadetes para estudiar en la Escuela Naval chilena de Valparaíso.
En materia legislativa tenemos un nuevo Código de Justicia Militar, Reglamento de Servicio en Guarnición y Reglamento de Uniformes, en 1938. Al año siguiente la Ley de Títulos de la Marina Mercante, y al siguiente, (Memoria de 1940) la nueva Ley Orgánica del Ejército y la Armada. Para el 4 de agosto de 1937 se crea la Guardia Nacional vinculada al ministerio de Relaciones Interiores y al Ejército. Pero de todas las leyes de la República de Notables, López-medinista, la de mayor trascendencia para la realidad militar venezolana, fue la Ley de Servicio Nacional de Seguridad, según la cual:
... "asignó a la Guardia Nacional [...] el carácter de Servicio de las fuerzas activas del Ejército y dispuso que como tal, se regiría por las prescripciones de la Ley Orgánica del Ejército y la Armada, del Código de Justicia Militar y del Reglamento de Castigos Disciplinarios; que en tiempo de paz, funcionaría como una dependencia del Ministerio de Relaciones Interiores, pero que su organización y la vigilancia sobre la instrucción y el estado de su armamento estarían a cargo del Despacho de Guerra y Marina"... (Memoria, 1939, pp. XXVI-XXVII)
En guerra o al suspenderse las garantías constitucionales o su restricción el Ministerio de Guerra y Marina se entiende que ... "asumiría su mando absoluto"... Es decir, de la Guardia Nacional. Los ascensos serán dados por el Ministerio de Guerra y Marina según lo dispuesto por la Ley Orgánica del Ejército y la Armada. Oficiales superiores y subalternos del Ejército, así como parques militares se han ... "destacado, como en comisión a la orden del Despacho de Relaciones Interiores"(Ibidem).
Entre los primeros Subtenientes, egresados de la Escuela del Servicio Nacional de Seguridad, tenemos, según la ya citada Memoria: José R. Arellano, Carlos Luis Araque, Martín Bastidas, Raúl Croce, Víctor Gamboa, Carlos Méndez Martínez, Vicente Marchelli, Miguel Ángel Nieto, Adolfo Ramírez, Rigoberto Romero, Alfonso Rodríguez y Oscar Tamayo Suárez. En 1939, se gradúan 90 alumnos del curso de Guardia Nacional (Memoria, 1940). Por resolución No. 45 de 13 de abril de 1944:
... "y conforme a lo prescrito en los artículos 486 de la Ley Orgánica del Ejército y de la Armada, y 5 de la Ley de Servicio Nacional de Seguridad [...] se procedió a la reorganización de las fuerzas de la Guardia Nacional quedando como unidad orgánica de las Fuerzas Armadas, y por tanto se regirá por las disposiciones reglamentarias generales establecidas para la Brigada de Infantería"... (Memoria, 1945, p. XII ).
Sobre la evolución histórica de la Guardia Nacional venezolana, resulta útil recurrir al texto de Mario Muñoz Cabrera (1976 ), en el que se comenta como la creación de la Escuela de Servicio Nacional de Seguridad, por decreto ejecutivo, refrendado por el Ministerio de Relaciones Interiores, de fecha 17 de septiembre de 1936, es el punto de partida para la aparición de esta institución en el siglo XX venezolano. Menciona también el papel destacado desempeñado por la misión de docentes españoles, la llamada Misión Militar de la Guardia Civil, profesores de la naciente Escuela de Servicio Nacional de Seguridad.
Dejando de lado los comentarios de Muñoz Cabrera. Avanzando de las fuentes secundarias hacia las documentales primarias, parece como un hecho cierto, el que de la institución educativa policial-militar fundada durante el gobierno del General López Contreras emergerá evolutivamente no sólo la Guardia Nacional, sino también la Seguridad Nacional. Es decir, la tristemente célebre policía civil y política de los tiempos de la dictadura militar post-1948 y que no sobrevivirá a ese régimen.
Lo señalado en el párrafo anterior amerita un breve comentario. La Guardia Nacional evolucionará institucional y militarmente, por ello perdura. La segunda, es decir la Seguridad Nacional, se convierte en instrumento represivo y político de un régimen dictatorial, por ello desaparece.
Durante este avance en el proceso de modernización militar en el gobierno presidido por el General Eleazar López Contreras, tenemos un número impresionante de militares venezolanos siguiendo estudios castrenses en países suramericanos. Entre los oficiales enviados al exterior tenemos al Capitán Julio César Vargas y Teniente Marcos Pérez Jiménez, enviados para las Escuelas de Aplicación en el Perú. Luego ambos oficiales seguirán un curso de Estado Mayor en esa nación. Otros Oficiales militares estudian en Chile (Antonio Ramón Eljuri Y y Pablo Miliani), en Ecuador (F. Risques y Miguel Hernández Lozada), Perú (Tomás Pérez Tenreiro y Ramón Clemente Morales) y Argentina (Remigio Elías Pérez y Oscar Mora Contreras).
Pero lo significativo en cuanto a cursos en el exterior, desde 1940-1941, es el número sin precedentes de militares venezolanos que siguen estudios y entrenamiento castrense en institutos estadounidenses. Resultado evidente de la II Guerra Mundial, se incrementa el interés de Washington por la formación profesional de los militares venezolanos.
Entre los enviados a Fort Bening, Georgia, para cursos de infantería tenemos al entonces Teniente Luis Felipe Llovera Páez. La Memoria de 1942, (documento No. 88, p. 143) informa como había sido reconocido el grado de Capitán efectivo de ingenieros al Capitán (a) Carlos Delgado Chalbaud. Sólo tres años después, éste será, con el grado de Teniente-Coronel, el nuevo Ministro de Guerra y Marina, y en 1948, presidente de una junta militar que gobernará Venezuela por varios años.
En 1941, el General López Contreras deja su constitucional presidencia y su Ministro de Guerra y Marina Isaías Medina Angarita será el nuevo presidente constitucional. Inicialmente el ministerio castrense queda en manos del Coronel Juan de Dios Celis Paredes egresado, (el número 4 de 21 en el "orden de méritos") como Medina Angarita, en la promoción de 1914 de la Escuela Militar. En mayo de 1941 se juramenta como Ministro de Guerra y Marina el General Antonio Chalbaud Cardona. Desde el 27 de marzo de 1942 el nuevo Ministro de Guerra y Marina será el Coronel Carlos Meyer, egresado de la Escuela Militar de Chorrillos, en el Perú. Para 1944 y 1945 firma la Memoria de Guerra y Marina al Coronel Manuel Morán, otro egresado venezolano de las instituciones militares peruanas.
El esfuerzo renovador en la institución militar (insistimos, respuesta inteligente de las "luces" y "cachuchas militares" del gomecismo ante los sucesos de 1928) continuado, sin pausa aunque sin prisa, durante la década siguiente y el gobierno de López Contreras, será mantenido durante la presidencia constitucional de Medina Angarita (1941-1945). Sobre este aspecto la evidencia es sencillamente definitiva, basta con consultar las Memorias de Guerra y Marina. El proceso modernizador en la realidad militar venezolana es un continuo, con algunos sobresaltos.
Llega una Misión Naval estadounidense para cooperar en la Escuela Naval y el Arsenal Naval (antiguo diques y astilleros nacionales). El convenio lo firmaron el Embajador venezolano en Washington, Diógenes Escalante y por el Departamento de Estado, Sunmer Wells, el 24 de marzo de 1941. Tenía una vigencia inicial de cuatro años. En su artículo primero señala como el objeto de esta Misión era el de... "cooperar con el Ministerio de Guerra y Marina de Venezuela y con los oficiales de la Armada Venezolana,"... procurando, ... "aumentar la eficiencia de la Armada Venezolana."
Durante estos años de Guerra Mundial, y en buena parte debido a ello, Oficiales navales venezolanos, entre éstos el entonces Teniente de Navío Ricardo Sosa Ríos, son enviados a Panamá, al Fifteenth Naval Distric. En una demostración de con quien estaba Venezuela, en la práctica, durante la iniciada contienda bélica mundial, se le vende al gobierno estadounidense, por la cantidad de dos y medio millones de dólares de ese país, las naves mercantes italianas y alemanas que por motivo de la Guerra Mundial permanecían en puertos venezolanos: "Durazzo", "Teresa Odero", "Jole Fassio", entre otras.
La misión estadounidense instala y entrena una batería de defensa costera en la isla de Patos. Otro tanto hacen en Paraguaná y Puerto La Cruz. Lugares estratégicos y en los dos últimos casos absolutamente vitales, para la exportación de petróleo. Bajo la dirección del jefe de la misión se desarrolla un curso de aplicación para Oficiales de la Armada. Son enviados para la Zona del Canal, en Panamá, los Alféreces de Navío Jesús Carbonell Izquierdo, Manuel Herrera, Armando Mena, Orlando Medina, Jesús Salazar y Juan Torrealba.
En marzo de 1944 son enviados a la Escuela Postgraduada de Annapolis, Jesús Carbonell y Juan Torrealba. Los cañoneros "General Urdaneta" y "General Soublette" son reparados en astilleros estadounidenses. Fue enviado para estudiar en la Academia Naval de Annapolis el Cadete José Constantino Seijas. En 1943 se realizan exámenes para la oficialidad de la marina bajo la supervisión del Capitán de Fragata José Joaquín Fuentes y los Capitanes de Corbeta de la misión naval Herbert F. Eckberg y S. A. Hammond, Jr. Bajo el Convenio de Prestamos y Arriendo se logran... " cuatro buques caza-submarinos [...] Antonio Díaz, Brión, Arismendi, Briceño Méndez [Sic]" (Memoria, 1945, p. XVII ).
En la aviación militar los adelantos están vinculados con el entrenamiento, los equipos y las acciones de la misión aeronáutica estadounidense. El Regimiento de Aviación tenía dos grupos de bombardeo y uno de caza. El Ejército progresa más lentamente que la Armada o la Aviación Militar, pero los cambios continúan. Se creó el Batallón Caracas No. 2 y el de Ingenieros Francisco Avendaño No. 1. La Escuela de Clases de La Grita pasó a ser Escuela de Suboficiales y Clases. Se realizan cursos de Sargentos 1eros para ascender a Subtenientes. En 1942 se crea una nueva unidad de infantería de tipo moderno: el Batallón Bolívar No. 3. Son enviados cinco oficiales y dos mecánicos para cursos de moto-blindados en instalaciones del ejército estadounidense en Kentuky.
En abril de 1945 el Coronel Manuel Morán, en su carácter de Ministro de Guerra y Marina, presenta la Memoria y Cuenta del despacho a su cargo ante el Congreso de la República. Llega a decir ... "nada ha dejado de hacerse para afianzar la disciplina, base fundamental de todo organismo militar o naval"... (p.VII). Lo cual resulta paradójico si se toma en cuenta que secretamente ya estaba para esa fecha organizada la muy ilegal y conspirativa logia militar: "Unión Patriótica Militar", otros la llaman "Unión Militar Patriótica".
Lugar destacado en la conspiración militar tenían los Oficiales del Estado Mayor General: Julio César Vargas (jefe de la tercera sección) y Marcos Pérez Jiménez (jefe de la primera sección). Profesores ambos, también, de la muy bien reputada dentro de la comunidad militar venezolana de ese entonces: Escuela de Aplicación de Infantería. En esta institución educativa militar el primero, es decir Julio César Vargas, daba clases de infantería técnica, el segundo, Marcos Pérez Jiménez, de infantería de campaña.
Otro oficial que tendrá destacada actuación burocrática militar durante la dictadura 1948-1958, Rómulo Fernández, impartía el curso de administración y documentación en la Escuela de Aplicación de Infantería. Por esa Escuela de Aplicación habían pasado ya para 1945, buena parte de la mejor oficialidad del Ejército en sus siete promociones. Curiosamente, uno de los adelantos académicos evidentes de los gobiernos post-gomecistas en materia de educación militar, se convierte en "centro" de actividades conspirativas.
El 18 de octubre de 1945 se da el primer golpe de estado exitoso del Ejército Nacional, ya efectivamente constituido y consolidado como tal en Venezuela. Cuando Gómez derroca a su compadre y amigo Castro, en 1908, el Ejército se encontraba en proceso de estructuración como un operante y efectivo Ejército Nacional. El General Isaías Medina Angarita es derrocado por un Ejército que ejerce la gerencia monopólica de la violencia directa, organizada y "legítima" en los Estados Unidos de Venezuela.
Medina Angarita será sustituido por una Junta Cívico-Militar. Uno de los miembros de esta novedosa, en la historia venezolana del siglo XX, forma de gobierno, el Teniente-Coronel Carlos Delgado Chalboud, es el encargado del antiguo Ministerio de Guerra y Marina. Despacho Ministerial llamado en ese entonces, "revolucionariamente", de la Defensa Nacional. Como tal Ministro, el Teniente-Coronel con menos de diez años en el Ejército venezolano, presenta la Memoria de 1946 ante otro novedoso instrumento político para la Venezuela del siglo XX: la recién electa Asamblea Nacional Constituyente.
Como en todo cambio de gobierno en Venezuela surgen frases como: ... "el problema que tuvo que encarar el Ministerio de la Defensa Nacional, revestía magnitud alarmante"... O bien: ... "El problema fundamental que tuvo que encarar el Gobierno Revolucionario referente a las Instituciones Armadas de la República fue la desorganización en que éstas se encontraban "... (Memoria 1946, pp. 6 y 69 ). Así, en esta Memoria de 1946, se repite una vez más, la idea recurrente en numerosísimas Memorias, desde el siglo XIX, en el sentido de que será con las acciones del novel Ministro de turno como se resolverán los seculares problemas, se rectificarán los viejos vicios y se avanzará hacia la modernidad cierta de la institución militar venezolana.
Informa del aumento en los sueldos de los Oficiales en un 37%, las raciones de la tropa en 57%, la alimentación de la tropa se incrementa en un 50%, los productos de farmacia para el sector militar incrementan su número en un impresionante 250 %. Señala que todas estas mejoras se logran con un gasto destinado al sector militar que representaba solamente un 9,58 % del presupuesto general de la nación, lo cual se compara favorablemente con el promedio 1936-1946 que llegaba al 12,28 %. Se fortalece el Instituto Autónomo Caja de Previsión Social de las Fuerzas Armadas, creado en julio de 1945. Si en años anteriores se había destacado como Día del Ejército el 24 de junio, se decretan los Días de la Aviación Militar, 10 de diciembre y de la Armada el 24 de julio.
Por decreto No. 349, de 22 de junio de 1946, en su artículo 2ndo: "Las Fuerzas Armadas Nacionales se agrupan en tres clases"... Estas ... "se denominan así: Fuerzas Armadas Militares/ Fuerzas Armadas de Cooperación; y/ Fuerzas Armadas Policiales."... En su artículo 5nto dice:
"Las Fuerzas Armadas de Cooperación tienen una doble función: a) Cooperar con las Fuerzas Armadas Militares en caso de guerra y cuando así fuere requerido u ordenado; y b) Complementar la acción de seguridad de las Fuerzas Armadas Policiales en toda la extensión del territorio nacional, ampliándola en determinadas funciones./ Para el cabal desempeño de sus funciones se las organizará en tantos cuerpos especiales cuantos sean requeridos por las necesidades del servicio." (Memoria de 1946, p. 73).
Producto de la efervescencia política, supuestamente innovadora, propia de 1946 se crea un Consejo Supremo de la Defensa Nacional. Este, en ese año, decide cambiar el nombre de Ministerio de Guerra y Marina por el de Defensa Nacional, como ya hemos señalado en párrafos anteriores. La nueva organización del Ministerio sería: Despacho del Ministro, Dirección General de Administración, Inspectoría General de las Fuerzas Armadas, Estado Mayor General, Dirección General de Servicios y Oficina Técnica del Ministerio.
En relación con la Armada hay moderados progresos. Se adquieren varias corbetas, de las cuales llegan seguras a puertos venezolanos las bautizadas como "Victoria", "Patria", "Libertad", "Independencia" y "Constitución". Se reacondiciona el arsenal naval de Puerto Cabello. Se espera la llegada de un nuevo y moderno transporte del tipo LST. Llega un nuevo remolcador y se espera otro de alta mar. La Escuela de Clases y Marineros vuelve a llamarse Escuela de Grumetes. Pero lo realmente interesante es que la infantería de marina se eleva de una modesta compañía a dos Batallones, al menos en el papel.
La aviación militar pasa a llamarse Fuerzas Aéreas Venezolanas. La Línea Aeropostal Venezolana, con sus 19 pilotos militares, pasa a ser una empresa civil y estos pilotos dejan de ser militares activos. Sigue la marcada influencia estadounidense en los asuntos vinculados con la ahora Fuerzas Aéreas Venezolanas. Así, en 1946 son enviados para Randolph Fields, en Texas, 20 estudiantes venezolanos de la aviación militar.
En lo que atañe a la justicia militar, para el 31 de agosto de 1946, existían cerca de 107 juicios terminados y 82 pendientes. De estos juicios dos eran por sublevación, tres por instigación a la rebelión, tres por motín, dos por rebelión, dos por conspiración para motín y dos por malversación de fondos. Pero también, llama la atención que la mayoría de los juicios militares eran por deserción: unos 117.
Para el 29 de abril de 1948, presenta el Teniente-Coronel Carlos Delgado Chalbaud la que será su última Memoria de Defensa ante el Congreso de Venezuela en sus sesiones ordinarias. Informa sobre los años 1947-1948. Para ese entonces la misión militar terrestre estadounidense la constituían 7 Oficiales, 8 sargentos y 1 técnico: Dos Coroneles, dos Tenientes-Coroneles, tres Mayores. Dos Sargentos Mayores, un Sargento Primero, cinco Sargentos y un Técnico 4to. La mayor representación militar, en tiempos de paz, del Ejército estadounidense en Venezuela. Claro está, se correspondía con una definida tendencia de asistencia y cooperación militar que surge como necesaria durante la II Guerra Mundial.
Entre los aspectos novedosos tenemos el nuevo nombre que se les da a los antiguos especialistas, pasan a ser Suboficiales de carrera: Maestro Técnico Mayor, Maestro Técnico de Primera y Segunda, Sargento Técnico de Primera, Segunda y Tercera. Se crea también la policía militar, dos compañías una en Caracas y otra en Maracay. Se recibe nuevo material aéreo, estadounidense, veterano de la ya terminada Guerra Mundial. En la Armada no se aprecian nuevas adquisiciones o mejoras substanciales.
Nada dice la Memoria de este año (1949) sobre las frustradas insurrecciones militares que se dieron entre 1946 y 1947. En el libro del General Iván Darío Jiménez (1996), se mencionan seis, aunque señala que fueron todos dominadas, con relativa facilidad. Aun si tal hubiese sido el caso, la existencia de esas insurrecciones evidenciaban las tensiones se vivían en la realidad militar venezolana de esos años. No todo era apoyo militar revolucionario para el novel e inexperto gobierno. Se refiere, a renglón seguido, sucintamente, algunas de estas actividades conspirativas antirrevolucionarias.
El 16 de agosto de 1946 se produce una sublevación en el cuartel de caballería Ambrosio Plaza. El 18 de octubre de 1946 son detenidos civiles y militares involucrados en una actividad conspirativa contra el gobierno. El 11 de diciembre, el comandante de la guarnición de Valencia Teniente-Coronel Juan Pérez Jiménez (hermano mayor de Marcos Evangelista) es el Oficial activo de mayor graduación en un movimiento conspirativo que involucraba también unidades de la aviación militar. En julio de 1947, es el cuartel Páez, en Maracay, el que toma el camino de la insurrección. El 13 de septiembre es develado otro movimiento conspirativo y también se señala al denominado Grupo Uribante (conformado por personalidades civiles, fundamentalmente tachirenses) con la anuencia del General López Contreras de estar envuelto en actividades conspirativas desde 1946.
Resulta, pues, evidente, que se estaba produciendo un reacomodo de poder entre la oficialidad de las Fuerzas Armadas venezolanas. Pugna inter-pretoriana, podría decirse. Lo que sí evidencia, sin lugar a dudas, es que el nivel de participación política supera con creces los de institucionalidad. También es una especie de proceso selectivo brutal, que permite identificar los sectores con mayor control dentro de la realidad militar venezolana de ese entonces.
En noviembre de 1948, es derrocado el Presidente Gallegos mediante un golpe de estado militar. No hay resistencia popular ante la acción pretoriana. Una Junta Militar de Gobierno, sin civiles, un Triunvirato Militar, es la nueva forma de gobierno. La próxima Memoria del Ministerio, llamado entonces y hasta nuestros días de la Defensa, será en 1953. Es presentada por el Coronel Marcos Pérez Jiménez, en su condición de Ministro de la Defensa, ante una nueva y electoralmente espuria Asamblea Constituyente de los Estados Unidos de Venezuela.
Para el lector familiarizado con este tipo de publicaciones oficiales desde el siglo XIX venezolano, esta Memoria de 1953 resulta ciertamente novedosa. No por lo que señala sino por lo que no dice y lo que deja entrever, sutilmente sugiere. Busca dar una impresión técnica-burocrática y moderna. Presenta más de 100 fotograbados, en un lujoso papel impreso, donde se ofrecen imágenes desde nuevas cocinas para los cuarteles y edificaciones militares, hasta los nuevos armamentos de las fuerzas armadas como los recién adquiridos blindados estadounidenses M-18, el moderno destructor "Nueva Esparta" en construcción en astilleros británicos o los nuevos aviones jet de la fuerza aérea.
Tres aspectos más llaman la atención. El número impresionante de militares venezolanos efectuando estudios en el exterior, donde sobresalen los cursos en territorio estadounidense, unos 176 de un total de cerca de 246, ciertamente un número sin precedentes ciertos en la evolución militar venezolana. Pero con antecedente inmediato en el Trienio, y como tendencia, iniciada durante el gobierno del General Medina. El segundo aspecto que nos interesa resaltar es la creación de la Semana de las Fuerzas Armadas, desde 1952. Antecedente inmediato de la luego llamada Semana de la Patria. El tercero, la afirmación (p. 13): "Se inició el gobierno de las Fuerzas Armadas el 24 de noviembre de 1948" ... (Bastardillas agregadas).
El proceso iniciado en octubre de 1945 culmina en noviembre de 1948. Dos testimonios de los archivos estadounidenses, se revelan como particularmente interesantes para poder entender el colapso de la República de Notables a lo Medina Angarita y la muy breve presidencia de Rómulo Gallegos. Ambos documentos se encuentran en los archivos del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, en Caracas. Unos cuantos papeles, de los miles microfilmados de los archivos del Departamento de Estado en Washington, que la Fundación para el Rescate del Acervo Documental Venezolano recuperó. Ambas presentan el código 711.31 (1945-1949).
La primera es una información catalogada como personal y confidencial, enviada desde la embajada estadounidense en Caracas, por el embajador Walter J. Donnelly al director de los asuntos de las repúblicas americanas del Departamento de Estado, Paul C. Daniels. La comunicación tiene fecha de 28 de diciembre de 1948. En esta relativamente breve comunicación Donnelly asegura que el instigador del golpe de noviembre de 1948 contra Gallegos fue el Teniente-Coronel Marcos Pérez Jiménez y sus asociados militares. Que las acciones conspirativas tenían ya cierto tiempo, tal y como lo había previamente señalado en sus telegramas y correspondencia meses antes del exitoso movimiento insurreccional. También agrega que la forma precisa en que se desarrolló la acción, evidencia como tenía tiempo organizándose y preparándose en el seno del Ejército.
Lo interesante de este documento es que pone en evidencia que la figura fuerte del ... "gobierno de las Fuerzas Armadas"... (Bastardillas agregadas) no es el Presidente de la Junta Militar y ex-Ministro de la Defensa Carlos Delgado Chalboud, sino el Ministro de la Defensa: Marcos Pérez Jiménez. También, como la acción subversiva era evidente que se venía fraguando desde tiempo atrás y por último, como es en el Ejército, the Army, y no en la Fuerza Aérea, la Armada o la Guardia Nacional, donde descansa el poder del nuevo gobierno.
El segundo documento es un memorando de conversación, calificado como restringido para el uso del Departamento de Estado y de fecha del 6 de diciembre de 1948. Es el tipo de resumen de una conversación que tienen que redactar los funcionarios de ese despacho estadounidense, luego de intercambiar ideas con diplomáticos extranjeros. La conversación se efectúa en Washington, entre el Embajador venezolano designado Dr. José Rafael Pocaterra y el Consejero de la Embajada venezolana Antonio Casas Briceño, con Paul C. Daniels y William L. Krieg, ambos del Departamento de Estado. El tema, por supuesto, es la situación política venezolana. Lo interesante es como, según los diplomáticos criollos, el problema central venezolano era absolutamente simple: "el Ejército había llevado al [partido político] Acción Democrática al poder y ahora lo habían removido de éste"...
Nótese como octubre de 1945 y noviembre de 1948 son parte de un mismo proceso dentro de la realidad militar venezolana. El tránsito de un pretorianismo de tipo árbitro a uno de tipo gobernante, sería pues así, si seguimos el criterio teórico de A. Perlmutter. Un ejército pretoriano moderador que avanza hacia uno de tipo gobernante, si nos orientamos por la tipología de ejércitos pretorianos propuesta por E. Nordlinger. La involución de un pretorianismo de masas durante el Trienio a uno radical desde noviembre de 1948, si nos ceñimos al modelo político propuesto por Samuel P. Huntington.
Los Generales López Contreras e Isaías Medina Angarita y sus gobiernos eran ambos "hombres de compromiso" en un régimen político de notables, republicano, comprometido con avanzar hacia una auténtica república democrática. Medina permite un clima de libertades públicas sin antecedentes ciertos en el siglo XX venezolano. Más aún, resurgen los partidos políticos, destacándose dos: el de gobierno o Partido Democrático Venezolano (PDV) y el principal de oposición Acción Democrática (AD).
El sistema electoral vigente desde 1936, aseguraba el triunfo seguro del candidato de gobierno, éste era elegido en la práctica por Medina, luego, claro está, de sesudas consultas y análisis. El nuevo hombre de compromiso era el veterano diplomático y Embajador de Venezuela en Washington, Diógenes Escalante.
Por fin un auténtico civil en la presidencia y no uno marioneta o de "paja", como los presidentes (así con minúscula) doctores del gomecismo. Pero una enfermedad degenerativa imposibilita la candidatura de consenso del doctor Esclante. Medina se parcializa por el doctor Biagini, su Ministro de Agricultura y Cría, amén de responsable por la Ley de Reforma Agraria. La oposición estaba prácticamente derrotada, la anunciada reforma agraria le arrebataba importantes banderas políticas al partido de oposición AD y su derrota electoral era prácticamente un hecho consumado. La decisión política de Medina parecía tener éxito, se golpeaba al principal partido de oposición y se echaban las bases para disminuir el potencial político en la provincia de éste.
Pero también, la candidatura presidencial de Escalante primero y Biaggini después significaba que por primera vez en cerca de cincuenta años, el tiempo que había tomado estructurarse institucionalmente el Ejército Nacional, que el futuro Presidente de la República (insistimos, real y no nominal como en los casos del gomecismo) no sería un militar. Medina creía haber puesto fin al Ministerio de Guerra y Marina como antesala para la Presidencia. Medina le estaba cerrando las puertas del poder político a los ambiciosos y técnicamente capacitados militares jóvenes del Ejército. Medina estaba golpeando a la tendencia de Oficiales pretorianos, esos que eran el sector predominante dentro de la oficialidad militar desde el nacimiento mismo de un efectivo Ejército Nacional venezolano.
Mucho se ha insistido en la historiografía criolla sobre el contraste y la tensión entre la oficialidad "chopo e piedra" de origen gomecista y los nuevos Oficiales de Escuela y Academia. Interesadamente los aparentes triunfadores políticos del golpe de estado de octubre de 1945, los miembros del partido AD, vocearon y corearon esta supuesta verdad junto con los jóvenes y exitosos Oficiales militares golpistas de octubre. Surge así una idea, que de tanto repetirse terminan generaciones por admitir su aparente veracidad. El estudio de las Memorias de Guerra y Marina con sentido profesional histórico, sirve para devolver la verdad a la verdad.
El carácter evolutivo, por darle un nombre, de los gobiernos de López y Medina no se limitaba a la esfera política, también tocaba la realidad militar. El Ministro de Guerra y Marina de los dos últimos años del gobierno de Medina era un oficial de escuela, graduado en el Perú, al cual Gómez no le permitió volver a territorio venezolano. El General Morán (ascendido en julio de 1945) era tan profesional militar, con pendones académicos castrenses, si no más, que cualquiera de los jóvenes Oficiales sediciosos de octubre 1945.
En la última Memoria firmada por Morán (p. XIII) del año ya señalado, dice como fueron pasados a condición de retiro tres Tenientes-Coroneles, tres Mayores, diez Capitanes, nueve Tenientes y siete Subtenientes ... "El pase de los Oficiales a la situación retiro tiene por razón haber llegado a los límites de edad establecidos por la Ley respectiva." .... Continua diciendo: ... "De esta manera, los cuadros de Oficiales de las Fuerzas Armadas van renovándose paulatinamente"...
La evidencia histórica es concluyente sobre este aspecto. Los Oficiales militares sin estudios sistemáticos en la ciencia y arte de la guerra tenían sus años contados, serían paulatinamente desincorporados, mediante mecanismos legales idóneos. Los auténticos Oficiales "chopo e piedra" habían sido muertos como fue el caso del General Eustoquio Gómez, o habían abandonado el país con el fin del gomecismo como el Coronel Tarazona. Sencillamente los cambios no tenían por que ser violentos ni abruptos. Los cambios se estaban dando de manera gradual, respetando y utilizando las disposiciones legales vigentes.
Luego del triunfo de la autoproclamada Revolución de Octubre, resulta impresionante apreciar en la Memoria de 1946 el número de oficiales militares que son desincorporados, pasados a situación de disponibilidad, en la institución militar venezolana. Una auténtica purga que se puede apreciar en las páginas 90 a 96. Los mecanismos legales empleados para esta drástica reducción fueron la Ley Orgánica del Ejército y la Armada, artículos 253, 246, 260, 266, 269 y 272; pero, fundamentalmente, los Decretos 118 y 267 de la Junta Revolucionaria de Gobierno, en sus artículos 2 y 1, respectivamente.
La mayoría de los afectados por esta purga supuestamente revolucionaria presentaban grados de Coronel y Teniente-Coronel. Así, por ejemplo, según el Decreto 118, en marzo de 1946 pasan a situación de disponibilidad unos 26 Coroneles, 25 Tenientes-Coroneles, 12 Mayores, 10 Capitanes, 1 Teniente y 2 Subtenientes. De conformidad con lo establecido por el Decreto 267, serán no menos de 23 Coroneles y 29 Tenientes-Coroneles, 15 Mayores, 22 Capitanes, 6 Tenientes y 2 Subtenientes.
Paradójicamente se aprecian ascensos meteóricos, entre los Oficiales militares golpistas, como los del Capitán a Mayor (julio 1945) Marcos Pérez Jiménez, otro tanto podemos decir de Carlos Delgado Chalbaud y de Oscar Mazzei Carta. Estos Mayores son ascendidos a Tenientes-Coroneles en julio de 1946. Los futuros presidentes de facto Carlos Delgado Chalboud y Pérez Jiménez, en un año ascienden de Mayor a Teniente-Coronel.
La purga militar fue despiadadamente eficiente, en sólo un par de años de octubre 1945 a 1947 el Ejército y en menor tenor la Armada, estaba en manos de las promociones militares de inicios de los 1930's. Oficiales con sólo unos 15 años de experiencia en la institución militar. Lo curioso de los retiros forzosos, es que buena parte de estos oficiales afectados por las purgas habían demostrado condiciones militares profesionales evidentes. Su vida había sido la del cuartel, la guarnición, la de una persona que asume la actividad castrense como una profesión libre de ambición política, sin ser ciudadanos armados o milicianos, careciendo de la característica propia de los mercenarios, eran y se consideraban a sí mismos como lo que eran: militares de profesión, de carrera.
En paginas anteriores se ha referido a libros como los del Coronel Pedro García Gil o el Teniente M. Martínez Polanco, donde se puede apreciar ese profesional militar de hecho, aunque no de academia o escuela castrense. Otro tanto podemos decir del texto de Rafael Paredes Urdaneta (1940), igualmente comentado en páginas anteriores:
"desde la magna guerra y al través del tiempo han existido y existen [téngase presente que el autor escribe en 1940] tres clases de militares de carrera, meritorios y dignos igualmente: los de academia o escuela, formados por el estudio; los forjados en la zozobras de los campos de batalla, y los moldeados en la disciplina de la vida de cuartel, complementándose mutuamente"... (p.15)
En el texto escrito por el Teniente M. Martínez Polanco (1943), se evidencia el tema de las diferencias entre los egresados de las escuelas academias militares y los otros oficiales militares venezolanos:
"Eran, en consecuencia, dos escuelas militares enfrentadas desde la época de la Emancipación, la vieja del soldado sin cultura y la nueva, que ha dado especímenes tan brillantes como el Generalísimo Miranda, el Mariscal de Ayacucho, el General Diego Bautista Ferrer; el General en Jefe Eleazar López Contreras y el General Isaías Medina Angarita, paradigmas en nuestros anales de evolución militar republicana." (Página [20]).
Lo interesante de estos planteamientos es que constituyen un antecedente de las ideas que luego expresaran en contextos históricos distintos Andrés Eloy Blanco (1949) y Robert L. Gilmore (1964). En el caso del gran bardo criollo, en un artículo de la revista cubana "Bohemia", después del golpe militar de noviembre de 1948. En este escrito Andrés Eloy Blanco identifica a los exitosos militares golpistas con esa tendencia castrenses siempre reñida con la institucionalidad civil, la cual se desarrolla en Venezuela desde las guerras por la independencia en los inicios del siglo XIX. Oficiales militares que no pueden compararse en términos de igualdad republicana con digamos, Bolívar, Sucre, Salom. Los verdaderos militares, ajenos al personalismo y sin pretensiones tiránicas. Gilmore, en su monografía sobre el caudillismo en Venezuela nos refiere a dos tipos de Oficiales militares que emergen del proceso bélico independentista. Los que él califica de caudillos y los semi o cuasi profesionales, adelantados, éstos últimos, un siglo a sus venezolanos tiempos.
En el planteamiento de Paredes Urdaneta se tiene el antecedente de la idea que se ha venido desarrollando a lo largo de este discurso escrito. Es decir, la existencia de tres definidas tendencias, de tres tipos de Oficiales en el primer siglo de vida republicana: los Caudillos, los Pretorianos y los Oficiales de Orientación Profesional. Pero a diferencia de éste, sostenemos que los caudillos como tales desaparecen en las décadas iniciales de la institucionalidad militar venezolana del siglo XX.
Esos guerreros improvisados de las guerras civiles de 1898-1903, se incorporan a un efectivo Ejército Nacional en formación, hacen vida de cuartel, se disciplinan, hacen de la carrera de las armas una profesión. Algunos pasan por la Escuela De Aplicación, pero todos sin excepción se "institucionalizan". Por meras razones de tiempo, para 1945 eran muy pocos los que quedaban con vida. Por muy jóvenes que se hubieran iniciado en esas guerras civiles, estarían ya con más de 60 años, su pase a retiro era, insistimos, cuestión de un par de años.
En realidad, durante el gobierno de Medina Angarita coexisten dos tendencias dentro del cuerpo de Oficiales militares. Ambas secularmente venezolanas. Los pretorianos y los de vocación profesional militar. Los despectivamente llamados Oficiales "chopo e piedra", por carecer de estudios sistemáticos en la ciencia y arte de la guerra moderna (poco importa si su origen era el de las guerras civiles o el de la vida de cuartel), insistimos, eran tan profesionales castrenses, si no más en la práctica, que los jóvenes militares golpistas de 1945. Estos últimos son de una definida orientación pretoriana, una minoría exitosa que logra catapultar al Ejército venezolano de su condición de pretoriano árbitro a pretoriano gobernante. También, no todos los Oficiales de escuela fueron golpistas en 1945. El sector pretoriano fue una activa minoría.
El espejismo de los militares "chopo e piedra", sirvió para justificar las purgas castrenses. Así como el avance modernizador en la realidad militar se publicitaba, sin tomar en cuenta que era el resultado de un proceso evolutivo de décadas, dentro de la institución militar. Coyunturalmente este avance técnico se ve favorecido por la II Guerra Mundial y su feliz término. Eso, claro está, lo callan las Memorias del ahora Ministerio de la Defensa.
El mayor de los espejismos históricos, fue el creer que con el golpe de estado contra Medina Angarita se había avanzado hacia una realidad políticamente democrática. Libertad de expresión y asociación política, existían ya durante el gobierno medinista. Lo que se logró fue avanzar democratizando la elección de las autoridades públicas. El voto universal, directo y secreto, para hombres y mujeres supiesen o no leer y escribir, para la elección de las autoridades públicas. Sin duda alguna un gran logro, más de cien años tardó Venezuela en obtener esta auténtica e importante conquista política. Pero el precio que se pagó para lograrlo en 1945 fue altísimo, más aún, en términos políticos, miopemente alto.
Tanto el voto universal directo y secreto en las elecciones nacionales para todo venezolano mayor de 18 años, incluyendo los analfabetas, al igual que el desincorporar a los viejos oficiales "chopo e piedra", era un proceso que cualquier observador inteligente podría concluir como evidente, para finales de los 1940's. Las Memorias de Guerra y Marina reportaban, como se señaló en párrafos anteriores, como año tras año estos viejos Oficiales eran lentamente desincorporados como Oficiales activos en la institución militar. El carácter evolutivo y reformista de los gobiernos presididos por los Generales López y Medina, respectivamente, se evidencia en la creación de los partidos políticos, la absoluta libertad de expresión y el candidato civil para la Presidencia de la República. Esto para no referir a la legislación petrolera y de reforma agraria impulsada por Medina El voto universal y la mayor celeridad en la modernización del sector militar era, se insiste en ello, básicamente un problema de tiempo, en cosa de unos cuantos años, sin necesidad de recurrir a la violencia, se podrían lograr evolutivamente, legalmente, sin traumas, ambos.
Lo que no entendieron los dirigentes políticos de AD era que lo verdaderamente precioso del proceso evolutivo de los gobiernos de López y Medina, era el esfuerzo cierto por fortalecer la institucionalidad política. Que los principales enemigos de ese proceso, eran los pretorianos dentro del sector militar. No lograron entender que los viejos enemigos militares de ayer, eran los mejores garantes del progreso político del futuro inmediato y mediato. Ingenuamente supusieron que podían dominar a los pretorianos.
Esta tendencia pretoriana se fortaleció en los años 1945-1948. El poder no estaba en la opinión pública ni en la prensa libre ni en las urnas electorales. El poder estaba en los cuarteles y eso se demostró como evidente en el golpe de estado de noviembre de 1948. En términos huntingtonianos, nunca en el Trienio, se logró que la institucionalidad superara a la participación política. Es en realidad el mejor ejemplo, por no decir el único, hasta ahora, de un pretorianismo de masas en Venezuela.
El fracaso de los gobiernos militares venezolanos: 1940's-1950's.
Un argumento debe descartarse antes de avanzar comentando sobre estos años de pretorianismo gobernante de 1945-1958: no dejarse llevar por la mera letra de la documentación oficiosa. El confiar fundamentalmente en la evidencia de las Memorias de Guerra y Marina para el estudio del los años anteriores a 1945, puede ocasionar una aguda diferencia entre el papel y la realidad concreta. Por ello se han enfatizado los hechos relevantes, las compras de armamento, los estudios en el exterior, las instituciones educativas y cursos militares, en síntesis el fortalecimiento de la institución militar. Sobre estos aspectos no surgen dudas en la documentación analizada y la data histórica se evidencia como exacta y veraz.
Lo realmente importante es apreciar el desarrollo del proceso modernizador desde la fase formativa del efectivo Ejército Nacional. Las reformas del gomecismo (tanto la comentada por Márquez Bustillos en su folleto de 1917 como luego la implementada por López Contreras iniciando los 1930's), tenían por finalidad superar tensiones evidentes dentro de la realidad castrense. Una situación potencialmente explosiva, la cual podía desembocar en expresiones políticas indeseables para la forma de poder imperante.
Durante la presidencia del General Medina Angarita se avanza en el proceso de modernización militar, dentro de las pautas generales establecidas en el gobierno anterior. La constante es lo gradual de las mejoras y los cambios. Pero estos cambios anunciaban ya el comienzo del fin del predominio de la oficialidad de orientación pretoriana en las Fuerzas Armadas venezolanas. Es esto lo que, realmente, impulsa el golpe de estado de octubre de 1945. Otros aspectos como las diferencias generacionales; el avanzar en el proceso modernizador de la institución militar; la herencia del centenario caudillismo, el personalismo político; el procurar lograr mejoras socioeconómicas para la oficialidad son sólo, aspectos que favorecen el desarrollo de los acontecimientos tal y como estos se desenvuelven. Pero, insistimos, la variable clave es una reacción de cuerpo. Al verse lesionados definitivamente en sus potenciales posibilidades políticas futuras, la joven y capacitada oficialidad pretoriana de la época, derroca al gobierno.
Con el golpe de estado del 24 de noviembre y la evolución política inmediata, tenemos una segunda edición de octubre de 1945, pero corregida y ampliada desde el punto de vista del poder político del grupo sedicioso militar. Si en el primer golpe de estado la purga será de "medinistas" y sus entendidos parciales militares, esta vez serán los partidos AD y comunista, las principales víctimas. Ya no habrá Junta Cívico-Militar, sino Militar y punto.
El poder político en realidad se concentra en el Ministro de la Defensa: Teniente-Coronel, Marcos Evangelista Pérez Jiménez; es él la cabeza visible del movimiento. Al ser asesinado el Teniente-Coronel Delgado Chalbaud, el presidente nominal será el civil Suárez Flamerich, pero el poder, insistimos, está concentrado en el sector de Oficiales militares que dirige Pérez Jiménez. Esta situación se ve confirmada ante la burla electoral para elegir la Constituyente de 1952. La careta queda en el piso y el ahora Coronel Pérez Jiménez asume la presidencia, se gobierna en nombre de las Fuerzas Armadas y el gobierno es de las Fuerzas Armadas.
Entre 1951-1952, se producen tres acciones militares conspirativas contra el naciente gobierno de las fuerzas armadas. Se recurrió, de nuevo, al texto ya señalado del General Iván Darío Jiménez (1996), para cubrir estos eventos. Lo importante de esos movimientos insurreccionales es que ponen en evidencia como no toda la oficialidad militar se pliega al movimiento pretoriano de 1948. También ilustran sobre el abrumador control del sector militar logrado por los exitosos golpistas de 1945-1948. Otro aspecto que llama la atención, es como las reacciones militares contra el régimen pretoriano se inician en firme, tres años después del derrocamiento de Gallegos.
En el mes de octubre de 1951, tenemos el primero intento militar contra el gobierno pretoriano Este tiene su epicentro en la Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional. Destacan como propulsores de esta acción el Teniente Genarino Peña y el líder político de AD, Leonardo Ruíz Pineda. En septiembre de 1952, fracasa otro movimiento, esta vez en la Fuerza Aérea; entre los implicados están el entonces Teniente Fernando Paredes Bello y la cabeza del movimiento parece ser el Capitán Wilfredo Omaña. Finalmente, tenemos la insurrección del cuartel Sucre, en Cumaná, liderizado por el Capitán Juan Bautista Rojas. Todos fracasan. Pero lo interesante de estos movimientos son la juventud de los Oficiales comprometidos, así como la vinculación de éstos con políticos del derrocado partido AD. Oficiales participantes en estas acciones, lograrán importantes cargos burocráticos en la estructura militar, luego de 1958. Por ejemplo Fernando Paredes Bello, ya General, será Ministro de la Defensa en los 1970's.
Resulta interesante apreciar como los gobiernos militares de 1948-1958, a diferencia de la dictadura gomecista, permiten un avance sustantivo no sólo en la modernización de las Fuerzas Armadas sino también en su profesionalización militar. Gómez inteligentemente evitó, o mejor dicho, intencionalmente retardó el proceso de profesionalización militar. Intuitivamente entendía que una oficialidad mayoritariamente profesional militar no sería un soporte sólido para su régimen dictatorial.
Pérez Jiménez incentivó la profesionalización castrense, con lo cual estaba abriendo la fosa de su propia tumba política. Pero también, no se despoja del personalismo heredado de los caudillos decimonónicos, quería él seguir manteniendo su muy personal poder dentro del régimen. Al no permitir una transmisión de poder dentro del sector militar y buscar tercamente mantenerse en la presidencia post-1957, recurriendo a un fraude electoral, se estaba suicidado políticamente.
La simbiosis civil-militar y política-militar, que hemos señalado como constante en el desarrollo de las instituciones militares venezolanas durante el siglo XX, se expresa no ya mediante una República de Notables que en realidad dependía del sector militar para su existencia (López-Medina), o bien, en un gobierno reformista que en realidad carecía de poder, ya que éste se concentraba en las Fuerzas Armadas (Trienio); durante el gobierno en nombre de la institución militar esta simbiosis se expresa en la Semana de las Fuerzas Armadas Nacionales, la cual se transforma en la Semana de la Patria y en lo que dieron en llamar el Nuevo Ideal Nacional. Claro está, era una realidad civil subordinada ante el sector militar, fuente cierta de poder.
El pretorianismo gobernante de los 1940's-1950's, era una segunda edición, corregida y aumentada de las "luces" y "cachuchas militares" del gomecismo. Sacrifican la libertad y la participación política básica de las mayorías, ante el supuesto beneficio del desarrollo económico y personal. Ingenuamente entendían, los nuevos líderes militares, que el error del gomecismo había sido no permitir avanzar en la profesionalización castrense. No lograban captar que el personalismo político era antitético en relación con un gobierno que buscaba su legitimación en una moderna realidad, corporativa por definición, militar.
Lo paradójico del gobierno militar 1948-1957 y del Nuevo Ideal Nacional es que aparentemente exaltaba valores venezolanos El pasado aborigen y amerindio, se resalta en su contenido heroico, es decir, la resistencia ante el invasor europeo. La música folklórica, particularmente la llanera, es intencionalmente promocionada por el gobierno. En pocas palabras, se pretende resaltar las supuestamente entendidas como auténticas expresiones del país, criollas, autóctonas, vernáculas, etc. Todo ello ocurre, mientras se permitía una muy fuerte influencia estadounidense en aspectos claves para el futuro de Venezuela.
Dos textos ilustran sobre la idea presentada en el párrafo anterior. Uno escrito por F. Rincón (1982). Es una breve pero interesante monografía. El otro, presenta dos versiones, una en inglés y la otra en castellano, su autor es el estadounidense Milo Perkins, tiene como fecha de edición octubre de 1952 y es un estudio solicitado al autor por el Banco Central de Venezuela. Su título en ingles: For The Growth And Stability Of Venezuela/Recommendations For Action. La estrategia económica de la dictadura militar se encuentra esbozada en estas páginas. Es más, los errores u omisiones en implementar los proyectos y estrategias propuestos son visibles para 1958 y hasta hoy día.
La creación de un organismo que centralizara los proyectos de desarrollo nacional, la futura Cordiplan. Los sistemas de vialidad nacional. La Cantv con una cobertura nacional. La modernización de la actividad agropecuaria y el desarrollo de la investigación aplicada en esta área. El desarrollo de las industrias básicas de Guayana y la petroquímica. El sistema hidroeléctrico del Caroní y proyectos de electrificación con un alcance nacional, etc. Son presentados en este informe de Perkins a manera de proyectos, con recomendaciones prácticas para su implementación.
Constituía el informe del especialista estadounidense, un evidente norte para los proyectos vinculados con la estrategia económica, comercial y financiera del gobierno del General Marcos Pérez Jiménez. Como diferencia constante entre lo proyectado por Perkins y lo desarrollado por el gobierno venezolano, está la creación de empresas estatales, sin participación de capital privado nacional o extranjero. Esta fue, en su aplicación concreta, una traición a los sanos postulados liberales propuestos por el informe en cuestión. El gobierno militar desarrollará una corrupta versión de un capitalismo de estado.
Esta creciente influencia estadounidense sobre la sociedad y la política venezolana se expresa también en la realidad militar y estratégica. Venezuela hace causa común con el gobierno estadounidense, y sus proyectos continentales de defensa en los inicios de la guerra fría. En 1951 se firma un nuevo acuerdo para regular la operatividad de una Misión Militar estadounidense en territorio venezolano. Nada nuevo para un investigador que conozca de historia de Venezuela y de las relaciones entre ambas naciones. Particularmente si se tiene presente que desde la Segunda Guerra Mundial la influencia militar estadounidense, por obvias razones de política internacional, se presenta como dominantemente influyente en los aspectos técnicos-militares venezolanos.
En el aspecto político, como bien lo explica J. Ewell (1996) desde comienzos del siglo XX, con los sucesos vinculados con el bloqueo por tres potencias europeas de las costas venezolanas (diciembre 1902-febrero de 1903) y luego el apoyo dado por el Departamento de Estado al naciente gobierno de Gómez, era evidente la condición subordinada de la política criolla ante los designios estratégicos de Washington.
Lo novedoso del gobierno de las Fuerzas Armadas venezolanas, 1948-1957, era esa dualidad contradictoria y evidentemente hipócrita entre una realidad dependiente hasta los tuétanos de los designios estratégicos del Departamento de Estado y la exaltación populachera, supuestamente nacionalista, expresada en el Nuevo Ideal Nacional y la Semana de la Patria.
Los avances técnicos-militares en la realidad venezolana de los 1950's son particularmente impresionantes en la Fuerza Aérea y la Armada. La educación militar se ve favorecida con la creación en 1954 de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas. En ésta debían estudiar los Oficiales que aspiraran ascender a los grados de Coronel y Capitán de Navío. En ese año se crea también la Escuela Básica de las Fuerzas Armadas, donde iniciaban sus estudios militares los futuros oficiales de las cuatro fuerzas. Esta durará hasta 1959, para reaparecer como tal un par de décadas después.
La Fuerza Aérea se incorpora definitivamente a la era de los aviones jet con los "Vampiros", "Venon", "Camberras" de manufactura británica y los "F-86" estadounidenses. Se crea el Batallón José Leonardo Chirinos, de paracaidistas, dependiente del Ejército. La Armada cuenta, por fin, luego de más de un siglo, con modernas y operativas unidades de superficie. Destructores construidos expresamente para Venezuela en astilleros británicos e italianos, amén de dos batallones de infantería de marina.
En la obra del Coronel Fuentes Latorraque (1996), se pueden seguir las mejoras que se aprecian no sólo en la Armada y Fuerza Aérea, sino también, en la artillería y blindados. Así, la adquisición de morteros de 120 mm, los modernos obuses de 155 mm, artillería antiaérea relativamente moderna para ese entonces, tanques franceses AMX 13, los carros blindados M-8 y los ya mencionados tanques M-18 de manufactura estadounidense, nuevos equipos de comunicaciones, etc. También mejoran notablemente las instalaciones militares, la intendencia y los servicios sanitarios. En pocas palabras, modernización y profesionalismo castrenses avanzan bajo un sistema político pretoriano.
Los gobiernos de 1948-1958 califican plenamente para las definiciones genéricas y coloquiales de militarismo, comentadas en páginas anteriores. Otro tanto se puede decir de lo señalado por el Diccionario de Ciencias Sociales, editado por la UNESCO (1975) sobre la expresión "militarismo latinoamericano". No en balde titula José Ramón Avendaño Lugo su tesis doctoral, defendida en la Universidad de Barcelona y editada en Caracas por Centauro-1982, El Militarismo en Venezuela (La Dictadura de Pérez Jiménez). Claro está, la definición clásica de militarismo, esa que sostiene que éste es una suerte de metástasis social militar y militarizante; esa que sostiene que el militarismo consiste en subordinar todos los órdenes de la vida social a lo militar, tal y como se refirió en páginas anteriores, recurriendo para ello al texto de L. Radway, no se cumple en el caso de los gobiernos venezolanos de los años 1950's. Tampoco, en ningún país latinoamericano del siglo XX.
Como todo gobierno pretoriano, una vez asegurado el poder, el problema de la legalidad (la legitimidad, les es, por definición inalcanzable) se convierte en uno particularmente molesto para resolver. Las constituciones se pueden elaborar Ad hoc, como durante el gomecismo o en 1954. Pero queda pendiente el problema de la sucesión presidencial. Gómez recurrió al personalismo y se apoyaba en un Ejército, aún no profesionalizado, para cambiar las constituciones de acuerdo con sus conveniencias. Buscaba así, legalizar su predominio político.
Los revolucionarios mexicanos logran diferenciar las actividades militares de las políticas. Así, de la Revolución mexicana de comienzos de siglo surgen dos brazos uno el militar y otro el partido político hegemónico. Presidente se es una sola vez y punto. El Presidente podía elegir a dedo su sucesor, el cual era luego legalizado electoralmente, pero no volvía a la Primera Magistratura.
Formas de pretorianismo gobernante, como el caso brasileño post-1964, se apoyaban un tanto en la experiencia mexicana, ya que no se podía volver a la presidencia una vez que ésta finalizaba. Pero a diferencia de México, el Ejército del Brasil nunca pudo crear ni propiciar una organización política socialmente hegemónica fuera de la realidad militar. Un partido político efectivo, que se convirtiera en la "organización civil" vocera de su proyecto político y monopolizador de la gerencia política de la sociedad.
El gobierno del General Pérez Jiménez no logró resolver el problema de la sucesión presidencial más allá del asesinato de Delgado Chalbaud, la burla electoral de la Constituyente de 1952 y el gobierno inmediatamente posterior a ésta. En 1957 el gobierno dictatorial-militar venezolano trata de resolver el problema de la sucesión presidencial recurriendo, de nuevo, a la fórmula del fraude electoral. Grave error político, como la mujer del bíblico Lot, el pretorianismo gobernante venezolano de los 1950's, volteó la cabeza, vio hacia atrás y se convierte en estatua de sal.
El éxito de la generación de Oficiales pretorianos de los años 1930's se debía, básicamente, en que miraban al futuro no al pasado. Es decir, su juego político era fundamentalmente innovador dentro del contexto venezolano del siglo XX. Los ejemplos son varios entre 1945 y 1957. Un año después vendría el colapso. Pero se indicarán, a renglón seguido, los más importantes logros políticos de esta élite militar gobernante.
Golpe de estado exitoso en 1945 con la consecuente, eliminación de rivales dentro de la organización militar bajo el pretexto de la modernización. Otro golpe de estado exitoso en 1948 y expulsión de sus rivales políticos de AD, aduciendo tener que poner fin al sectarismo y lograr la armonía social como imperativo fundamental de las Fuerzas Armadas garantes de la paz social de la República. Después, en 1953, la burla constituyente les permite monopolizar el poder reduciendo a la impotencia a los partidos políticos Copei y URD, argumentando la necesidad de avanzar en el camino del progreso material, para lo cual estas organizaciones políticas sectarias eran una supuesta molestia, mientras las Fuerzas Armadas Nacionales eran las pretendidas garantes no sólo de la paz social sino gerentes idóneos del progreso material del país.
Con el plebiscito de 1957, trataban de volver a formas políticas propias del gomecismo. Retrocedían, en cambio de ver hacia el futuro de manera audaz e innovadora, tal como lo habían hecho en los 13 años anteriores. Cediendo ante el personalismo del General-Presidente Marcos E Pérez Jiménez y su círculo de adulantes civiles y militares, en cambio de avanzar, de auscultar acertadamente el contexto hemisférico de la época, de encontrar una nueva fórmula política, se dejan arrastrar por el más burdo personalismo. El resultado cierto no podía ser otro que el fracaso político y el fin del gobierno militar.
El contexto hemisférico y el venezolano, había dado signos claros de cambio que no fueron sabiamente interpretados por el sector gobernante venezolano para 1957. La dictadura de los Generales Odría en Perú y Rojas Pinilla en Colombia habían finalizado, una por las "buenas" y otra por las "malas". El Nuevo Ideal Nacional no había podido constituirse en un movimiento de base popular cierta, que fuera capaz de mutar hacia una forma de organización política que sustituyera efectivamente a los partidos políticos. Las clases medias venezolanas habían continuado su proceso de crecimiento acelerado. Las Fuerzas Armadas habían avanzado velozmente en su proceso de modernización y profesionalización. Todo indicaba que era necesario un cambio en la Presidencia de la República.
Esta nueva situación, suponía un proceso inteligente de negociación con los antiguos perdedores del juego político: AD, COPEI, URD, etc. Otra alternativa era, como hicieron años después los brasileños, un tránsito de presidentes militares pero manteniendo su "proyecto de progreso material" y la hegemonía política de las Fuerzas Armadas. Pero, insistimos, triunfó el personalismo, esa herencia secular del caudillismo del siglo XIX. Le faltó a la élite castrense gobernante, muy militarmente por cierto, capacidad de negociación política. El plebiscito de 1957 se evidenciaba como el comienzo del fin del régimen, ahora ya, sin ninguna supuesta careta castrense-modernizadora a la venezolana. Era, y no lo disimulaba de ninguna manera, el gobierno personal y personalista del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Era, también, el comienzo acelerado de un colapso político seguro.
Una disgregación: La Revista de las Fuerzas Armadas aparece después del golpe de estado de 1945, como un sustituto de la tradicional Revista del Ejército, Marina y Aeronáutica en sus varias épocas. Ésta, a su vez, sustituye el Boletín Militar de la primera fase del gobierno gomecista. Heredera ésta, de la llamada Revista de Artillería de los tiempos de la última presidencia de Crespo, y más propiamente de la primera revista militar venezolana de igual título (Boletín Militar) que surge durante el gobierno de Andueza Palacio (1890-1892). En la Revista de las Fuerzas Armadas, atendiendo sólo a sus formas externas de presentación, sin adentrarnos en un estudio de su contenido, podemos visualizar la evolución del gobierno militar venezolano, desde 1945 hasta 1958.
Se aprecian tres fases claramente distinguibles en la Revista de las Fuerzas Armadas desde los 1940's hasta 1957. La primera la llamaremos "populista-revolucionaria". Refleja ciertamente el estado de euforia de la joven oficialidad militar de 1945 y del partido AD. Hace énfasis en las mejoras socio-económicas concretas logradas por el novel gobierno "cívico-militar" para con el sector militar y resalta, finalizando el Trienio, sutil pero efectivamente la imagen de Pérez Jiménez. Para 1946-1947, adquiere una presentación más austera y, para darle un calificativo, "técnica", resaltando las mejoras modernizantes en la realidad militar venezolana. Esta presentación se mantiene, más o menos, hasta 1955-1956, cuando resaltan en su contenido los entendidos logros materiales del gobierno y los eventos "sociales de estado".
En pocas palabras, en la Revista de las Fuerzas Armadas podemos captar el reflejo fiel de cómo, el autoproclamado gobierno de las Fuerzas Armadas se fue corrompiendo. Éste fue cediendo ante el halago fácil, el dinero abundante y personalismo creciente dentro de la realidad gobernante venezolana de esos días. La presentación de la revista y sus contenidos, parecían anunciar ya una situación de cambio, desde 1957. También esta revista sirve para llevar la cronología básica del proceso de modernización técnica de las Fuerzas Armadas, particularmente después de 1948. Son abundantes las informaciones referentes a las mejoras en la intendencia, servicios, instalaciones y nuevas adquisiciones de material bélico, etc. Sólo como dato curioso, finalizando 1957 son recurrentes una serie de artículos sobre el 19 de abril de 1810 bajo el título de "Cumbres de Gloria", escritos por Arturo Hellmud Tello.
El primero de enero de 1958 se hace visible una conspiración dentro de la realidad militar venezolana, que tiene como punta de lanza lo más modernizado del sector castrense, la aviación militar, los paracaidistas y unidades blindadas. El movimiento militar fracasa, pero es la primera insurgencia contra el status quo, de unos militares que han avanzado en el proceso de una más eficiente capacitación técnica moderna.
Para cualquier observador imparcial, era evidente el fin del predominio político de las Fuerzas Armadas en la conducción política del país, vía el General Pérez Jiménez. La agonía dura 23 días. Para finales de enero de 1958, no será la aviación militar sino la Armada, la que proporciona el golpe de gracia al moribundo gobierno del General Pérez Jiménez. Finaliza el único gobierno pretoriano gobernante que conoció el siglo XX en Venezuela.
Por primera vez en el devenir militar venezolano la Fuerza Aérea y la Armada ponen en evidencia su poder militar. La hegemonía del Ejército se ve rota. El presidente de la junta de gobierno Cívico-Militar es un marino, el Contralmirante W. Larrazábal U. La presión popular es intensa y los ilegalizados partidos políticos renacen como el ave fénix. Destaca por el número de simpatizantes AD; por su organización el Partido Comunista de Venezuela o PCV; por su visión de futuro COPEI. Socialdemocracia criolla, el partido comunista, fiel a Moscú, y social cristianismo a la venezolana. URD sigue a su líder político único, el carismático Jóvito Villalba.
La experiencia de años de exilio, represión brutal y silencio oprobioso, lleva a los partidos políticos venezolanos a un acuerdo para lograr fortalecer la endeble institucionalidad. Acuerdos prácticos, por lo cual se excluye al PCV, para lograr afianzar la confianza del Departamento de Estado en tiempos de una viva guerra fría. Se buscaba era fortalecer la institucionalidad política. La idea general era no repetir los errores de 1945-1948. Para ello, resultaba absolutamente necesario dominar la tendencia pretoriana.
La simbiosis militar-civil y política-militar, característica constante desde la creación del efectivo Ejército Nacional para comienzos del siglo XX, entra en un proceso de cambio. El desprestigio de las Fuerzas Armadas era intenso, popularmente, y no sin razón, se les identificaba con la corrupción de la dictadura militar. Se hace imperativo el desarrollo de una campaña de publicidad, hasta televisiva, para que el "pueblo conociera realmente a sus Fuerzas Armadas". Los políticos se dan a la tarea de absolver de culpas a los militares sobre los desmanes de la dictadura, cuando afirman que la responsabilidad sólo era de unos pocos Oficiales que se habían abrogado, ilegal e ilegítimamente y para provecho propio, la representatividad de las Fuerzas Armadas Nacionales.
La verdad verdadera era que la realidad militar venezolana estaba, en 1957-1962, por segunda vez en su historia del siglo XX, seriamente fracturada. Entre la oficialidad de más alta graduación existía un importante componente de orientación pretoriana. Los Oficiales de Orientación Profesional no controlaban efectivamente todavía la estructura militar. Se evidenciaban rivalidades, por darle un nombre, Inter-fuerzas, ante el protagonismo de la Armada y la Fuerza Aérea. Se desarrollaba un proceso novedoso, entre militares y los partidos políticos. Relación no oficial ni oficiosa, que se presentaba vía los contactos personales, de amistad y familiares, procurando, atraer a sectores de militares hacia determinados proyectos políticos.
Las soluciones tenían que ser políticas y lo fueron. El llamado Pacto de Punto Fijo fue el medio idóneo para avanzar con paso firme en el proceso de institucionalidad política. Las elecciones se realizaron rápidamente en diciembre de 1958. Larrazabal deja la Junta de Gobierno y es un candidato presidencial con el apoyo de los partidos URD y del P.C.V. La presidencia de la Junta pasa a manos de un civil, el doctor Edgard Sanabria.
Nada de efervescentes constituyentes, como en el pasado Trienio. Esta vez eran los políticos los que miraban realistamente hacia el futuro, mientras los pretorianos se aferraban torpemente al pasado. La Constitución de 1961 nace del Congreso electo, como el nuevo presidente constitucional, Rómulo Betancourt, por voto universal, directo y secreto, en diciembre de 1958. Los pretorianos están en retirada y derrotados una y otra vez, pero no han desaparecido.
Con cada conspiración militar que fracasa, o bien, que es develada y se frustra, se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la oficialidad militar, el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio constante de la tendencia de orientación profesional. Afortunadamente, sobre este período de la realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de compilación testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982), en seis gruesos volúmenes.
Los movimientos del más ingenuo y bruto pretorianismo fueron relativamente dominados con facilidad. El Ministro de la Defensa, General Jesús María Castro León, parecía creer que todavía ese despacho era la antesala de la Presidencia de Venezuela. Con derrota, exilio y prisión pagó el precio de su ingenuidad política. El Coronel Hugo Trejo nunca llegó a materializar sus amagos o proyectos conspirativos y se acomoda al exilio dorado y un rápido retiro. Pero los intentos golpistas continúan.
Ante la debilidad numérica del sector pretoriano dentro de la realidad militar éste busca aliados fuera de ese medio, es decir, entre las organizaciones políticas civiles. En medios civiles pero no civilistas, se procura encontrar aliados militares para sus proyectos desestabilizadores. Los sectores radicales de la izquierda política, ingenuamente, procuran una segunda edición mejorada y corregida del golpe de estado de octubre de 1945.
Unos pocos Oficiales jóvenes de ideas marxistas, dentro de la organización militar y algunos políticos de orientación marxista-leninista (PCV y algunos líderes de URD) y civiles de difícil ubicación ideológica como Manuel Quijada (serán "progresistas", por darles un nombre) procuran organizar una acción militar que ponga fin al gobierno constitucional, republicano y democrático de Rómulo Betancourt.
Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz (1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en 1962, y su sangriento fracaso. De los defensores militares del gobierno sólo el Contralmirante Ricardo Sosa Ríos (1979), que sepamos, dejó para las generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro autobiográfico: Mar de Leva. Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo, no es la crónica testimonial, el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical movimiento. Lo auténticamente importante es que el llamado Porteñazo marca la derrota del sector de Oficiales militares pretorianos, como uno destacado y dominante en la realidad militar venezolana hasta los 1960's. Señala también el predomino del segmento de Oficiales militares de Orientación Profesional, desde los 1960's.
Lo paradójico de este proceso 1958-1962, es que se evidencia la institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido huntingtoniano de ambos términos. Esto que parece inicialmente contradictorio, encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica constitucionalidad del régimen, su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente se canaliza la participación política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por medios electorales e institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas, Imperium y Autoritas, no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una realidad política Cívica-progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia una Cívica-de participación.
Las medidas estructurales básicas para vencer a los pretorianos son ampliamente conocidas. Se sustituye el Estado Mayor General por el Estado Mayor Conjunto. Se les da mayor autonomía a las cuatro Fuerzas: Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional. Se educa al cuerpo de oficiales en los valores democráticos. Se mantiene un nivel socioeconómico digno para la oficialidad militar, atendiendo los niveles de sueldos, servicios médico-odontológicos, facilidades para la adquisición de vivienda, vehículo, fortalecimiento del sistema de prevención social de las Fuerzas Armadas, facilidades recreativas, garantizando un digno sistema de pensiones y jubilaciones para los Oficiales en condición de retiro.
El Ministro de la Defensa es un Oficial activo que funge de vocero o puente entre la realidad política gubernamental y la institución militar. Las compras de nuevos equipos militares, se mantiene dentro de las exigencias y aspiraciones básicas del sector castrense. Otro tanto se puede decir de la educación militar, se vuelve a las Escuelas para cada una de las Fuerzas, eliminándose la Escuela Básica de las Fuerzas Armadas. Pero, fundamentalmente, surge una comunidad de intereses entre el gobierno de los partidos políticos reformistas y los militares al enfrentarse a un enemigo común: la guerrilla de orientación marxista-leninista y apoyada logísticamente desde la Cuba gobernada por Fidel Castro. Esta situación reafirma la influencia estadounidense, refuerza la tendencia de orientación profesional entre la oficialidad venezolana y contribuye a neutralizar el protagonismo político a la oficialidad pretoriana.
Partidos políticos y Fuerzas Armadas redefinen sus áreas de influencia y competencia, durante 1958-1962. La secular simbiosis de poder entre militares y civiles venezolanos entra en una fase de reacomodo, mas no desaparece. La tradicional política militar encuentra nuevas formas de expresarse, deja de lado su condición visiblemente protagónica, pero se mantiene como un factor clave de poder. El sector civil de la sociedad se logra organizar efectivamente en partidos políticos que se dicen modernos, doctrinales y de masas. Ya no son las pretendidas "luces del gomecismo" ni los dirigentes de una República de Notables a lo López Contreras y Medina Angarita, ahora son organizaciones políticas piramidales, con un alcance y cobertura nacional, con relaciones influyentes y dominantes dentro del sector obrero organizado y los gremios profesionales, con vinculaciones con sectores empresariales privados. Dos partidos políticos se evidencian como dominantes, Acción Democrática (AD) y COPEI. La dirigencia política de ambos, emerge como la élite política dirigente. Es ésta la que se entiende con el sector militar, dentro de la muy tradicional y venezolana: fusión de intereses militar-civil y político-militar.