Título: Libro de la Defensa Nacional de Chile - PARTE VI: Recursos para la Defensa
1. ANÁLISIS DEL GASTO EN DEFENSA
Conocer cuánto le cuesta al Estado financiar la Defensa, y
de qué manera se usan los recursos que entrega, exige,
primero, determinar qué constituye Defensa, ya que las Fuerzas
Armadas aportan también al desarrollo; segundo, considerar que entre
los gastos militares hay algunos que tienen el carácter de gasto social, y,
tercero, considerar que hay actividades de las Fuerzas Armadas de servicio a
terceros las cuales se financian con la percepción de derechos.
1. EL GASTO EN DEFENSA Y SU RELACIÓN CON OTRAS
VARIABLES MACROECONÓMICAS
Determinar cuánta Defensa es necesaria (la demanda por Defensa) no es tarea
fácil en términos teóricos y prácticos, ya que la demanda social por Defensa está
determinada por factores específicos como el Producto Interno Bruto y la valorización
de las amenazas que el país percibe, siendo independiente de otras
consideraciones, como la política fiscal en el mediano y largo plazo.[35]
1.1. Incidencia del Producto Interno Bruto (PIB)
El mejor modo de medir el esfuerzo económico de un país para proveerse de
una Defensa adecuada se manifiesta en la relación entre el gasto en Defensa y
el PIB. Esta relación puede ser muy alta en países con guerra externa o conflicto
interno, o prácticamente nula en países que han entregado el cuidado de su
soberanía a potencias extranjeras o alianzas internacionales. Para un país como
Chile, esa relación expresa el porcentaje de capacidad económica que destina a
dar credibilidad a su política de defensa.
En el Gráfico 23 se muestra la evolución del gasto de Defensa como porcentaje
del PIB desde el año 1963 a la fecha y se constata la existencia de varias etapas.
Una primera etapa muestra un descenso relativo del gasto hasta el año 1969.
Una segunda fase exhibe un crecimiento entre los años 1973 y 1976, derivado
de situaciones de crisis externas. En los años siguientes se mantiene en un nivel
alto pero decreciente, como resultado del crecimiento de la economía entre
los años 1977 y 1981, y del mantenimiento o leve rebaja de los gastos. Durante
los años 1981 a 1983 se produce un repunte en esta relación a causa de la fuerte
caída del producto en esos años. Posteriormente, al permanecer el gasto en
Defensa relativamente constante en una economía que por esos años volvía a crecer, se aprecia un lento descenso, con altibajos provocados por las oscilaciones
en el precio del cobre. Progresivamente, la relación se hace cada vez menor,
hasta llegar a los valores actuales derivados de una economía que crece más rápido
que el gasto en Defensa.
En el Gráfico 24 se muestra la evolución de los recursos fiscales entregados a la
defensa en el período comprendido entre 1989 y el año 2001, señalando la curva
inferior la evolución de los aportes contenidos en las respectivas leyes anuales
de presupuesto.
Los valores en dólares están convertidos a pesos por el tipo de cambio promedio
para el año en cuestión y los valores en pesos, una vez acumulados, están
deflactados por la inflación de cada año. En esta curva se aprecia una tendencia
de crecimiento menor, de casi estancamiento, hasta el año 1995; enseguida, un
aumento importante entre los años 1995 y 1997, debido a un reajuste especial
al personal —la ley de salud, en el año 1996, y el nuevo Estatuto del Personal o
DFL-1 (G), de 1997— y, posteriormente, otro aumento, fruto a su vez de una
asignación especial el año 1999.
Al aporte fiscal debe agregarse el aporte efectuado a través de la Ley Reservada
del Cobre. De acuerdo con la ley, estos fondos se destinan exclusivamente a la
adquisición de pertrechos y sistemas de armas. El valor total que resulta de la
suma de ambos aportes a la Defensa entre 1989 y 2001 se ve reflejado en la curva
superior del Gráfico 24. Esta curva muestra una tendencia relativamente decreciente
del aporte de la Ley Reservada del Cobre, a causa de los altibajos provocados
por la variabilidad del precio del cobre. Asimismo, se puede apreciar
que, en términos reales, el nivel de los aportes totales a la Defensa cayó desde
1989 hasta 1993, fecha en que alcanzó su punto más bajo. El nivel de gasto no
se recupera, en términos reales, hasta el año 2000, en virtud del crecimiento del
gasto en personal.
.2. Nivel de Amenazas Percibidas
En términos económicos, esta variable se mide por los datos de gasto en Defensa
publicados sobre otros estados. Se trata de un valor que debe ser corregido
por un parámetro que recoja las diferencias cambiarias y los precios internos
de algunos factores críticos, como las remuneraciones del personal.[36]
Cuando se analiza nuestro gasto en Defensa y se lo relaciona con el PIB, el porcentaje
resultante debería mostrar el impacto de las amenazas percibidas. Esto
se muestra en el Gráfico 23, donde se expone la serie para los últimos 38 años
de esta relación. Para los últimos años, el cuadro muestra una tendencia a permanecer
en valores cercanos al 1,8% anual, lo que se relaciona en grado importante
con una disminución de las percepciones de amenaza y con el hecho
de que el crecimiento del PIB debe ser acompañado de un nivel de Defensa
acorde.
Por otra parte, el nivel absoluto del gasto, que se ilustra en el Gráfico 24, ha tendido
a crecer a pesar de las oscilaciones del precio del cobre, reflejadas en las
variaciones de los rendimientos de la Ley Reservada del Cobre. Este aumento
del nivel absoluto del gasto tiene que ver tanto con el crecimiento del PIB como
con los efectos de los precios internos que algunos de los factores de producción
(las remuneraciones) han tenido a consecuencia del mismo crecimiento del
PIB.
2. EL GASTO EN DEFENSA Y EL GASTO FISCAL
Analizar la participación del gasto en defensa en el gasto fiscal, en el Gráfico 25,
permite observar un patrón similar a la curva que muestra la relación entre el
gasto en Defensa y el PIB (Gráfico 23) entre 1963 y 2001, con la salvedad de que
en el período comprendido entre 1985 y 1990, por efecto de la baja del gasto fiscal,
esta relación sube. A partir de 1991 vuelve a caer, ante el crecimiento del
producto y el aumento de la participación del gasto fiscal en el producto.
Se pueden observar dos puntos altos en esta distribución: el máximo, correspondiente
al año 1975 (en que se alcanzó una cifra cercana a un cuarto del gasto
fiscal), y el del año 1989, en que además del efecto señalado en el párrafo anterior,
se obtuvo un rendimiento muy bueno de la Ley Reservada del Cobre. La
relación entre gasto en Defensa y gasto fiscal ha tendido a estabilizarse entre un
8 y un 9% en esta última década, cifra cercana, y algo menor, a la relación existente
hasta 1973, en que oscilaba entre un 8,5 y un 12%.
En el Gráfico 25 se aprecia que la participación del gasto en defensa en el gasto
fiscal, incluyendo el rendimiento de la Ley Reservada del Cobre, depende de
los cambios en la política fiscal. Estos cambios modifican el total del gasto fiscal
y, por tanto, se altera la participación del gasto en defensa en el gasto fiscal.
Ahora bien, el gasto en defensa cambia también de acuerdo con otras variables,
que se adicionan o se restan al efecto de la política fiscal. Una de tales variables
es la situación estratégica del escenario internacional, lo que relativiza la importancia
a largo plazo de la política fiscal en la determinación del gasto en defensa.
Lo anterior se aprecia claramente en el período que va de 1970 a 1976, en que
el gasto en Defensa en relación con el PIB sube de 2,4 a 3,6% entre 1970 y 1973,
y en el mismo período, pero en relación con el gasto fiscal, baja de 10,5% a 8,5%
dado el mayor gasto fiscal. A continuación, entre 1973 y 1976, se produce un aumento
en las dos relaciones, siendo mucho mayor el alza con respecto al gasto
fiscal (ya que en el período en cuestión el gasto fiscal se mantuvo o se contrajo
por efecto de políticas de restricción económica y el gasto en Defensa aumentó
en función de las amenazas externas que se percibían en esa misma época).
3. DEMANDA POR DEFENSA, PIB Y AMENAZAS
PERCIBIDAS: SUS EFECTOS
La relación descrita tiene dos efectos que muestran la correspondencia que hay
entre sus elementos. Primero, los gastos de Defensa derivados de una demanda
surgida a partir de una percepción de amenaza importante no podrán ir más
allá de un cierto límite, el que puede expresarse como porcentaje del PIB. Dicho
límite no puede ser sobrepasado sin que se afecten las capacidades de
desarrollo del país.
Segundo, una evaluación errónea de una amenaza puede provocar el incremento
de la demanda por Defensa y el aumento del gasto asociado para satisfacerla
más allá de un cierto límite. A su vez, si este aumento es percibido como
una amenaza por un tercer país puede conducir a lo que se denomina una
“carrera armamentista”, en la que cada país involucrado va respondiendo con
aumentos de gasto a las amenazas que aprecia según el aumento del gasto en
Defensa de sus eventuales rivales.
La independencia de la demanda de Defensa respecto del gasto fiscal no significa
que, por el lado de la producción de la Defensa, las políticas de gobierno
orientadas a modernizar la gestión pública del gasto fiscal, incluidas las prácticas
presupuestarias, no tengan efecto en el gasto en Defensa. El efecto se puede producir por la vía de hacer más eficiente el uso de los recursos públicos y
satisfacer la demanda por Defensa en forma más económica en términos absolutos
y en su relación con el PIB.
4. LAS FF.AA. COMO PODER COMPRADOR
Las Fuerzas Armadas adquieren en el país la mayor parte de lo que necesitan
para funcionar, salvo lo que no esté disponible en el mercado nacional o cuya
adquisición no sea económicamente factible. Esta política está siendo reforzada
por medio de instrucciones de los mandos y cambios en las normativas tributarias
que afectan a las Fuerzas Armadas, particularmente en lo que respecta a la
importación de pertrechos, lo que significará que las adquisiciones se dirigirán
aún en mayor proporción al mercado nacional.
Desde el punto de vista del conjunto de la economía nacional, la importancia de
las adquisiciones de las Fuerzas Armadas radica, principalmente, en el aporte a
determinadas economías locales y a algunos sectores productivos específicos.
Dentro de estos últimos, el efecto positivo deriva de la introducción de normas
de calidad que garanticen bienes y servicios apropiados. Esto obliga a la incorporación
de tecnologías de producción y control de calidad que quedarán disponibles
para la producción nacional de bienes y servicios no estrictamente destinados
al abastecimiento de la Defensa Nacional. De mayor trascendencia aún
pueden ser los contratos de mantenimiento de armamentos y sistemas que involucrarán
a los proveedores nacionales en el conocimiento de procesos y técnicas
complejas.
[35] Existen fórmulas econométricas que podrían
aplicarse para calcular la demanda
por defensa cuyo análisis excede los propósitos
de este texto.  [volver]
[36] Cabe hacer notar que este factor no debe
medirse linealmente pues presenta discontinuidades
importantes, pero en el corto
plazo puede suponerse que su comportamiento
es lineal.  [volver]