Inexistencia de política colonial coherente, consensuada y definida. Cada cambio político en España afecta gravemente las relaciones con la colonia. Ésta no se administra correctamente, favoreciéndose la corrupción, y el tráfico de influencias. Excesivo centralismo en la adopción de decisiones que afectan a la colonia, lo que impide la toma decisiones con agilidad y oportunidad.
España es una nación debilitada, mientras que los Estados Unidos está en un auge continuo. Esta realidad acaba definiendo el aislamiento internacional que se sufre. Los Estados Unidos ambicionan las colonias españolas, y abonan política, económica, y militarmente las insurrecciones que debilitan la posición de España. Se teme un conflicto con los Estados Unidos, intentando evitar lo inevitable. No se saben tomar las medidas políticas y militares adecuadas para la defensa, facilitándose enormemente la acción de los estadounidenses.
Excesiva importancia de los criterios "políticos", sobre los "militares". Ante la insurrección se cambia de criterio en los momentos más delicados, pasándose del acuerdo y las contemplaciones con la población, a la mano dura, y la eficacia militar, para más tarde regresar a las concesiones. La imprevisión absoluta, ante una guerra con los Estados Unidos, impide la defensa adecuada: no se pueden reconcentrar las fuerzas militares para aguantar con garantías la invasión estadounidense, y prepararse para una guerra larga que habría planteado dificultades a los estadounidenses; no se preparan suficientes alimentos para aguantar una campaña de éstas características; no se refuerza convenientemente la artillería, ni se utiliza adecuadamente a la escuadra, estudiando sus características reales y posibilidades materiales. La rendición se produce sin que la mayoría de las tropas hayan luchado, a causa de la decisión "política". Esto genera la imagen inmediatamente negativa que los españoles tienen del ejército, y abona el rencor que este estamento tiene más tarde hacia la "política".