Título: Bases para una Política de Defensa Nacional - Capítulo VII: El rol de las Fuerzas Armadas
CAPÍTULO VII: EL ROL DE LAS FUERZAS ARMADAS
El artículo 2o del Decreto Ley 14.157 de 21 de febrero de 1974, estableció que las Fuerzas Armadas deberán planificar y ejecutar los actos militares que imponga la defensa nacional.
Por su parte, la Ley 15.808 de 2 de abril de 1988 expresa que las Fuerzas Armadas tienen por cometido fundamental defender el honor, la independencia, la paz de la República, la integridad de su territorio, su Constitución y sus leyes, debiendo actuar siempre bajo el mando superior del Presidente de la República, en acuerdo con el Ministro respectivo, de conformidad con lo que establece el artículo 168 inciso 2do, de la Constitución de la República.
En tiempo de paz la finalidad principal de las Fuerzas Armadas consiste en instruir, movilizar, equipar y preparar a sus integrantes para la guerra.
Ante una agresión armada, el país debe emplear todo el poder militar disponible, buscando la definición del conflicto lo más rápidamente posible y con un mínimo de daños a la integridad y los intereses nacionales, y tratar de crear las condiciones más favorables para el restablecimiento de la paz.
El poder militar estará dado por la capacidad de las Fuerzas Armadas, los recursos potenciales de la Nación y las reservas movilizables.
Las Fuerzas Armadas deberán asegurar una integración que optimice su preparación y eventual empleo, racionalizar actividades afines y mantener una doctrina de acción conjunta.
El fin de la guerra fría y del bloque soviético, la progresiva solución de diferencias en el entorno más cercano de nuestro país, parecen indicar una desaparición de las amenazas a la paz y la seguridad del Uruguay.
Sin embargo, no puede descartarse que alguna de las formas de amenaza tradicionales pueda presentarse, ni puede ignorarse el riesgo que entrañan las nuevas y difusas formas de amenaza. Dichas formas pueden, a su vez, combinarse con las tradicionales.
Amenazas tales como la inmigración ilegal, el terrorismo informático o el tráfico de drogas, aunque en un nivel inicial son competencia de las fuerzas policiales, pueden llegar a escalar a un nivel mayor, y afectar a aquellos bienes cuya tutela la comunidad ha confiado a las Fuerzas Armadas. Además, estas manifestaciones de inestabilidad pueden llegar a provocar inquietud en los países vecinos, si no son controladas a tiempo, y despertar en ellos la intención de intervenir allí donde las causas de inestabilidad no son controladas, para evitar su propagación.
En esta perspectiva resulta indispensable disponer de Fuerzas Armadas capaces de controlar con eficacia esos brotes y de ejercer, tanto en sus agentes como en los demás países, el necesario efecto disuasivo.
En este marco, las misiones de paz adquieren un relieve singular. La prédica de nuestro país a favor de soluciones pacíficas, conforme al Derecho Internacional y en la estructura de organismos multilaterales, adquiere un contenido concreto, tangible, en tales operaciones. No sólo afirmamos de palabra las soluciones sino que contribuimos a ellas en el terreno.
Esta coherencia entre los dichos y los hechos es una fuente de genuino respeto. Al potenciar así la imagen del Uruguay, se fortalece también su seguridad.
El prestigio resulta ser en alguna medida disuasivo de agresiones y, si ocurren, convoca el apoyo de la comunidad internacional. Desde este ángulo, la participación en esas operaciones es un elemento clave para fortalecer la posición del Uruguay en la comunidad internacional, aportado por las Fuerzas Armadas.
La naturaleza de los nuevos riesgos o amenazas implica una adecuación de las Fuerzas Armadas a esas condiciones. No siendo posible determinar de antemano la forma bajo la cual se materializarán las amenazas, se vuelve necesaria una organización militar muy flexible, capaz de responder a situaciones diversas e inesperadas, a menudo desarrolladas con medios tecnológicos avanzados.
La preparación y el entrenamiento de los efectivos ha de seguir esa misma línea con una permanente actualización e información. Probablemente las amenazas no se van a presentar ciñéndose a los esquemas clásicos.
Por lo mismo, inteligencia, movilidad, comunicaciones, coordinación, rapidez de respuesta, flexibilidad, formación general y tecnología amplia, serán entre otros, elementos importantes en la estructuración del poder militar. La disciplina y la organización de la cadena de mandos, siempre elementos centrales, lo son muy especialmente en operaciones con las características antedichas.