DEFENSA Y SEGURIDAD
Héctor Saint-Pierre*
Agosto 2008
En principio, el término "seguridad" indica un estado o sensación que produce
la percepción de ausencia de amenazas que coloque en riesgo la existencia,
la propiedad, los intereses, los valores o el particular modo de ser de quien
percibe. En efecto, nos sentimos seguros cuando no percibimos amenazas a
nuestra tranquilidad, es decir, cuando nada que nos sea caro está en riesgo.
Sin embargo, esta aproximación conceptual lleva el rumbo de la negación:
la seguridad es una ausencia, una falta, la negación de la amenaza. En este sentido,
decimos que el concepto de "seguridad" es negativo no desde el punto de
vista pragmático (pues es un término cargado de valores positivos), pero si
desde el punto de vista de la definición. A pesar de ser bastante empleado en
las planificaciones estratégicas, el concepto designa un estado de cosas y no
propiamente una actividad.
La actividad, que en última instancia es la garantía de aquélla, normalmente
es referida con el nombre de "Defensa".
Si por un lado nos sentimos seguros cuando nada nos amenaza, nos sentimos
"defendidos" cuando sabemos que hemos hecho todo lo que estaba a
nuestro alcance para mantener alerta nuestra atención a la emergencia de amenazas,
cuando sabemos que aprovechamos de la mejor manera posible los
medios a nuestro alcance, y las circunstancias. Ello, para disminuir nuestras
vulnerabilidades, para dificultar la aparición de peligros oportunistas, y para
aumentar nuestra capacidad y potencia para descubrir las amenazas, repelerlas,
o disminuir sus efectos si no es posible nada de lo anterior.
Si bien esta percepción puede provenir de un individuo, de un grupo, de una
etnia, de una nación, de un pueblo, etc., a partir del Tratado de Westphalia1 es
el Estado nacional el que emerge como el blanco preferencial de las amenazas,
como el sujeto preeminente de la percepción de estas amenazas, y como el
legítimo articulador de su representación diplomática y de su defensa, inclusive
armada.
El universo westphaliano está compuesto de Estados como únicos sujetos de
derecho pleno, capaces de declarar la guerra y firmar la paz. Ellos se constituyen
en sujetos internacionales por mutua referencia y reconocimiento.
Escogen, en última instancia, a sus amigos y enemigos. Por eso ese ambiente,
al decir de Carl Schmitt, no es un universo, sino un pluriverso.
Si desde entonces la seguridad era primordialmente del Estado, y el medio
de la amenaza básicamente militar, más recientemente el concepto de seguridad
se amplió para incluir otros sujetos perceptores y blancos de las amenazas,
y se profundizó para abarcar otras formas y medios de amenazas. Ahora
las amenazas podían recaer también sobre las etnias, los grupos humanos, los
individuos, las instituciones, la naturaleza, etc. Y podían manifestarse por
varios medios, como el militar, el económico, el político, el social, el medio
ambiental, etc. Es lo que se llamó "seguridad multidimensional". Esta ampliación
conceptual proyectó cierta sombra, sobre todo en los aspectos organizativos
y operativos de la fuerza.
En realidad, la multidimensionalidad de la seguridad ha sido también percibida
como una vieja conocida en el continente americano, ella ya estaba contemplada
en la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) que orientó las acciones
de los aparatos represivos latinoamericanos, todavía demasiado presentes
en la memoria social de la región. En una suerte de paradoja macabra, en esa
doctrina los ciudadanos fueron considerados una amenaza al propio Estado
quien, en lugar de garantizar su seguridad, los consideró enemigos y los combatió.
Así, el sentido de las Fuerzas Armadas (la defensa nacional en el ambiente
internacional, como el instrumento específico de la política externa de las
naciones), volcó la violencia estatal hasta entonces legítima, contra la propia
población, irrumpiendo en la política interna y originando una nebulosa conceptual
entre defensa, seguridad internacional y seguridad pública que motiva
estas líneas. Esperamos, con ellas, incentivar el debate sobre estos temas.
Seguridad internacional
Si bien los Estados perciben las amenazas, ellos mismos también son percibidos
por otros Estados como la principal fuente de aquellas. Desde esta mutua
relación y referencia a la amenaza, los Estados buscan su seguridad a través de la previsión y de los oficios diplomáticos, pero es la preparación para la guerra
el camino que prevalece como garantía de la seguridad y la paz entre ellos.
No obstante, si la capacidad bélica puede convencer a otros Estados de que
una agresión puede resultar en un desastre para ellos mismos, el exceso de
celo que conduzca a un armamento exagerado puede ser percibido como amenaza,
provocando una carrera armamentista en la región.
La búsqueda de una capacidad suficientemente disuasoria, pero que no sea
percibida como amenaza, genera la dialéctica entre la tensión y la tranquilidad
del ambiente internacional: la vigilia estratégica. Es lo que se conoce como
"equilibrio entre las potencias" y que constituye la materia de la seguridad
internacional. La irrupción de un ruido en este sistema de tenso equilibrio
internacional, sea de orden económico, social o militar, interno a un Estado o
entre varios de ellos, es visto como una amenaza a la seguridad internacional.
Defensa
Es la estructura administrativa, organizativa y operativa que los Estados diseñan
para mantenerse con seguridad en el ámbito internacional. En ella concurren
todas las potencialidades nacionales, pero el elemento específico (aunque
no el único) es la violencia legítima organizada, a través de Fuerzas Armadas
permanentes como parte estructural del Estado. Este cuenta con leyes para
organizar, operar y comandar esa estructura.
En la generalidad de los países compete al Ejecutivo formular la política de
defensa, donde constan las definiciones básicas sobre la defensa nacional y
sobre la estructura, organización, objetivo y empleo de su instrumento específico,
las Fuerzas Armadas. Ellas son parte del contenido del monopolio de la
fuerza que pertenece y define al Estado. Aunque pueden ser empleadas en el
ámbito interno, su sentido le es dado (y para ello son específicas), por su ejercicio
en el régimen de libre concurrencia, en el sistema de "auto-ayuda" que
caracteriza y define el ámbito internacional. Es en el juego de este ejercicio que
se tensa el equilibrio internacional y se construye la seguridad internacional.
Seguridad pública
La seguridad pública, también llamada "interior", es un fenómeno perceptivo
como la internacional. A diferencia de esta última, en la seguridad pública es
el ciudadano quien percibe la amenaza. Y su protección se realiza dentro del
régimen de monopolio de la violencia. Internamente, el Estado detenta ese
monopolio legítimo, constituido por las fuerzas policiales, el cual puede ser
ejercido por el Ejecutivo a través de ministerios de interior o gobernación, y de
justicia. El ejercicio monopólico de la violencia permite garantizar la univocidad
jurídica dentro de un territorio nacional por medio de la punición (o su
amenaza).
La especificidad de esta fuerza es su empleo exclusivamente interno, que se
manifiesta en la investigación, la prevención, la ostentación y la represión. La
fuerza se destina a garantizar la tranquilidad del ciudadano, manteniéndolo
libre del crimen y del desorden, y dentro de la previsibilidad de un orden jurídico
único en todo el territorio nacional.
El debate conceptual aquí propuesto no es superfluo ni ocioso, más bien
necesario y urgente. Sea por la historia aún reciente, por limitaciones constitucionales,
por las doctrinas de empleo diverso para el ambiente interno y externo
al Estado, por la preparación y entrenamiento específico para estas diferentes
misiones, por la especificidad de los medios de violencia para cada
misión, por los sistemas de inteligencia específicos y diferenciados, por la seguridad
de los ciudadanos, por el prestigio de las Fuerzas Armadas, o por el mantenimiento
del régimen democrático en nuestro continente, existen razones
para llevarlo a cabo.