Título: Ecuador. Libro Blanco de la Defensa Nacional - El escenario político estratégico
EL ESCENARIO POLÍTICO ESTRATÉGICO
El escenario mundial
Asistimos a una época de profundos cambios en el ambiente geoestratégico mundial, los cuales inciden de manera determinante en la vida del ser humano, las organizaciones y los Estados. Esta nueva situación está marcada por una acelerada globalización -caracterizada por una compleja interdependencia de procesos económicos, sociales, políticos, ambientales y militares, que ha modificado los mapas de equilibrios regionales, concepciones geopolíticas, modos de vida, valores y las concepciones de seguridad y defensa.
El anterior ordenamiento mundial, conocido como el período de la "guerra fría", vigente desde la etapa inmediatamente posterior a la II Guerra Mundial, estuvo marcado por una clara confrontación política, económica e ideológica, entre dos grandes bloques que se disputaban -fuera de su espacio territorial- el dominio del mundo. Este ambiente estratégico era evidente: se podían identificar con absoluta claridad los ámbitos geográfico y político y los actores que intervenían. Por consiguiente, las amenazas estaban claramente determinadas y eran en su mayoría predecibles. La disuasión nuclear y el equilibrio de poderes eran los conceptos político estratégicos dominantes en la seguridad mundial.
Fue así como se configuró una dinámica del geopoder en la que las superpotencias se preocupaban de estructurar alianzas en todos los continentes, en especial en aquellos sitios geográficos que consideraban de interés estratégico; además, existía una preocupación constante por equilibrar y superar el potencial bélico del adversario y mejorar permanentemente la capacidad militar propia.
En este marco de conflicto entre las potencias hegemónicas, Latinoamérica constituía una región periférica y su importancia derivaba de su papel como espacio de interdicción y neutralización ante la posible influencia ideológica del "socialismo real". Dentro de este planteo, la mayoría de los Estados americanos formaron parte de una estructura de seguridad continental apoyada en el concepto de la seguridad colectiva, en la que cada Estado, como componente del sistema de seguridad americano, se sentía protegido por una superestructura de defensa, concebida e instrumentada a través del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Sin embargo, aun antes de que concluya la guerra fría, este sistema presentaba notables cuestionamientos y ofrecía problemas en su interpretación y, sobre todo, en su aplicación.
Los rápidos e imprevistos acontecimientos de finales de los años 80 y comienzos de los 90: la caída del muro de Berlín, la reunificación de Alemania y la desmembración de la Unión Soviética, entre otros, destruyeron el orden bipolar de la guerra fría, vigente durante cuatro décadas.
Este cambio histórico estableció un nuevo escenario estratégico que obedecía a nuevos condicionantes y paradigmas, colocando al mundo en un proceso de transición, en el cual las reglas recién están estructurándose. Se establece entonces una paradoja: los sistemas y conceptos de seguridad y defensa de los países responden aún en cierta medida a un escenario que desapareció y todavía no se han terminado de adaptar a las necesidades de los nuevos escenarios vigentes.
Los eventos más sobresalientes que marcan esta época son la consolidación del sistema democrático como forma de gobierno; la universalización, promoción y respeto de los valores relacionados con los derechos humanos; la integración regional y el predominio del capitalismo, con la apertura de mercados como factor distintivo que incrementó las posibilidades de desarrollo de los pueblos en el marco de una creciente globalización. Otra característica del "nuevo orden" es la consolidación de los Estados Unidos como primera potencia mundial.
Pese a las grandes expectativas generadas por esta transformación, rápidamente comenzaron a evidenciarse los desencantos por el "nuevo orden". El modelo económico actual requiere como condiciones básicas el libre intercambio y la capacidad competitiva y, si bien la riqueza mundial experimentó incrementos relevantes, las beneficiarias han sido básicamente las grandes potencias y especialmente las empresas transnacionales.
Los países pobres se encontraban mal posicionados y preparados, y les tocó ingresar a una competencia desigual.
Los nuevos escenarios
Diversas son las lecturas que los analistas han elaborado sobre los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. De todas maneras, estos hechos permitieron establecer algunas precisiones sobre la realidad geoestratégica actual.
- Al inicio del milenio, los Estados tenían capacidad para hacer frente a modelos de conflictos que respondían a la realidad de finales de la guerra fría.
- La forma y los escenarios de los conflictos han cambiado. Además de las formas convencionales, hoy pueden ser enfrentamientos globalizados, sin fronteras, sin participación de fuerzas militares organizadas y con la población civil como blanco.
- La aceleración del proceso globalizador ha universalizado los progresos políticos, económicos y científicos; pero también ciertos factores de destrucción como el terrorismo y el crimen organizado.
Aunque no es el hecho más relevante de este nuevo orden mundial, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 evidenciaron que el proceso recién está en marcha y que vivimos una época de transición. Después de este día, se adquirió a nivel mundial una clara conciencia de que la globalización es un fenómeno que también facilita la propagación de nuevas amenazas, que habían sido dejadas de lado o aún no habían adquirido dimensiones transcontinentales. Además, se incorpora una noción diferente de las "amenazas asimétricas", internacionalizándose la lucha contra el terrorismo y narcotráfico y apareciendo nuevas perspectivas y enfoques de la seguridad.
Nuevas amenazas a la seguridad
Las nuevas amenazas a la seguridad y defensa son las siguientes:
- La extrema pobreza e injusticia social. El incremento de los niveles de pobreza e indigencia en los países pobres afecta a la estabilidad política de los Estados, en especial por los efectos negativos en su desarrollo social y económico.
- El terrorismo ha alcanzado dimensiones globales y hoy ningún Estado ni organización está seguro, ante la capacidad organizativa y proyección de estas redes. Los nuevos escenarios nos permiten avisorar la acción no sólo de grupos radicales, sino la activa presencia de fundamentalistas religiosos, cuya área de influencia rebasa las fronteras estatales.
- El narcotráfico ha desarrollado un complejo sistema de redes delictivas, cada vez más poderosas y sofisticadas. Esta amenaza de la humanidad genera en su entorno un vasto sistema de corrupción, violencia y degradación humana.
- La posibilidad de que grupos terroristas y fundamentalistas -o gobiernos que apoyen a este tipo de movimientos- estén en capacidad de acceder a armamentos de carácter nuclear, químico o bacteriológico. La división del arsenal nuclear de la extinta Unión Soviética y los avances tecnológicos en esta materia han determinado que la posesión de armas nucleares no sea ya de exclusividad de las grandes potencias; actualmente existen diversos países y organizaciones sospechosas de poseer capacidad para producir armas nucleares y muchos de ellos tienen simpatía hacia grupos terroristas. Los últimos acontecimientos en la frontera indo-paquistaní evidenciaron al mundo que los peligros de una confrontación bélica entre países con capacidad tecnológica nuclear no está descartada. A lo anterior se suma el peligro evidente de la posesión y utilización, en diversas regiones del planeta, de armas químicas y bacteriológicas.
- La corrupción afecta a los Estados, en especial sus estructuras administrativas, desviando importantes recursos económicos, comprometiendo el desarrollo nacional y aumentando la inequidad y la concentración de riqueza.
- La degradación del ambiente, la alteración del equilibrio ecológico, el constante aumento de la población mundial, la ubicación de desechos nucleares e industriales, la contaminación de aguas, suelo, aire y la deforestación son amenazas que crecen y obligarán a la comunidad mundial y a cada Estado a proteger su medio ambiente.
- La escasez de recursos naturales, en especial del agua dulce y energéticos, determina una perspectiva de conflictos futuros. La energía será cada vez más disputada y esto se debe a que las reservas de gas, petróleo y carbón se agotan progresivamente y de no ser substituidas por otras fuentes alternativas como la termonuclear, nuclear, solar o eólica, será un motivo claro de nuevos conflictos intra e interestatales.
Los Estados han desarrollado diferentes percepciones con respecto a estas amenazas y a la situación actual; es así como han modificado sus agendas de Seguridad y Defensa. Los Estados Unidos de Norteamérica, sobre el supuesto de que las grandes potencias están del mismo lado y mantienen intereses coincidentes contra sus enemigos comunes que utilizan la violencia y el terrorismo, configuran los dictados de la seguridad internacional, explicitados en su nueva "Estrategia de Seguridad Nacional", orientada por los siguientes lineamientos: liderar los anhelos de dignidad humana; fortalecer alianzas para derrotar el terrorismo mundial y actuar para prevenir los ataques contra EE.UU. y sus amigos; colaborar con otros Estados para resolver conflictos regionales y en el hemisferio occidental hacerlo a través de "coaliciones flexibles" con países que comparten los intereses de la primera potencia, como son México, Brasil, Chile, Colombia y Canadá; impedir que los enemigos amenacen con armas de destrucción masiva; sustentar una nueva era de crecimiento económico mundial por medio del libre comercio y mercado, que en el hemisferio se traduce en presionar a favor de las iniciativas regionales como la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA); expandir el círculo de desarrollo para abrirlo a las sociedades y crear una infraestructura de democracia; desarrollar programas de acción cooperativa con otros centros del poder mundial y transformar sus instituciones de seguridad para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades del siglo XXI.
Nuevas amenazas globales
El escenario regional
Sudamérica está logrando importantes avances en la construcción de una paz regional, favorecida por la sustancial reducción de la posibilidad de que en el futuro inmediato se produzcan conflictos convencionales entre Estados.
Esta nueva realidad ha permitido que se realicen esfuerzos exitosos en la construcción y consolidación de la paz, a través del fortalecimiento de vínculos entre los Estados y del fomento de medidas de confianza y seguridad entre ellos.
Sin embargo, en el ámbito interno, cada país ha visto aumentados sus conflictos, derivados fundamentalmente de la incapacidad de los gobiernos para responder a la nueva realidad mundial, además de sus propios problemas de gobernabilidad y desarrollo. Esto se ha traducido en períodos de conflictividad interna que han derivado en situaciones de crisis.
A pesar de los cambios en los escenarios mundiales y la atenuación de los conflictos ideológicos tradicionales, Sudamérica continúa siendo una región periférica a la que llegan los efectos causados por los grandes problemas y decisiones globales; sin embargo, algunas de las nuevas amenazas han adquirido dimensiones preocupantes: el narcotráfico y sus delitos conexos han llegado a niveles de expansión peligrosos; la migración ha cobrado enorme volumen y la depredación del medio ambiente amenaza el futuro de vastas regiones.
América del Sur entró al proceso globalizador en condiciones de inferioridad y esto ha determinado que las ventajas obtenidas sean menores. La extrema pobreza de gran parte de su población y la corrupción en la administración pública, agravada por el agresivo endeudamiento externo y los problemas de gobernabilidad, han determinado que la mayoría de países experimenten constantes crisis internas que en determinado momento pueden propagarse a países limítrofes.
La región requiere un nuevo régimen de seguridad cooperativa, que modifique o complemente el que persiste desde la guerra fría, el cual debe promover la disminución de las posibilidades de conflicto entre los Estados, a través del establecimiento de medidas de fomento de la seguridad mutua, respetando los intereses soberanos que cada nación tiene con respecto a su seguridad y defensa.
El escenario nacional
El país
El Ecuador es un estado soberano, independiente, democrático y unitario, localizado en América del Sur. Su capital es Quito, Distrito Metropolitano; sus idiomas oficiales son el español y los de las comunidades aborígenes.
La situación geográfica
La República del Ecuador se encuentra situada en el hemisferio occidental, al noroeste de América del Sur; su territorio continental está ubicado entre las latitudes 01° 27' 06" norte y 05° 00' 56" sur y las longitudes 75° 11' 49" oeste y 81° 00'40" oeste; el territorio insular, el Archipiélago de Colón o Galápagos, se encuentra al oeste del territorio continental, en el Océano Pacífico a unos 1.000 Km. de distancia entre las latitudes 01° 75' 00" norte y 01° 20' 00" sur y las longitudes 89° 15' 00" oeste y 92° 00' 00" oeste. El país está atravesado por la línea ecuatorial o paralelo 0°, de la que deriva su nombre.
Ecuador limita al norte con Colombia, al sur y este con Perú y al oeste con el Océano Pacífico.
República del Ecuador
La cordillera de los Andes divide al país en tres regiones naturales en la parte continental. La región insular está constituida por el archipiélago de Colón o Galápagos. Esta situación geográfica le permite contar con una enorme variedad de climas, condiciones ambientales y de biodiversidad.
La superficie del Ecuador aproximadamente es de 256.370 kilómetros cuadrados, de los cuales 116.840 Km2. corresponden a la región oriental, 66.760 Km2. a la Costa, 64.760 Km2. a la Sierra y 8.010 Km2. a la región insular.
La longitud de su extensión continental, partiendo desde su punto más extremo al norte en el río Mataje hasta el extremo sur, en la Quebrada San Francisco, es de aproximadamente 720 Km. El ancho de su territorio continental, desde la península de Santa Elena al oeste hasta la confluencia del río Napo con el Aguarico en el este, es de aproximadamente 640 Km.
La superficie continental del territorio ecuatoriano determina un país de forma relativamente trapezoidal, en su superficie continental. Las islas Galápagos igualmente presentan una forma trapezoidal con su largo en el sentido de los paralelos de aproximadamente 360 Km. y su ancho de aproximadamente 410 Km., en el sentido de los meridianos.
Los Andes constituyen una doble cadena montañosa que divide al país continental en tres regiones naturales: Costa, Sierra y Amazonía; cada una tiene climas, suelos, vegetación, paisajes, vientos y regímenes fluviales distintos.
La Costa se extiende desde la línea costera hasta la vertiente occidental de la cordillera de los Andes hasta una altura aproximada de 1.200 metros; su mayor anchura es de 180 kilómetros. Se trata de una gran llanura cuyo relieve presenta superficies planas y ligeramente onduladas, talladas por estrechas gargantas. En las costas del Ecuador, debido a la influencia de las corrientes cálida del Niño y fría de Humboldt, existen condiciones húmedas durante todo el año.
La Sierra está limitada por los dos ramales de los Andes: occidental y oriental, que corren en dirección norte-sur con ver tientes exteriores, a lo largo de gran parte del territorio. La cordillera está coronada por nevados, cumbres menores y volcanes de dinamismo explosivo. La forma y disposición de la cordillera de los Andes influye en la humedad territorial, que se provoca por el ascenso y enfrentamiento de corrientes de aire provenientes de la costa y de la región amazónica. En este sentido puede considerarse un país privilegiado en recursos hidrográficos.
La Amazonía se localiza a partir del pie de la vertiente oriental de la cordillera de los Andes, hacia el este, hasta el límite internacional con el Perú.
La región insular está integrada por 13 islas mayores, ubicadas irregularmente a una distancia de entre 900 y 1.200 kilómetros del continente, constituidas por volcanes que emergen del mar.
Factores geofísicos
El Ecuador continental e insular se caracteriza por una gran diversidad de relieves cuyo origen está relacionado tanto con procesos endógenos (movimientos tectónicos), como exógenos (condiciones morfoclimáticas, morfodinámicas, volcanismo, etc.). Las formaciones volcánicas recientes se caracterizan por la originalidad de sus relieves y por la distribución y ubicación de los flujos piroclásticos emitidos; así, la parte norte del país está coronada por una avenida de grandes edificios volcánicos cuyas proyecciones piroclásticas cubren grandes extensiones. En Galápagos el volcanismo presenta conos en forma de escudos coronados por enormes calderas.
Los relieves de las cordilleras forman una barrera montañosa de orientación meridiana, constituida por una armazón de rocas antiguas volcano sedimentarias (cordillera occidental) y metamórficas (cordillera oriental); entre estas cordilleras se han formado grandes depresiones y fosas tectónicas rellenadas con sedimentos detríticos y volcano detríticos, producto de intensas erupciones y erosiones.
Inmediatamente al pie de la vertiente oriental de los Andes, se extiende un relieve que se asemeja a una tercera cordillera, denominada levantamiento Napo al norte y cordilleras de Cutucú y del Cóndor al sur.
En la región litoral existe una cordillera costanera baja que forma un arco que partiendo desde el sector occidental de Guayaquil se dirige hacia el noroeste y al noreste.
En los sectores cercanos al mar se encuentran depósitos marinos recientes que han dado lugar a la formación de playas, cordones litorales, manglares, salitrales y playas levantadas. Las llanuras ubicadas en la parte central al este de la zona litoral y al norte de la región amazónica constituyen una zona de importancia especialmente agrícola.
La Costa se extiende desde la línea costanera hasta la vertiente occidental de la cordillera de los Andes. Una zona de piedemonte caracterizada por relieves homogéneos con pendientes inferiores al 25%; a continuación se encuentra una zona baja de 30 a 80 Km. de ancho, que constituye una llanura cuyo relieve presenta superficies planas o ligeramente onduladas. Al sur de Babahoyo, estas planicies onduladas están remplazadas por una llanura aluvial baja totalmente plana con una altura inferior a 20 m.s.n.m.; a continuación se encuentra una zona occidental en donde se localizan los relieves altos y moderados desarrollados sobre rocas sedimentarias en cuya parte occidental se encuentran las cordilleras de Chongón y Colonche.
Como parte del territorio de América del Sur, el país se encuentra asentado sobre la Placa Sudamericana por debajo de la cual se desplaza la de Nazca.
Este asentamiento de una placa sobre otra da origen al zócalo continental, que presenta una gran cantidad de playas y al mismo tiempo se constituye en el origen de la formación de las Islas Galápagos.
El Ecuador está en contacto con el Océano Pacífico en su límite occidental en aproximadamente 800 Km. La superficie del mar territorial ecuatoriano en la región continental es de 214.036 Km2 y en la región insular de 808.619 Km2, lo que da un total de 1'022.655 Km2, en los cuales el Estado ecuatoriano, por intermedio de la Armada, ejerce soberanía y jurisdicción.
El área de Galápagos, por su gran diversidad marina, ha sido declarada Patrimonio natural de la Humanidad por la UNESCO; y para su preservación el Estado amplió el área de Reserva Marina de Galápagos de 15 a 40 millas (1997), habiendo además promulgado la ley de Régimen Especial para la conservación y desarrollo sustentable de la provincia de Galápagos. Además de su amplia biodiversidad marina, el área marítima de Galápagos es rica en recursos pesqueros industriales como el atún, que es apetecido y capturado por flotas pesqueras nacionales y extranjeras.
En el sector continental, la línea de costa, considerando las áreas estuarinas, tiene una longitud aproximada de 2.860 Km. La zona marina costera es altamente productiva, debido en parte a la influencia de la corriente de Humbolt, rica en nutrientes planctónicos y, por otra, al aporte de los nutrientes a los sistemas estuarinos desde las cuencas fluviales. La producción en ecosistemas de la franja costera es la más alta del mundo. En los estuarios, la característica natural más destacada está dada por los ecosistemas del manglar, factor sustantivo de su alta productividad biológica.
El país recibe en su límite con el Océano Pacífico la influencia de dos corrientes marinas: de diciembre a mayo la corriente cálida de El Niño, que trae aire húmedo y caliente que promueve gran cantidad de lluvias especialmente en la costa; y la corriente fría de Humboldt, que viene desde la Antártida y se mantiene durante el resto de los meses del calendario y trae aire frío, a pesar de que el ambiente en la zona costera se mantiene caluroso por estar en la línea ecuatorial. El país se caracteriza por tener variedad de climas gracias a las dos corrientes marinas que recibe y que son muy importantes en los ciclos de producción agrícola.
El Ecuador es un país con un caudal de aguas subterráneas y superficiales que está en el orden de los 432 mil hectómetros cúbicos por año. La distribución de las precipitaciones es irregular: altas en la región amazónica y costa norte; y bajas en la costa centro y sur.
La red hidrográfica está formada por las vertientes del Océano Pacífico y la cuenca del Amazonas. Con excepción de los del interior, los principales ríos que recogen las precipitaciones se caracterizan por ser navegables y caudalosos, con incremento de su peligrosidad en los meses de diciembre a mayo, en que se desbordan como consecuencia de los aguajes producidos por el fenómeno El Niño.
Entre los principales ríos de la vertiente occidental que desembocan en el Océano Pacífico están el Mataje, Santiago, Esmeraldas, Chone, Chico, Guayas, Cañar, Balao, Jubones y Zarumilla, con sus respectivos afluentes, como el Cayapas, Guayllabamba, Quinindé, Penipe, Carrizal, Daule, Quevedo, Pita, Babahoyo. En esta vertiente se genera el 26.8% del caudal medio del Ecuador y se asienta el 82% de la población nacional.
Entre los de la vertiente oriental, que desembocan en la gran llanura amazónica y llegan a ser afluentes del Amazonas, se encuentran los ríos Putumayo, Aguarico, Napo, Yasuní, Nashiño, Cononaco, Curaray, Pintoyacu, Cunambo, Corrientes, Pastaza, Huasaga, Morona, Santiago y sus afluentes principales, como el Güepí, Cuyabeno, Coca, Tiputini, Bobonaza, Macuma, Zamora. En esta vertiente se genera el 73.2% del caudal medio del país y se asienta el 18% de la población nacional.
En el interior, entre los ríos que desembocan en cuencas hidrográficas del Perú, figuran el Puyango, Catamayo y Calvas.
En la Sierra existe variedad de lagos y lagunas. San Pablo, Cuicocha, Mojanda, Yaguarcocha, Quilotoa, Papallacta, Colta, son los principales.
Proyección social
El Ecuador, de acuerdo a los datos del último censo de población, realizado en el año 2001, tiene una población de 12'090.804 habitantes. El 60,7% es urbano y el resto rural. Entre las dos regiones principales, la Costa está más poblada que la Sierra. En los últimos treinta años ha pasado de ser un país fundamentalmente rural a uno mayoritariamente urbano. Sin embargo, es preciso notar que desde los años noventa se desacelera el proceso de urbanización porque la relación campo ciudad en la última década se ha mantenido sin mayores variantes.
Este proceso de urbanización tiene profundas repercusiones económicas, políticas y sociales, ya que la problemática que enfrenta el habitante de las ciudades es distinta a la que experimenta el habitante de las zonas rurales; de igual forma, la respuesta gubernamental a esa problemática cambia. El ritmo de crecimiento de la población se ha reducido de manera importante a partir de 1962. La reducción ha sido mayor en las ciudades, en donde la tasa es la mitad que hace medio siglo; en el campo también ha disminuido el ritmo de crecimiento poblacional.
El Ecuador muestra varios indicadores positivos en las últimas décadas en cuanto a las condiciones de vida de la población. Los ecuatorianos viven más en la actualidad, lo que, sumado a la reducción del número de hijos por cada familia, ha provocado que la población haya envejecido.
A pesar de ser un país con altos niveles de pobreza, son evidentes los progresos en el Índice de Desarrollo Humano, el cual, sin embargo, presenta significativas diferencias entre regiones geográficas, en especial entre las provincias con mayor bienestar -Guayas, Pichincha y Galápagos- y las de menor condición, que son aquellas con alta presencia indígena -Tungurahua, Cotopaxi y Chimborazo-.
El Ecuador ha disminuido sustancialmente el analfabetismo, pero sus índices de escolaridad aún son insuficientes, pues cubren ampliamente la educación básica pero sufren una gran contracción en la educación media. No obstante, cuando se revisa el porcentaje de personas matriculadas en establecimientos de nivel universitario, se encuentran índices comparables a los países industrializados. Por lo tanto, existe una masificación de la enseñanza universitaria, sobre débiles bases académicas.
La electrificación de los hogares es un auténtico logro nacional al pasar de aproximadamente el 20% de la población con acceso a este servicio básico en 1960 a la casi cobertura total en la actualidad.
Las oportunidades de progreso son mejor aprovechadas por los sectores de mayores ingresos, por lo que la concentración del ingreso es muy elevada, factor que se ha incrementado a lo largo de los años 90, agudizado por la crisis al final de la década. Es de esperarse que la recuperación del crecimiento económico y del empleo en los dos últimos años haya favorecido una mejor distribución del ingreso.
El gobierno
El último período democrático del Ecuador tiene 23 años de duración. En este lapso se ha presentado una constante inestabilidad política, que constituye una clara expresión de problemas de gobernabilidad. A ello debería añadirse que existe un proceso de redefinición del Estado y de la nación.
La solución del conflicto territorial con el Perú eliminó del panorama un factor de conflictividad que, de alguna forma, era también un punto de referencia y unión del país. Es importante reconocer el impacto positivo que para las dos naciones ha tenido la solución de este conflicto.
De otro lado, el país ha vivido en esta etapa democrática un proceso de integración exitosa del sector indígena a la sociedad y su presencia activa y militante ha cambiado los referentes tradicionales de la estructura del poder.
Frente a estos factores, los ecuatorianos han vuelto los ojos en busca de identidad a sus raíces locales y regionales. En los últimos años se ha iniciado un proceso que tiende a la descentralización y eventualmente a la autonomía regional. Aunque aún no se han concretado esas realizaciones.
La Sociedad
La historia del Ecuador es la de una progresiva incorporación de diversos sectores sociales a las estructuras de actuación y participación política; desde las "montoneras" Alfaristas, a fines del siglo XIX, hasta los caudillos populistas, han buscado tender puentes entre el poder político y los ciudadanos.
Las Fuerzas Armadas, a lo largo de su historia, han tenido protagonismo en la conducción del Estado y vinculación con el pueblo. Fueron protagonistas de movimientos encaminados a defender los intereses de los sectores medios y populares, como la Revolución Juliana, la expedición del Código del Trabajo o la Reforma Agraria. Este panorama ha contribuido a crear un ambiente de paz que no han tenido sociedades vecinas.
El último movimiento pacífico de incorporación de estratos poblacionales a la vida política del país, ha sido el proceso de integración de los indígenas, que tienen aproximadamente una década de participación visible como actores políticos y sociales, transformando el rol que la sociedad asignaba a los indios, que han llegado a pesar en la balanza de poder tradicional. Esta incorporación política no ha estado acompañada de una mínima equidad en la distribución del ingreso.
La corriente migratoria al exterior de la población ecuatoriana, por razones de trabajo, se mantuvo en alrededor de 10.000 personas por año hasta 1995, pero, a partir de entonces, el movimiento migratorio se intensificó, como una derivación de la crisis económica que afectó al país. Las remesas de dinero enviadas por los ecuatorianos que laboran en el exterior se han convertido en una de las principales fuentes de recursos para la economía nacional, después del petróleo. En los años 2000 y 2001 las remesas enviadas por los migrantes representan 1.200 y 1.450 millones de dólares, respectivamente; sin embargo, debido a las contracción que experimenta la economía mundial, en 2002 esas remesas han disminuido.
Factores económicos
Ecuador tiene un mercado doméstico reducido, lo que le obliga a mantener un grado de apertura de su economía elevado en comparación a otros países de la región; por este motivo, el ritmo de actividad productiva del país está estrechamente ligado a la dinámica de las exportaciones. Dentro de ellas, el petróleo juega un papel fundamental, tanto por su peso dentro del conjunto de productos exportados como por su importancia como fuente de recursos fiscales. Las fluctuaciones en el precio internacional del crudo, debidas generalmente a la inestabilidad política mundial, configuran un escenario incierto para la economía ecuatoriana y dificultan los procesos de presupuestación a mediano y largo plazo. El país experimentó, a partir de la dolarización de su economía, una reducción de la inflación y un incremento de los salarios, lo que repercutió en el crecimiento del consumo interno que ha elevado las importaciones de artefactos y vehículos. Esto, unido a la recuperación de la actividad industrial, que depende de insumos importados, ha provocado que las importaciones totales crezcan en forma rápida a lo largo de los dos últimos años, lo que ha conducido a la presencia de una fuerte brecha comercial que podría ascender a fines del año 2002 a alrededor de U$D 800 millones. Para el año 2003 se esperaría una reducción de importaciones y se podría esperar que la brecha comercial del país se estabilice en alrededor de U$D 600 millones. Esta situación afectaría significativamente al proceso de dolarización.
La proyección realizada sobre la evolución probable del mercado externo durante el año 2003 permite proyectar a su vez un modesto crecimiento de la demanda interna en los meses futuros. Este crecimiento estaría asentado en el consumo e inversión privada, más que en el gasto público, y permitiría que los niveles de empleo que el país experimenta en la actualidad se puedan mantener.
Los flujos de financiamiento del exterior para empresas privadas se han fortalecido de manera importante desde que el país adoptó la dolarización, pero necesitan ser cultivados. Por ello, constituye una necesidad ineludible para el país mantener un acuerdo con el FMI, que preserve la confianza sobre el Ecuador y que mantenga los flujos de financiamiento que actualmente le benefician.
La inversión productiva es el único motor que puede generar crecimiento económico con estabilidad, por períodos prolongados de tiempo. Por ello es de fundamental importancia que un país mantenga las condiciones mínimas indispensables para cultivar un ambiente de confianza para los inversionistas.
Hoy el país cuenta con un fondo de estabilización fiscal, que se alimenta con los ingresos de las nuevas exportaciones petroleras, lo que permitirá reducir la volatilidad de la economía ecuatoriana en el futuro y se reflejará en una mayor apertura de los mercado financieros internacionales; esto beneficiará tanto al Estado como a las empresas privadas, con menores tasas de interés y mejores condiciones financieras, creando un entorno de inversión más seguro y confiable.
El proceso de Reforma Fiscal -del cual forma parte el fondo de estabilización con ingresos petroleros- constituye una de las reformas estructurales más importantes que se han introducido en el país. Impone a los gobiernos de turno la obligación de reducir el peso de la deuda pública, mediante la generación de superávit fiscales, y obliga a controlar el gasto tanto al gobierno central como a los gobiernos seccionales.
El efecto de contar con esta ley, cuando se hayan acumulado recursos en el fondo, será una mayor confianza por parte de los inversionistas nacionales y extranjeros, lo que provocará una creciente oferta de crédito, con tasas menores y plazos mayores. Todo esto redundará en mayor crecimiento económico y bienestar para la población.
El escenario político estratégico prevaleciente
El análisis de los factores expuestos proyecta al Ecuador a un escenario en el cual continuarán los esfuerzos por fortalecer la institucionalidad, pese a las dificultades de carácter social, político y económico.
La paz social prevalecerá pero marcada por factores de presión, que se presentan en forma de paros y otros hechos que alteran el orden público, la convivencia ciudadana y la continuidad del trabajo. Ante esto, el gobierno se verá obligado, en caso de que los mecanismos de diálogo no surtan efecto, a garantizar el normal desarrollo de las actividades y proteger la propiedad pública y privada. De acuerdo a la norma constitucional, las Fuerzas Armadas actuarán únicamente en caso de que exista grave conmoción interna.
Asimismo, ese escenario futuro hace prever que el desarrollo interno estará condicionado tanto por el régimen de apertura e intercambio comercial cuanto por la capacidad de exportación de recursos energéticos. En ambos casos se requerirá de una estrecha coordinación entre las políticas exterior, económica y de defensa, cuya responsabilidad recaerá en las autoridades constitucionalmente facultadas para esos efectos.
En este escenario, se focalizaría la actuación de la institución militar dentro de los roles prioritarios determinados en la Constitución Política del Estado. Las misiones adicionales, en especial las de apoyo al desarrollo, la lucha contra el narcotráfico y actividades ilícitas conexas, tendrán que limitarse a la disponibilidad de recursos existentes.
Uno de los temas más preocupantes a corto plazo es la perspectiva de que el conflicto interno colombiano -con sus consecuencias para el Ecuador- continúe en el futuro inmediato en una espiral ascendente, lo que determinará que en el país se perciban los siguientes efectos:
- Afectación a las condiciones de relativa paz que impera en la sociedad ecuatoriana.
- Incremento de las actividades ilícitas asociadas al narcotráfico y crimen organizado.
- Aumento de refugiados colombianos y desplazados de las provincias fronterizas.
- Daños ambientales como producto de fumigaciones en la frontera sur colombiana.
- Posibilidad de que actores armados ilegales operen en territorio ecuatoriano.
Estos efectos negativos determinarán el permanente empleo de las Fuerzas Armadas en misiones de protección de fronteras, para garantizar el imperio de la ley y proteger a las comunidades fronterizas y los recursos; para lo cual se requerirá un incremento en operaciones de inteligencia, movilidad, reacción inmediata, interoperabilidad y entrenamiento especial para este tipo de misiones.
Las Fuerzas Armadas continuarán con sus misiones de apoyo al desarrollo nacional, para mejorar la calidad de vida de la población más vulnerable, en especial en las áreas marginales, donde la presencia del Estado sea menos intensa. Estas actividades se cumplirán sin descuidar las misiones fundamentales y de acuerdo a los recursos económicos asignados por el Estado.
También Ecuador, como país integrante de la comunidad internacional, deberá desarrollar sus capacidades militares para participar en operaciones de paz, según los acuerdos de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.
Tanto para el desarrrollo de estas misiones como el de sus funciones permanentes, las Fuerzas Armadas continuarán realizando en todos sus niveles educativos un intenso entrenamiento orientado al respeto de la vigencia de la paz, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario, la protección ambiental, la eficacia operativa, el dominio de su geografía y la observancia de los valores nacionales.