Título: Colombia. Política de Defensa y Seguridad Democrática - Parte I. La Política de Defensa
y Seguridad Democrática
I. POLÍTICA DE DEFENSA Y SEGURIDAD DEMOCRÁTICA
1. Política de Defensa y Seguridad Democrática es el documento
marco mediante el cual el Gobierno Nacional traza las líneas básicas
de la Seguridad Democrática para proteger los derechos de los
colombianos y fortalecer, con la solidaridad de la ciudadanía, el
Estado de Derecho y la autoridad democrática, donde quiera que
esté amenazada. La Política de Defensa y Seguridad Democrática
es una política de Estado de largo plazo, que se desarrollará en
coordinación con todas las entidades del Gobierno y las demás
ramas del poder. La verdadera seguridad depende no sólo de la
capacidad de la Fuerza Pública de ejercer el poder coercitivo del
Estado, sino también de la capacidad del poder judicial de
garantizar la pronta y cumplida administración de justicia, del
Gobierno de cumplir con las responsabilidades constitucionales
del Estado y del Congreso de legislar teniendo presente la seguridad
como el bien común por excelencia de toda la sociedad.
2. De este documento se desprenden las directrices generales que
seguirán, en la elaboración de sus respectivos planes y estrategias,
la Fuerza Pública, todos los ministerios y demás entidades del
Gobierno. Dentro de sus planes de acción contemplarán
cronogramas y medidas prioritarias para cumplir con los propósitos
de esta política.
3. El presente documento expone, en primer lugar, los fundamentos
de la política; describe a continuación las principales amenazas
que pesan sobre la democracia colombiana y la seguridad de los
ciudadanos; enumera luego los objetivos estratégicos que es
necesario alcanzar para contrarrestar estas amenazas; y desarrolla
finalmente las líneas de acción que conducirán al cumplimiento de
estos objetivos.
Seguridad Democrática
4. El objetivo general de la Política de Defensa y Seguridad
Democrática es reforzar y garantizar el Estado de Derecho en
todo el territorio, mediante el fortalecimiento de la autoridad
democrática: del libre ejercicio de la autoridad de las instituciones,
del imperio de la ley y de la participación activa de los ciudadanos
en los asuntos de interés común.
5. El fortalecimiento del Estado de Derecho es la condición necesaria
para cumplir con el propósito de la Seguridad Democrática: la
protección de todos y cada uno de los habitantes de Colombia,
como dispone la Constitución Política. Si el Estado de Derecho
rige plenamente, los derechos y libertades del ciudadano estarán
protegidos; y en la medida en que el ciudadano se sienta protegido,
se fortalecerá la participación ciudadana y la seguridad.
6. La seguridad no se entiende en primera instancia como la seguridad
del Estado, ni tampoco como la seguridad del ciudadano sin el
concurso del Estado, sino como la protección del ciudadano y de
la democracia por parte del Estado, con la cooperación solidaria y
el compromiso de toda la sociedad. La Seguridad Democrática se
funda así en tres pilares:
- La protección de los derechos de todos los ciudadanos,
independientemente de su sexo, raza, origen, lengua, religión o
ideología política. Todos los ciudadanos, tanto los que viven en el
campo como los que viven en la ciudad, son iguales ante la ley y
gozan de los mismos derechos. Los derechos del campesino, del
empresario, del sacerdote, del sindicalista, del maestro, del defensor
de derechos humanos, del profesor universitario, del periodista,
del soldado o del policía serán igualmente protegidos, sin
discriminación.
- La protección de los valores, la pluralidad y las instituciones
democráticas. La pluralidad del debate político depende de unas
condiciones de seguridad que permitan la libre expresión de
diferencias de opinión y el libre ejercicio de la autoridad
democrática. El gobernante, el opositor o el disidente político
requieren garantías que les permitan ejercer su mandato popular o
participar en la política sin temer por su seguridad personal. Quienes
atacan, secuestran o amenazan a alcaldes, concejales,
gobernadores, diputados, congresistas y demás dirigentes políticos
atentan no sólo contra un ciudadano, sino contra la voluntad
democrática de la población. La Política de Defensa y Seguridad
Democrática busca proteger a dirigentes y disidentes políticos,
afianzando a la vez el marco democrático y las amplias posibilidades
de participación ciudadana que establece la Constitución Política.
- La solidaridad y la cooperación de toda la ciudadanía en
defensa de los valores democráticos. Corresponde al Estado
garantizar los derechos de los ciudadanos y proporcionar los
mecanismos institucionales que permitan una resolución pacífica
de conflictos. Pero el buen funcionamiento de las instituciones
requiere igualmente de la participación activa y el compromiso
solidario de los ciudadanos. La participación democrática se
expresa no sólo en el ejercicio del voto, sino también en el respeto
y la promoción de los valores cívicos que enmarcan la pluralidad
del debate político, en el desempeño de un papel activo en los
asuntos públicos, y en la defensa de las libertades de todos.
7. Esta es entonces una política para la protección de la población.
Es un error suponer, como piensan algunos, que en Colombia existen
sólo dos caminos: el de la paz, a cargo de la dirigencia política, y el
de la guerra, a cargo de las Fuerzas Militares. De esta manera se
exime a los dirigentes civiles y a la sociedad en general de la
responsabilidad que les cabe de contribuir a la seguridad de todos,
abandonando a la población amenazada a su suerte y asignando a
la Fuerza Pública una tarea que sola no puede cumplir. La seguridad
no es principalmente coerción: es la presencia permanente y efectiva
de la autoridad democrática en el territorio, producto de un esfuerzo
colectivo de toda la sociedad (18)1.
8. En segundo lugar, mientras persista la impunidad, la falta de respeto
a la ley y a la autoridad de las instituciones, persistirán las amenazas
a la población, independientemente de una posible negociación con
las organizaciones armadas ilegales. Mientras no se fortalezca la
autoridad de las instituciones democráticas, habrá organizaciones,
grupos o personas que -aduciendo o no motivos políticoscontinuarán
sirviéndose de los vacíos de autoridad para ejercer su
dominio arbitrario sobre la población, extorsionar a cambio de
"protección", y lucrarse del narcotráfico.
Democracia y derechos humanos
9. A diferencia de lo ocurrido en otras partes del continente, donde
la población sufrió los abusos de un excesivo poder coercitivo del
Estado, los derechos de los colombianos se ven amenazados
fundamentalmente por la incapacidad histórica de la democracia
colombiana de afirmar la autoridad de sus instituciones sobre la
totalidad del territorio y de proteger a los ciudadanos, de manera
permanente y confiable, de la amenaza y la arbitrariedad de las
organizaciones armadas ilegales. En la última década, la Constitución
Política de 1991 logró una profundización y extensión del alcance
de la democracia, pero a la vez se erosionó de manera acelerada
la autoridad de las instituciones, por causa del impacto de las
organizaciones armadas ilegales. De la mano del narcotráfico, estas
organizaciones destruyen el orden legal, abriendo espacios de
impunidad no sólo a sus actividades delictivas, sino a todo tipo de criminalidad. Sus esfuerzos por hacer replegar o sustituir las
instituciones donde su autoridad es débil no sólo minan la
gobernabilidad democrática, sino que someten a la población a
un régimen de intimidación, violencia y terror.
10. El fortalecimiento de la autoridad democrática es, por esta razón,
la condición necesaria para garantizar el respeto a los derechos
humanos. Con frecuencia se olvida que los derechos humanos,
más que máximas de comportamiento, son fundamento y razón
de ser del ordenamiento constitucional. Su vigencia requiere ante
todo de la plena soberanía democrática y de la capacidad del
Estado de hacer prevalecer el orden jurídico en todo el territorio.
11. El pleno respeto a los derechos humanos, a la vez condición
fundamental y objetivo de la democracia, sólo se logra cuando la
democracia es fuerte y llena la brecha entre la norma y la realidad:
cuando las leyes y las instituciones del Estado son efectivas, el
debate político está libre de amenazas y los ciudadanos asumen
un papel activo, participando en los asuntos de la comunidad,
fiscalizando sus instituciones y dando muestras de solidaridad.
12. El fortalecimiento del Estado de Derecho requiere no sólo unas
instituciones efectivas, una activa participación ciudadana y un
orden jurídico fuerte que respalde el ejercicio de los derechos y
libertades. Supone, igualmente, que todas las acciones del Estado
estarán sujetas a ese orden. La seguridad de los colombianos se
restablecerá de acuerdo con la ley y dentro del marco democrático,
que a su vez se fortalecerá en la medida en que haya mayor
seguridad. Esta es la garantía de que prevalecerá el ordenamiento
constitucional y el respeto a los derechos humanos sobre la
arbitrariedad y los abusos de las organizaciones armadas ilegales.
Sin un absoluto respeto a los derechos humanos, nunca habrá
reconciliación (24).
Control territorial y acción coordinada
del Estado
13. La primera condición para cumplir con el objetivo de fortalecer
el Estado de Derecho es la consolidación gradual del control estatal
sobre la totalidad del territorio. Sin control territorial por parte del
Estado no es posible garantizar el buen funcionamiento de la
justicia, entorpecida en muchas regiones del país por la intimidación
de la que son víctimas fiscales, jueces y demás autoridades; y sin
la plena vigencia de la ley, la población, expuesta a las amenazas
y al dominio arbitrario de las organizaciones armadas ilegales,
pierde el ejercicio de sus derechos y su libertad.
14. La Fuerza Pública iniciará el proceso de consolidación del control
estatal sobre el territorio, asegurando su presencia permanente y
definitiva en todas las cabeceras municipales, con el apoyo de
brigadas móviles y demás unidades de las Fuerzas Militares y de
la Policía Nacional. Unidades compuestas por soldados regulares,
soldados campesinos y carabineros de la Policía Nacional
asegurarán el mantenimiento del control territorial (89). Pero la
responsabilidad por la seguridad de los ciudadanos no puede ni
debe recaer exclusivamente en la Fuerza Pública, por las razones
mencionadas. Todas las entidades del Estado contribuirán dentro
de sus competencias a la consolidación de la autoridad democrática
en el territorio.
15. El buen funcionamiento de la justicia, en particular, es el fundamento
de la seguridad, de la convivencia pacífica, y de la democracia.
Así como la materialización de los derechos humanos requiere la
participación activa de los ciudadanos, la participación ciudadana
a su vez requiere el libre ejercicio de los derechos políticos y de
los derechos civiles que los sustentan. Requiere, en otras palabras,
el imperio de la ley, que se construye en la medida en que el aparato
judicial se gana la confianza del ciudadano en su capacidad de
dirimir conflictos de manera efectiva e imparcial, en todo el territorio
y a través de toda la sociedad. Sin una justicia pronta, cumplida y
eficaz, prevalece la incertidumbre que sirve de pretexto para
"privatizar" la seguridad. Este no es un riesgo menor que la agresión
de la que son víctimas quienes pretenden protegerse de esta
manera. Por ello, la protección y el fortalecimiento del aparato
judicial, que parte del control territorial, está en la base de la Política
de Defensa y Seguridad Democrática.
16. La efectividad de las medidas de consolidación del control
territorial depende del grado de coordinación que logren las
entidades del Estado. El Gobierno tendrá como prioridad asegurar
que las acciones del Estado a todo nivel se lleven a cabo de manera
coordinada e integral, y que cuenten con el apoyo de la ciudadanía.
A nivel nacional, la coordinación de las políticas estará a cargo
del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional (59), que asesorará
al Presidente de la República en la determinación de prioridades y
responsabilidades para la Fuerza Pública y todas las entidades
del Gobierno. Consejos locales de seguridad, con la asesoría del
sector académico y privado, contribuirán a la coordinación de la
política en sus áreas de jurisdicción (60). Para lograr la unidad de
acción que las circunstancias exigen, el Gobierno buscará que esta
política se desarrolle en armonía con las otras ramas del poder,
que tienen una corresponsabilidad en el logro de la seguridad.
17. A nivel operativo, estructuras de apoyo interinstitucionales
garantizarán la coordinación sobre el terreno entre las entidades
del Estado, para asegurar la acción efectiva de la justicia (66). Su
composición no será uniforme: los instrumentos a los que se recurra
dependerán del carácter de la amenaza. Donde el control territorial
es débil, se hará énfasis en las acciones de la Fuerza Pública; donde
el control del territorio no está amenazado, pero existe por ejemplo
una alta impunidad, los organismos judiciales tendrán la iniciativa.
Las estructuras de apoyo tienen el propósito de crear las
condiciones de seguridad que permitan a la justicia actuar de
manera concentrada y efectiva. La Política de Defensa y Seguridad
Democrática será una sola y se ejecutará de manera simultánea en
todo el territorio nacional.
Cooperación y solidaridad
18. La responsabilidad primordial de velar por los derechos y
libertades del ciudadano es del Estado, en cumplimiento de sus
obligaciones constitucionales. Pero la seguridad es también
producto del esfuerzo colectivo de la ciudadanía: es
responsabilidad de todos. La participación activa de los
ciudadanos, su colaboración con la administración de justicia y su
apoyo a las autoridades, son parte esencial del fortalecimiento de
la justicia, de la democracia y, en consecuencia, del fortalecimiento
del Estado de Derecho. Estos son deberes de obligatorio
cumplimiento, como dispone la Constitución. Pero ante todo, la
cooperación ciudadana reposa en el principio de solidaridad sobre
el que se funda el Estado Social de Derecho. En la medida en que
prevalezca el interés común sobre el interés individual, en que cada
colombiano sea tan solidario con quien vive en apartadas regiones
del país como lo es con un familiar o un vecino, en que haga uso
de su derecho y cumpla con su deber de participar en la
conformación, el ejercicio y el control del poder político, se
fortalecerá el principio de solidaridad, se fortalecerán las
instituciones y se fortalecerá la seguridad.  [volver a P:7]  [volver a P:130]
19. En la promoción de la seguridad, el Gobierno trabajará
solidariamente no sólo con la ciudadanía en general, sino también
con todos los sectores de la sociedad civil: con el sector académico,
con el sector privado, con las organizaciones no gubernamentales
de desarrollo y de derechos humanos nacionales y extranjeras,
con las asociaciones cívicas locales y con la Iglesia. El Gobierno
Nacional apoya en particular los esfuerzos de cooperación y
solidaridad que desarrollan las organizaciones no gubernamentales
en Colombia y estimulará una relación más estrecha entre estas
organizaciones y el Estado colombiano, en el entendido de que todas ellas obran dentro del mayor respeto por la institucionalidad
colombiana y el sistema democrático. El aporte de las ONG al
trabajo de atención humanitaria y a la promoción de la cultura de los
derechos humanos es un complemento fundamental al esfuerzo que
en igual sentido realizan las instituciones del Estado. Por ello, interesa
al Gobierno y a las ONG evitar el uso abusivo de las capacidades de
estas organizaciones por parte de personas al margen de la ley, como
ha sucedido en algunos casos, por fortuna excepcionales.
20. La solidaridad también implica contribuir con recursos económicos
a la seguridad de todos: no es posible responder a las necesidades
de seguridad de la población sin el cumplido pago de impuestos.
El debido comportamiento tributario es parte integral del principio
de solidaridad.
Eficiencia y austeridad
21. La seguridad de los ciudadanos exige que las instituciones del
Estado tengan una efectiva capacidad de respuesta. La Fuerza
Pública, en particular, cuenta con la legitimidad que le brinda sus
acciones en acatamiento a la constitución y la ley, por su permanente
respeto a los derechos humanos, mantendrá siempre la iniciativa
para disuadir, prevenir y responder de manera eficaz los ataques
contra la población. Donde exista una amenaza, habrá una
respuesta inmediata con los medios que estén disponibles, para
evitar la destrucción de pueblos, el desplazamiento de ciudadanos,
el secuestro de civiles, el asesinato de policías y soldados, al igual
que cualquier acto de terrorismo.
22. Así como los ciudadanos contribuyen al fortalecimiento de la
Fuerza Pública mediante el pago de impuestos, el Gobierno y la
Fuerza Pública responderán a los principios de eficiencia,
transparencia y austeridad en el uso de esos recursos, que serán
utilizados de manera tal que cada peso percibido se traduzca en
seguridad. Se ahorrará donde sea posible para utilizar esos
excedentes en un incremento y una mejor dotación de la Fuerza
Pública. Se llevará a cabo una reforma administrativa, se ejecutará
un ajuste fiscal y se dará una lucha sin cuartel contra la corrupción.
Los ciudadanos deben contribuir igualmente a la austeridad,
exigiendo una rendición de cuentas a sus gobernantes y
denunciando casos de despilfarro y corrupción. La Fuerza Pública,
por su parte, buscará el equilibrio más adecuado entre el personal
de apoyo logístico y el operativo, procurando que haya más
soldados y policías en el área operacional. De igual manera,
optimizará los procesos logísticos, con la asesoría y el apoyo del
sector privado, para mejorar su eficiencia.
Transparencia y juridicidad
23. Todas las actuaciones del Gobierno serán transparentes y se
someterán al escrutinio público. Fortalecer la cultura de la
honestidad y de la transparencia, con mecanismos y herramientas
efectivas para erradicar la corrupción, es una prioridad. Ese
ejemplo se da en la planeación y ejecución de los contratos, en el
control de los impedimentos para evitar conflictos de interés y en
la observancia de los regímenes de inhabilidades e
incompatibilidades. El acatamiento de los principios
constitucionales de moralidad, eficacia, economía, celeridad,
imparcialidad, publicidad y, consecuentemente, el uso transparente
de los recursos públicos, garantizará que éstos rindan los mejores
frutos en beneficio de los ciudadanos. Mayor transparencia y mayor
eficacia se traducirán en mayor credibilidad.
24. Todas las actuaciones del Gobierno se darán dentro del marco de
las normas jurídicas. Habrá una observancia rigurosa de los
derechos humanos y un estricto acatamiento del Derecho
Internacional Humanitario, como lo exigen la Constitución y la ley.
Cualquier violación o abuso de los derechos humanos que cometa
un miembro de la Fuerza Pública o de cualquier otra entidad del
Estado será sancionado sin vacilaciones en la vía disciplinaria y la
penal si a ello hubiera lugar. La Seguridad Democrática tiene como
supuesto esencial la legitimidad de las instituciones frente a los
ciudadanos y a la comunidad. Esa legitimidad depende de la
aplicación de estos principios y del estricto cumplimiento de la ley
por parte del Estado.  [volver a P:12]  [volver a P:73]
Políticas nacionales y respuestas locales
25. La Política de Defensa y Seguridad Democrática es una política
integral de Estado, con líneas transversales de acción de aplicación
nacional. Pero las respuestas del Estado se estructurarán alrededor
de la problemática local, con participación de las autoridades locales
y de la sociedad. La diversidad de factores que afectan la seguridad,
la descomposición de las mismas organizaciones armadas ilegales
y su frecuente fusión con la delincuencia organizada, así como la
variedad de fuentes de riqueza que alimentan estas organizaciones,
impiden que se trasladen soluciones de un lugar a otro del territorio
nacional, sin adecuarlas a las particularidades locales. Por ello, las
autoridades locales compartirán con el Gobierno Nacional la
responsabilidad de diseñar e implementar planes de acción que se
ajusten a sus necesidades específicas.
Defensa nacional
26. La necesidad de atender la seguridad interior no implica un descuido
de la defensa nacional, a la que se otorgará la debida prioridad.
Colombia seguirá siendo fiel a su tradición de país respetuoso del
derecho internacional, pero mantendrá una capacidad disuasiva,
con la proyección necesaria para asegurar el respeto a su soberanía
nacional e integridad territorial, dentro de una postura estratégica
defensiva. Sin embargo, la naturaleza de las amenazas que aquejan
a la Nación, en particular el terrorismo y el negocio de las drogas
ilícitas, ha llevado a que en el caso colombiano, al igual que en el
de muchos otros países que hoy enfrentan este tipo de amenazas,
se desdibujen los límites entre la seguridad interior y la defensa
nacional.
Multilateralidad y corresponsabilidad
27. El terrorismo como método para atentar contra la estabilidad del
Estado es la mayor amenaza a la democracia en Colombia y el
mundo. Las organizaciones armadas ilegales colombianas han
convertido a los civiles en su blanco principal, mediante el uso de
armas no convencionales y de atentados premeditados. Conductas
como el secuestro o el asesinato de civiles, la destrucción de la
infraestructura y el uso de explosivos contra la población han sido
reconocidas por la comunidad internacional como lo que son: actos
de terrorismo.
28. Las medidas y acciones contra el terrorismo se desarrollarán como
una política de Estado, sin intereses partidistas ni burocráticos y
en concordancia con los convenios internacionales suscritos por
Colombia. Este será un esfuerzo de toda la Nación, es decir, de
todo el Estado y de todos los ciudadanos. Pero la lucha contra el
terrorismo rebasa el territorio de Colombia, como el de todos los
Estados, y requiere un esfuerzo multilateral. La evidencia creciente
de la implicación de las redes del terrorismo internacional en las
actividades de las organizaciones armadas ilegales colombianas
hace urgente la cooperación internacional contra el terrorismo y el
cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos luego
de los acontecimientos del 11 de septiembre, en particular de la
Resolución 1373, de 28 de septiembre de 2001, del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas y, a nivel regional y subregional,
de la Convención Interamericana contra el Terrorismo, de 3 de
junio de 2002, y del Compromiso de Lima, de 17 de junio de 2002. Se deben cerrar todos los espacios que permitan la
financiación, el movimiento y la actuación de las organizaciones
terroristas, a través de una cooperación internacional sin demoras
y sin obstáculos.
29. De la misma manera, el negocio mundial de las drogas ilícitas pone
en peligro la estabilidad institucional de los Estados y la seguridad
de los ciudadanos. Su poder de corrupción es una amenaza a la
democracia y su connivencia o fusión con el terrorismo es un riesgo
no sólo para Colombia, sino para buena parte del hemisferio, en
especial para aquellos países que no cuentan con una justicia y
unas instituciones fuertes. El Gobierno no permitirá que el territorio
nacional siga siendo utilizado por las organizaciones internacionales
del narcotráfico y afirma su voluntad de eliminar completamente
el negocio de las drogas ilícitas en el territorio nacional. Pero el
problema de las drogas ilícitas, al igual que el terrorismo, es un
problema transnacional: su solución no se puede limitar a un solo
país. Es además bien sabido que el narcotráfico y el terrorismo
hacen uso de los mismos canales de abastecimiento y de lavado
de activos; con frecuencia, una misma organización está implicada
en ambas actividades (42). El Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, en la Resolución 1373, reconoció el entrelazamiento del
terrorismo con el narcotráfico y la necesidad de coordinar una
respuesta internacional contra estos crímenes:
"4. [El Consejo de Seguridad] observa con preocupación la
conexión estrecha que existe entre el terrorismo internacional
y la delincuencia transnacional organizada, las drogas ilícitas,
el blanqueo de dinero, el tráfico ilícito de armas y la circulación
ilícita de materiales nucleares, químicos, biológicos y otros
materiales potencialmente letales, y a ese respecto pone de
relieve la necesidad de promover la coordinación de las
iniciativas en los planos nacional, subregional, regional e
internacional, para reforzar la respuesta internacional a este
reto y amenaza graves a la seguridad internacional".
Con esta misma argumentación, Colombia exige desde hace más
de una década en los respectivos foros internacionales un
compromiso más eficaz para resolver el problema mundial de las
drogas ilícitas en todas y cada una de sus manifestaciones: el control
de la demanda de drogas, del lavado de activos, del contrabando
de insumos químicos y del tráfico de armas requiere una acción
más decidida por parte de la comunidad internacional (41).
Diferentes países pueden tener y tienen concepciones diferentes sobre cómo tratar internamente el problema de las drogas; pero
estas diferencias no pueden ser motivo para desconocer en la
práctica la corresponsabilidad que se deriva de la participación en
este negocio criminal.  [volver a P:48]  [volver a P:96]  [volver a P:135]
Seguridad y Desarrollo
30. La seguridad no será la única preocupación del Gobierno Nacional,
pero sí la primera. No hay mayor inequidad en Colombia que en el
acceso a la seguridad: son los más pobres quienes están menos
protegidos, quienes son desplazados de sus tierras y sufren en
carne propia el terror de las organizaciones armadas ilegales. El
Banco Mundial, en su estudio Voces de los Pobres (2000), recoge
una conclusión similar sobre la base de cientos de testimonios en
diferentes regiones del mundo: "La palabra "seguridad" describe
una de las principales preocupaciones de los pobres... los
pobres son vulnerables de diferentes maneras: su trabajo y su
bienestar corren mayor peligro; viven en las zonas de mayor
inseguridad, sus bienes son los menos protegidos, sus casas
las más propensas a sufrir daños y son quienes menos medios
tienen para protegerse...".
31. De la seguridad depende no sólo la protección de la población
menos favorecida. El desarrollo económico y las posibilidades de
empleo están igualmente sujetos a que reine un clima de seguridad
que permita la inversión, el comercio y el gasto de los recursos
municipales en beneficio de la comunidad, que son todos objeto
de la depredación permanente de las organizaciones armadas
ilegales.
32. La seguridad fomenta las oportunidades económicas, pero sobre
todo fortalece la integración de la sociedad y las posibilidades de
que los ciudadanos, en especial los menos favorecidos, asuman la
responsabilidad de los asuntos de la comunidad, en la medida en
que puedan participar sin temor en la toma de decisiones políticas,
en la fiscalización de los gobernantes y en la promoción de
proyectos productivos propios. El marco legal para fortalecer la
participación ciudadana está dado por la Constitución Política y
su desarrollo en la Ley 134 de 1994, pero no se ha traducido aún
en una participación suficientemente activa a nivel local, en parte
por los riesgos y amenazas a que están expuestos quienes asumen
una vocería en aquellas regiones del país donde delinquen las
organizaciones armadas ilegales.
33. La seguridad favorece así el "empoderamiento" de los ciudadanos,
que no es otra cosa que la concreción de la autonomía y la
responsabilidad implícita en sus derechos y en su igualdad ante la
ley; y el "empoderamiento" de los ciudadanos a su vez contribuye
a la seguridad, en la medida en que fomenta el sentimiento de
pertenencia y de participación en el desarrollo de un proyecto
común.
34. Para lograr este "empoderamiento", la seguridad es una condición
necesaria, mas no suficiente. El pleno goce de las libertades del
ciudadano requiere un entorno que facilite el desarrollo de sus
capacidades. La educación en particular es fundamental para
incrementar los niveles de participación ciudadana, de desarrollo
y de equidad. Por ello el Gobierno viene impulsando una revolución
en la educación, que tiene como meta la creación de más de
1.500.000 cupos escolares. El acceso de los niños a las escuelas
será la respuesta del Estado al oficio de la violencia que incitan y
practican las organizaciones armadas ilegales. La educación
promoverá la cultura de la no violencia y estimulará un mayor
sentido de pertenencia de los niños hacia el país y los valores
patrios. La revolución educativa y otras medidas para crear
condiciones de desarrollo y crecimiento económico son objeto
del Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Nacional.
La opción de la negociación
35. El Gobierno Nacional mantiene abierta la puerta a una negociación
con aquellos que se decidan a participar en la vida democrática,
con la condición de que cumplan un estricto cese de hostilidades.
Así disminuirá la violencia y se asegurará el respeto a los derechos
humanos. Por ello, la consigna del Gobierno es: urgencia para el
cese de hostilidades, paciencia para la negociación y el desarme.
Quienes se reintegren a la sociedad y la vida democrática tendrán
todas las garantías para ejercer la política que merece el disidente
dentro de la democracia.
[1] Los números en paréntesis remiten al párrafo correspondiente.  [volver]